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En el post que publiqué el pasado día 8 de julio, titulado La extraña historia de Sor María (Campo de Criptana, 1903), daba cuenta de un hecho, como bien dice el título, bien extraño, ocurrido entre Criptana y Madrid. Esta historia salió publicada en el periódico La Época, año LIV, núm. 18.940 del martes de marzo de 1903. Sin embargo, la versión de los acontecimientos que ofrecía este medio presentaba algunos puntos débiles, bien pudiéramos decir algunas deficiencias argumentales, que quedaban inexplicados y fácilmente podían suscitar ciertas preguntas en los lectores curiosos de la época. Hay un hecho indiscutible: hay en el artículo un cierto tufillo anticlerical, como han podido apreciar los lectores, y no es extraño, porque La Época era un periódico liberal. En el mismo ataque se incluía a El Globo, del que nos ocuparemos más adelante, también de signo liberal.
Días después otra versión salió publicada en el periódico El Áncora, diario católico de Pontevedra, núm. 1644, del sábado 7 de marzo de 1903; reproducía la publicada en El Correo Español. Por delante iba la crítica a los medios «amarillistas» y liberales como La Época y El Globo (sin citarlos expresamente), que, dejando a un lado la ética periodística, publicaban informaciones poco fiables, especialmente cuando había monjas o curas por medio. Pero ciertamente no sé hasta qué punto es digna de crédito esta segunda versión de lo sucedido, puesto que se nos dice de antemano que es resultado de la especulación. Incluye, sin embargo, los nombres de algunos los protagonistas, algo que echábamos de menos en la noticia de La Época.
He aquí lo que nos dice este periódico, y que el lector decida por su cuenta qué versión es más fiable: ésta, la del periódico La Época, o la de El Globo (a la que haré referencia más abajo).
Ni monja, ni á la fuerza
LA VERDAD EN SU PUNTO
Algunos periódicos liberales de la mañana husmearon en el Juzgado de instrucción carne de monja, y sin andarse en tonterías, después de espeluznantes epígrafes, nos sueltan una novela, en la que no hay de verdad otra cosa que lo que debe de tener completamente sin cuidado á ellos y al público para quienes escriben.
Hemos procurado enterarnos de lo ocurrido, recurriendo á fuentes que nadie puede recusar, y de esta información hemos deducido los hechos siguientes:
Hace próximamente tres años que la esposa de Sandalio Lucas Parreño, vecino del Campo de Criptana, salió de su pueblo en compañía de su hija Eugenia, llegando á Madrid, en donde ambas se pusieron a servir. Al poco tiempo cayó enferma la madre é ingresó en el Hospital General.
Las Hermanas de la Caridad, compadecidas al ver abandonada á la pobre muchacha, procuraron y lograron que fuera admitida como alumna en el Asilo de la Santísima Trinidad, en donde aun continúa muy contenta, habiendo aprendido perfectamente un oficio y no queriendo salir de allí con otra persona que con su madre.
Eugenia está bien desarrollada, y su aspecto está muy lejos de denunciar malos tratos y encierro forzoso.
Es cierto que su padre la reclama, y para ello ha estado hace pocos días en el Asilo; pero no es cierto que las monjas pusieran más dificultad para entregársela que la falta de permiso de su madre, permiso que, las mismas Hermanas fueron á buscar al Hospital, en donde aquélla se encuentra otra vez enferma.
Con esto se comprende que también es falso que el padre no sepa dónde está su mujer.
Eugenia no es monja, sino alumna; mal puede, por consiguiente, llamarse Sor María. Tiene en el Asilo el nombre de Luz y pertenece á la clase de Marías.
Esto es lo que ocurre, todo ello bastante menos sensible que el quiera convertirse en indigo [errata, por «indigno»] secuestro lo que es un acto de caridad.
Secuestros así quisiera la opinión honrada, á que apelan estos periódicos, para los miles de golfos y golfas que llenan las calles de Madrid.
Esta versión nos da informaciones muy interesantes. No hubo, al parecer, ninguna «reclusión forzosa» como decía La Época, ni tampoco un secuestro. E, incluso, el nombre de «Sor María» parece ser falso, ya que la joven Eugenia tampoco era monja. Conocemos también esta versión, al menos, los nombres del padre (Sandalio Lucas Parreño) y de la hija (Eugenia), aunque no el de la madre.
Hay que citar, además, una tercera versión de la historia, próxima en lo que se refiere a tendencia ideológica y exposición de los hechos a la de La Época, aunque más rica en detalles. Se había publicado con el título El calvario de un padre. Hija robada, en el periódico también liberal El Globo, año XIX, del martes 3 de marzo de 1903. Nos da esta noticia el nombre del padre, el de la hija, y, añade, además, el de la madre, Paulina Navarro. Ambos se habían casado en el año 1886, y según el padre,
…con ella vivió en paz y en gracia de Dios hasta el fin del siglo pasado, en que Paulina desapareció del hogar doméstico, llevandose a Eugenia; sin duda pensó que á siglo nuevo vida nueva.
Se refiere también este periódico a la joven Eugenia Lucas Navarro como la monja «Sor María…. recluida contra su voluntad en el Asilo de la Santísima Trinidad», algo que desmiente el periódico El Áncora. Un último punto interesante: según este periódico, la Comunidad Religiosa del Asilo de la Santísima Trinidad en que permanecía la joven, era muy:
…conocida por el excelente jabón y chocolate que fabrica; por el celebrado Boletín del Asilo, llamado vulgarmente Boletín del pan de San Antonio, y por su caridad.
Ahora, lector, elige con qué versión de los hechos te quedas.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO