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La filmografía del cine mudo sobre las aventuras de Don Quijote es muy larga y rica, y se remonta a una época tan antigua como 1898, cuando se ruedan en Francia algunas escenas producidas por Gaumont. Desde entonces, no cesó la producción de películas inspiradas en esta obra cervantina, tanto en Francia (1903, 1908, 1909, una de Émile Cohl y otra de Georges Méliès, 1912), como en España (1908), Estados Unidos (1915), Italia (1915), Gran Bretaña (1923) y Dinamarca (1926). Especialmente interesante es esta la producción danesa de 1926, puesto que se inspiró directamente en los paisajes y en los molinos de Campo de Criptana, en donde estuvieron el director y el equipo de rodaje una temporada con gran apoyo institucional. Incluso, se hizo una réplica exacta de la sierra criptanense en los estudios de la Palladium Films de Copenhague, productora que se embarcó en tan ambiciosa empresa.

Sobre el proyecto, sobre la realización de esta película y sobre la importancia de Campo de Criptana como escenario de rodaje privilegiado se publicó una noticia muy detallada en el periódico La Libertad, año VIII, núm. 2.046, del miércoles 13 de octubre de 1926. Compartía esta noticia titulares en la sección de cine, titulada «El Arte Cinematográfico», con novedades del cine español de aquel momento. Es interesante señalar que aquel año se rodaron en España unas treinta películas mudas, algunas tan importantes por aquel entonces como Luis Candelas o el bandido de Madrid, La Sirena del Cantábrico, Mientras la aldea duerme y El estudiante de Salamanca. Se presentaron también aquel año las pruebas de la película El médico a palos, y se dedicaba en ese número de la revista un artículo a Manuel San Germán, conocido como el «Rodolfo Valentino español»; precisamente éste era el protagonista de la citada Luis Candelas.

Volviendo a la producción danesa sobre las aventuras de Don Quijote, titulada Don Quixote af Mancha, la noticia dice lo siguiente:

La película de «Don Quijote»

Hablando con Dulcinea del Toboso

Advertirá el lector que en cinematografía vamos de sorpresa en sorpresa. Hace unos días revelamos que Weyler, Sánchez Guerra, Romanones, Lerroux y otras personalidades eran peliculeros, y hoy afirmamos que hemos hablado con Dulcinea del Toboso.

Que tan ilustres personajes han sido actores cinematográficos, demostrado quedó en nuestra información, confirmado por casi todos los colegas madrileños y por la «Hoja Oficial».

El caso de hoy es igualmente cierto. Hemos hablado con Dulcinea, y vamos a contar a nuestros lectores algo de lo mucho interesante que escuchamos en tan singular conversación.

Hace unos meses, al comienzo del verano, llegaron a España unos extranjeros, que declararon su propósito de adaptar al cinematógrafo «Don Quijote de la Mancha». Ignacio Caro, su intérprete y «regisseur», aunó los elementos necesarios y propuso a la notabilísima actriz de la pantalla Marina Torres interpretar el papel de Dulcinea.

El proyecto fué juzgado por muchos como una herejía, y hasta a la misma artista solicitada le pareció un loco empeño hacer vivir a Dulcinea, y más aún siendo su paladín un Quijote danés.

Mas pronto se rectificó este lógico supuesto. «Don Quijote de la Mancha», para ser dignamente llevado a la pantalla y ser divulgado en el Mundo entero, exige un derroche de medios económicos y técnicos que tardarán aún muchos años en emplearse en la cinematografía española. Y era la gran Empresa Palladium, de Copenhague, la que con toda largueza abordaba la obra.

Para ello, un genial director, Lau Lauritzen, ha estudiado varios años la obra de Cervantes y la España del siglo de oro. Para demostrar que no se trata de una improvisación, basta advertir que hace tres años se tomaron las medidas del campo de Criptana y de sus accidentes, para preparar un terreno análogo en Dinamarca y construir en él molinos de viento como los que Don Quijote tomara por gigantes, y realizar los asombrosos trucos con que se han materializado ésta y otras fantasías del inmortal hidalgo.

