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Finalizo con esta entrega la serie que he dedicado a la polémica suscitada por la celebración del baile benéfico en el Casino de la Concordia. Como ya dije ayer, un asunto que nunca tendría que haber trascendido los límites de lo estrictamente local, atizado por medios de prensa demagógicos e interesados políticamente fue adquiriendo cada vez mayor importancia, hasta el punto de ser objeto de una intervención en el Congreso de los Diputados.
En la sesión de las Cortes celebrada el día 6 de Febrero de 1885, bajo la presidencia del conde de Toreno, el diputado Alcalá del Olmo denunció públicamente el comportamiento del alcalde de Campo de Criptana y su falta de sensibilidad con los damnificados del seísmo de Granada; hubo, incluso, acusaciones de presunta estafa. La respuesta corrió a cargo del Ministro de la Gobernación, quien defendió al alcalde de Criptana y a su corporación municipal en todos los puntos de su actuación como acordes con la legalidad. Los detalles al respecto nos los proporciona el periódico El Día, núm. 1704, del viernes 6 de febrero de 1885, en la sección «Congreso». Transcribo completa la nota publicada con sus peculiaridades ortográficas. Dice así:
El Sr. ALCALA DEL OLMO continúa formulando su pregunta al señor ministro de la Gobernación, y denunciando el hecho á que antes se refirió que consiste en que el alcalde del Campo de Criptana, de quien dijo el otro día que había impedido al Casino de aquel pueblo que diera una función á beneficio de los perjudicados por los terremotos de Andalucía, ha seguido negando el permiso para celebrarla á pesar de que la junta directiva le permitía que llevara a la contaduría toda la intervención que quisiera. Lo que la junta no quería, era entregarle los fondos que se recaudaran, porque el propósito del Casino era socorrer directamente á los perjudicados, porque no confiaba en que el alcalde pudiera hacerlo con la rapidez necesaria, y porque no le merecía, sin duda, toda la confianza precisa el alcalde, persona que había sido ya sujeta á un proceso por estafa.
El señor ministro de la GOBERNACION protesta de la ligereza, de que acusa al Sr. Alcala del Olmo, por pronunciar la palabra estafa, tratándose de un alcalde, porque entiende que los diputados de la nación, por lo mismo que gozan de la inmunidad que las leyes les conceden, deben ser muy comedidos en sus calificaciones.
Defiende al alcalde del Campo de Criptana, porque se opuso á que los socios del Casino de aquel pueblo repartieran por si mismos los fondos que se recaudasen, porque, no puede considerarse caridad privada mediante que ese Casino pensaba hacer caridad con dinero ageno, es decir, con el que diera el público que concurriera á la función.
Declara que ese alcalde fué nombrado por los mismos concejales y que es fusionista aquella corporacion.
Censura que el Casino haya desconfiado, sin razón alguna, de los poderes públicos y afirma que la repartición que privadamente se ha hecho de fondos de la caridad particular, ha servido para fomentar la holganza, favoreciendo á los que más han perdido, que han sido precisamente los menos necesitados.
En fin, en esto quedó la polémica: en un absurdo cruce de acusaciones entre gobierno y oposición. ¿A quién creer? Es difícil decidirse en casos como éstos en que la política se convierte en un mero rifirrafe y los argumentos se retuercen hasta el absurdo. Resulta completamente increíble que, en un país sumido en una crisis endémica, con tan grandes problemas económicos y sociales, asuntos de tan poca importancia adquieran tal protagonismo. Me refiero, por supuesto, a la España del siglo XIX y a los languidecientes restos de su imperio colonial.
Aporto ahora algunas notas sobre los personajes citados. En primer lugar encontramos al conde de Toreno. Era éste Francisco de Borja Queipo de Llano, (1840-1890), VIII Conde de Toreno. Fue diputado del partido moderado desde 1864, y Presidente del Congreso de los Diputados en varios periodos entre los años 1879 y 1885. Fue también alcalde de Madrid, Ministro de Fomento en varias ocasiones con diferentes gobiernos y, además, Caballero de Santiago. Se cita después al Sr. Alcalá del Olmo, de nombre Manuel. Fue diputado del Partido Liberal Conservador por Puerto Rico en varias legislaturas entre 1878 y 1890. Finalmente se cita al ministro de la Gobernación, que era por aquel entonces Francisco Romero Robledo. A él ya hice referencia en el primer post sobre el tema.
Con este post doy por acabada esta serie dedicada a la polémica entre el alcalde de Campo de Criptana y la Junta Directiva del Casino de la Concordia. Pensemos, ahora, en cuántos pueblos ocurrió esto mismo, y cuánto dinero se dejó de recaudar para los damnificados del terremoto de Granada.
Por cierto, hay que lamentar la pérdida, hace tantos años, de un edificio de tanto interés arquitectónico como fue el Casino de la Concordia.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO
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