Que Campo de Criptana era a finales del siglo XVIII uno de los principales municipios productores de azafrán de La Mancha y que tenía una de las industrias textiles más florecientes de la región, resulta hoy día inimaginable. Poco azafrán se produce ya en el término municipal de esta villa, por no decir ninguno, quizá paulatinamente sustituido su cultivo por el mar de viñedos. Y de las industrias textiles aquellas que ocupaban a una parte importante de la población a comienzos del siglo XVIIII (como vamos a ver a continuación), tampoco queda nada.
A la importancia del azafrán y de los textiles en Campo de Criptana se refiere Eugenio Larruga en el tomo XVII de sus Memorias políticas y económicas sobre los frutos, comercio, fábricas y minas de España, publicadas en Madrid en el año 1792. Antes de entrar en detalle a describir los recursos económicos de la «provincia de La Mancha», a la que está dedicada este tomo, Larruga hace una breve descripción de cada localidad. Sobre Campo de Criptana dice (pág. 11, nota 2) que pertenecía al partido de Villanueva de los Infantes, que tenía 1200 vecinos, que estaba situada en un sitio elevado, que tenía un clima saludable, y que contaba con un convento de frailes. Entre sus recursos económicos alaba su producción de vino junto a otros pueblos como Almodóvar del Campo, Almagro, Granátula, Damiel y Villarrobledo, aunque considera el de más calidad el de Valdepeñas cuyos viñedos son mejores que los de Borgoña, Burdeos, Champaña y «otros que han introducido el luxo de las mesas» (pág. 17). Al azafrán ya me he referido, pues para Larruga es uno de los productos estrella de Criptana. Reproduzco su texto tal cual, respetando la grafía y uso de tildes de la época (pág. 19):
En algunos parages de esta Provincia hay abundantes cosechas de azafran. Los pueblos que tienen mas aplicación á este fruto son Campo de Criptana, Manzanares, Quintanar de la Orden, Villa-robledo. Produce 49 libras, vale este fruto por 110 reales, 4469: se extrae para las Provincias inmediatas la mayor parte.
Lo más interesante, sin duda, es la referencia a los tejidos (pág. 265-266):
En Campo de Criptana se fabrican estameñas, albornoces, y ligas. Antiguamente se fabricaban paños, y no serian tan pocos quando ocupaba la mayor parte del año el batan de la villa de Alámbra. En 1748 aun se conservaban algunos telares corrientes. Estaban extentos estos fabricantes, en virtud de real cédula, de cargas concegiles; pero la Justicia, á pesar de su privilegio, en dicho año de 1748 los trató como á los demas vecinos, y se fomentó un pleyto con la villa. Parece extraño que los fabricantes entrasen en el gravámen de un proceso, como si tuviesen que disputar el cumplimiento de las reales cédulas. En estos lances los Jueces no debían admitir semejantes demandas, y debian aconsejar á los pueblos y Ayuntamientos, que si se sentian perjudicados con tales privilegios, lo representasen al Soberano, y a sus Ministros, para que sin costas ni gastos tomasen la providencia conveniente, ya para hacer respetar las reales cédulas, ó para modificárlas.
Este texto es suficientemente claro respecto al ocaso de esta industria: mientras estuvo exenta de impuestos floreció; cuando se le aplicaron tasas y cargas fiscales municipales se extinguió. Al parecer, en la época en que Larruga publica este volumen (1792), quedaba poco de ella, y ya se había extinguido completamente la antaño abundante producción de paños, en referencia a un tipo de tejido de «lana muy tupida y pelo corto» (DRAE).
A finales del XVIII pervivía la fabricación de «estameñas». Una estameña es, según el DRAE, un «tejido de lana, sencillo y ordinario, que tiene la urdimbre y la trama de estambre». El «estambre», que era la materia prima de esta industria, es el hilo formado de las hebras extraídas del vellón de lana, pero también el término puede designar al vellón de lana mismo. Aparece, además, el término «albornoz», aquí referido a un tipo de tejido o a una prenda similar a una capa o capote con capucha, aunque en la actualidad, el término se ha especializado como prenda para «secarse después del baño» (DRAE).
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO
De la lectura de este post me surge una duda ¿existe alguna teoría o certeza que explique el motivo por el cuál la producción de azafrán siguió en pueblos tan cercanos a Criptana y, sin embargo, prácticamente se extinguió en el nuestro?
Gracias.
Ignoro la razón por la que se abandonó el cultivo del azafrán en Criptana. Mientras redactaba el texto, pensé que podría deberse a una tendencia a privilegiar el cultivo de la vid a expensas de otros, como éste del azafrán. Sin embargo, no he encontrado una respuesta convincente a esta cuestión.
Las tierras donde se cultiva el azafrán son por lo general parcelas muy cercanas al pueblo, si no, fijate en Villafranca de los Caballeros cuando pasas por la carretera llegando al pueblo como a mediados del mes de Octubre como puedes ver las «suertes» que se llaman allí con un color morado de la flor de la Rosa del Azafrán.
El azafrán constituía para las familias que lo cultivaban una gran parte de sus ingresos anuales.
En Campo de Criptana y con posibilidad de equivocarme, las tierras cercanas al pueblo estaban en manos de los grandes terratenientes quienes viendo que este cultivo podría hacerles perder mano de obra barata para sus explotaciones, dejaron de arrendar las tierras para este cultivo.
Muchas gracias por la observación.
Por cierto, olvidaba una nota que nos indica que aún a mediados del siglo XIX pervivía el cultivo del azafrán en Criptana. En la revista «La América. Crónica Hispano-Americana» (tomo 2, 1858-1859), Madrid 1859, que se publicaba bajo la dirección de Eduardo Asquerino, aparece un productor criptanense de azafrán entre los premiados en la Exposición Agrícola correspondiente al año anterior. Este productor se llamaba José María Melgarejo.
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