Toda la preparación evidenciaba el gran cariño y la veneración con que Lauritzen emprendió la difícil obra.

Sin presupuesto ilimitado, se calculaba que la cinta costaría unos tres millones de pesetas, y, sólo en trajes y armaduras, confeccionados en España, se invirtieron más de 60.000 duros.

El Quijote y el Sancho serían interpretados por los artistas de gran renombre Carl Schentrau y Harold Madsen, que han hecho universales sus seudónimos de «Pat» y «Patachon».

Finalmente, entre los varios operadores que vinieron a España, figuraban Julius Jaensen y Hugo Fischer, verdaderos «ases» de la manivela.

Y Marina Torres, contagiada del entusiasmo de tan notables artistas y tan expertos técnicos, convencida de que contribuía a la difusión de la mayor gloria española, aceptó el papel y llegó a sentirle con un acierto que sólo la emoción del actor puede proporcionar.

En España se ha filmado todo cuando ha sido posible; es decir, los exteriores en los campos y poblados de la Mancha. Lo restante, lo que exige grandes decorados de ventas, castillos y palacios, se impresiona en las galerías de la Palladium de Copenhague.

De la propiedad con que se ha interpretado el «Quijote» hablan las gentes de los lugares manchegos, que compenetrados con el espíritu de la excelsa obra cervantina, al asistir a las escenas de la cinta, las contemplaban con la naturalidad y el contenido de quienes ven a personas conocidas y recuerdan escenas ya vividas.

En cuanto a la técnica, el personal de los laboratorios de Madrid Films, en donde se reveló cuanto en España rodaron los cinematografistas daneses, afirman que la película será sencillamente asombrosa.

Y si a esta opinión se añade que en las grandes galerías de la Palladium se han materializado todas las quimeras del ilusionado caballero, y los mágicos ambientes que describió Cervantes, se comprenderá la importancia del empeño y la grandeza de la obra.

He aquí cuanto nos ha dicho Dulcinea. Oyéndola hemos obtenido el convencimiento de que, sea cual fuere el resultado, la empresa se abordó dignamente, y España deberá gratitud a los extranjeros que han consagrado fortuna, arte y ciencia para glorificar en un aspecto más la obra más genial del pueblo español.

A. P. C.

Esta película fue el proyecto principal de uno de los directores más importantes del cine mudo danés: Lau Lauritzen (1878-1938), quien entre 1914 y 1936 rodó la cifra récord de 181 películas. De ellas, la adaptación del Quijote fue la más ambiciosa, la que requirió mayor inversión y mayor esfuerzo. Fue también la película danesa muda que alcanzó mayor éxito internacional. He aquí algunos datos más sobre la película, en cuya realización participaron algunas de las principales figuras del cinematógrafo danés y artistas españoles de la época. De la fotografía se encargaron Lars Jensen y Lauritz Fuglsan.

El reparto fue el siguiente: el dúo cómico formado Carl Schenstrøm (1881-1942) y Harald Madsen (1890-1949) conocidos ambos en Dinamarca como Fyrtaarnet y Bivognet, o Fy & Bi (conocidos en España como «Pat y Patachón») fueron los protagonistas, como Don Quijote y Sancho. Otros actores y actrices que intervinieron fueron Torben Meyer, Oscar Stribolt, Marina Torres (que fue Agustina de Aragón en la película del mismo nombre dirigida por Florián Rey), Carmen de Toledo, Carmen Villa, Svend Melsing, Philip Bech, Regnar Bjielke y Agis Winding. En España, la película se estrenó en Madrid en 1927. Una observación más. Torben Meyer (1884-1975) hizo posteriormente una importante carrera como actor en Hollywood gracias al gran impacto internacional de esta película. En Hollywood participó en muchas películas como La novia de Frankenstein (1935) y en El prisionero de Zenda (1937). Su última aparición fue en la película El Juicio de Nuremberg (1961).

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO