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Alegoría de la enseñanza. Bronce en el monumento a Claudio Moyano (Madrid)

Alegoría de la enseñanza. Bronce en el monumento a Claudio Moyano. Foto: J. M. Cañas Reíllo (2010)

A mediados del siglo XIX la enseñanza era una competencia de los municipios, y esto ocurría también en Campo de Criptana.  Así lo relata un informe emitido por el inspector provincial de enseñanza tras su visita a esta localidad, por encargo de la Junta Provincial de  Instrucción Pública de Ciudad Real. Tal informe aparece recogido en el tomo III de los Anales de Primera Enseñanza: Periódico de las escuelas y de los maestros del año 1861, pág. 530; en él se hace referencia a la necesidad que había en Campo de Criptana de impulsar la enseñanza, ante la situación de retraso que presentaba esta localidad  respecto al resto de la provincia. Y al parecer se había puesto manos a la obra su alcalde por aquel entonces Francisco Treviño para resolver este problema. La impresión que obtenemos de este informe es que este alcalde consiguió crear un sistema de enseñanza básico con escuelas de niños y de niñas y, lo más importante, también de adultos. Pensemos que en esta época los niveles de analfabetismo en España eran preocupantes. Reproduzco tal cual el texto:

La Junta ha visto con satisfaccion, por los documentos que el Inspector le ha remitido de la visita que ha girado á la villa del Campo de Criptana, que este pueblo, que era uno de los de la provincia donde menos habia progresado la primera enseñanza, se han conseguido importantes mejoras, debidas todas al distinguido celo, á la incansable é ilustrada actividad del Sr. D. Francisco Treviño, Alcalde y Presidente de la Junta Local. El atiende y mira con especial predileccion cuanto se refiere á las Escuelas; para religiosamente a los Maestros; les obliga a llenar con rigurosa exactitud sus deberes profesionales; excita enérgicamente á los padres, hasta el punto de haberse aumentado extraordinamente la concurrencia; fomenta las Escuelas de adultos; las visita todas; tiene frecuentes exámenes; ha trasladado la de niñas á un local público de regulares circunstancias; ha mejorado el de la superior; tiene, en fin, un verdadero interés, cual ninguno en la provincia, para que las Escuelas sean lo que deben ser.
Esta Corporación se felicita por tan brillantes resultados y en tan poco tiempo obtenidos en beneficio de la educacion de la niñez por el citado Sr. D. Francisco Treviño, no pudiendo menos de elogiar cual se merecen sus incesantes desvelos, y tributarle, por medio de este periódico oficial, un testimonio público de su agradecimiento, para que sirva de honrosa emulacion y estímulo á todos, y para que todos se persuadan y convenzan de que los niños asisten y las Escuelas prosperan cuando los Alcaldes y las juntas hacen lo que se está practicando en el Campo e Criptana, donde concurren 333 niños, 278 niñas y 171 adultos á sus Escuelas públicas; que con las niñas que frecuentan una privada, resulta que asiste un niño por cada siete almas, señalando por lo tanto un adelantamiento de la más alta trascendencia é importancia para el porvenir moral y material de aquella población.
Ciudad Real 9 de Agosto de 1861. – El Presidente, Enrique de Cisneros. – Pablo J. Vidal, Secretario.

Monumento a Claudio Moyano (Madrid). Foto: J. M. Cañas Reíllo (2010)

Posiblemente estos esfuerzos para mejorar el sistema de instrucción pública fueran resultado de la Ley Moyano (por su impulsor, Claudio Moyano) de 1857, que declaraba obligatoria la enseñanza primaria.

Esta ley establecía un sistema basado en tres niveles. En primer lugar, estaba la enseñanza primaria, obligatoria hasta los 12 años y gratuita, a cargo de los ayuntamientos de cada localidad. Le seguía la segunda enseñanza o media, para lo que se crearon institutos de bachillerato y se permitió a los religiosos crear colegios privados. En tercer lugar, estaba la enseñanza superior a cargo de las universidades.

El sistema educativo resultado de la aplicación de esta ley se mantuvo vigente con algunos cambios hasta 1970, año en que entró en vigor la Ley General de Educación.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO