Etiquetas

, , , , , , , , , , , , , , , , , , , ,

El diario La Correspondencia de España, año LXIX, núm. 22.238, lunes 2 de diciembre de 1918, hace referencia a una serie de robos que habían tenido lugar, en 1918, el año en que acabó la I Guerra Mundial. La información procedía directamente del Juzgado de Guardia de Madrid, donde hicieron las denuncias correspondientes. Uno de ellos tuvo lugar en la calle Infantas, de Madrid, otro en la calle Hortaleza, también de Madrid, y el tercero en el tren que hacía el recorrido desde Albacete a Madrid, a la altura de Campo de Criptana. He aquí la noticia:

El tercer robo fue cometido en el tren correo entre Albacete y Criptana.

En Albacete subió al tren D. José del Alcázar y Roca de Togores, hijo del marqués de Peñafuente, y al ver que estaba todo el departamento de primera clase ocupado y los viajeros dormían, para no molestarles decidió quedarse en el pasillo lateral, donde también puso la maleta que llevaba, y se quedó dormido poco después.

Asalto y robo de un tren (1903)

Asalto y robo de un tren (1903)

En Criptana despertó uno de los viajeros y exclamó: «¡Me han robado la maleta y el portamantas!» Despertó á su vez el señor Del Alcázar, y vió con sorpresa que su maleta también había desaparecido.

En ella llevaba ropas y efectos de su uso; las llaves de su casa, Almagro, 48, documentos de importancia y en una cartera 8.000 pesetas en billetes del Banco de España.

Al llegar a Madrid ratificó la denuncia.

Esta historia me trae al recuerdo aquel correo que, procedente de Cartagena, tenía parada en Campo de Criptana diariamente a las 5:45 de la mañana. Tomé muchas veces este tren en dirección a Madrid, hasta que fue suprimido a mediados de los años 90. Tenía departamentos, como los trenes clásicos, porque era un tren clásico, que parecía haber viajado en el tiempo hasta aquella época. Y a veces era tren militar; y entonces sabías que no encontrarías plazas libres. Estos correos eran mastodónticos, monumentales, y despertaban la admiración a su paso. Eran trenes únicos; no eran tan rápidos, probablemente, como los modernos, pero tenían mucho más encanto, porque uno, por un momento, podía imaginar que viajaba en el Orient Express y regresaba a una época ya pasada, que ya era sólo un recuerdo vago. Es en estas cosas donde uno percibe cómo pasa el tiempo inexorablemente y cómo los años se suceden sin darnos tiempo, muchas veces, a vivir el presente.

Y hoy lo pienso, yo que vi la estación de Campo de Criptana en sus últimos coletazos de esplendor: es muy triste que esta estación, que tuvo una gran actividad en el pasado, que fue el corazón de la economía criptanense en los años veinte, que veía pasar arrobas y arrobas de vino por sus instalaciones a comienzos del siglo XX, hoy haya quedado como mero apeadero… y sin la parra que cubría la entrada, que era el último resquicio de vida que le quedaba. Ciento cincuenta años de historia de la estación de Campo de Criptana se esfumaron de la noche al día.

Y después de estas disquisiciones, creo necesario dedicar unas palabras a la víctima del robo en el tren. Como dice la noticia, fue José del Alcázar y Roca de Togores (1884-1936), VI Conde de los Acevedos entre los años 1929 y 1936 (este título fue creado por Carlos III y fue rehabilitado por Alfonso XIII en 1919). Su padre fue el V conde, Diego de Alcázar y Guzmán, hijo de Serapio de Alcázar y Vera de Aragón, VI Marqués de Peñafuente. Tenía la familia una estrecha relación con la ciudad de Albacete.

No sabemos si el ladrón fue capturado o no, pero debió de quedar muy contento con el botín obtenido: 8.000 pesetas era una cantidad muy respetable en aquella época.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO