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Por aquellos años, la I Guerra Mundial asolaba Europa, pero España había quedado al margen, declarándose neutral. No quiere ello decir que fuera la España de entonces un país tranquilo como una balsa de aceite, ni que la política nacional mantuviera sus actividades dentro de los límites de esa sensatez que siempre presuponemos como atributo fundamental de la clase política. Coincidiendo con el año 1914, el sistema político español, que por un periodo de tiempo había funcionado, entró en una grave crisis, cuyos efectos serían desastrosos para el estado y para la sociedad.

Similar era el clima político en Campo de Criptana. Muestro de ello es el manifiesto que en 1915 publicó aquel emprendedor corredor de Bolsa, avispado empresario, que creó un imperio vitivinícola con sede en Campo de Criptana. De él ya hemos hablado en este blog: es Alfredo Ruescas. Y como la erótica del poder (expresión manida, aunque tan cierta como que el sol sale cada mañana) tira más que dos carretas y no hay hombre de negocios ni nuevos ricos que puedan resistirse a sus encantos, también a Ruescas le sedujo, y se metió Ruescas en política, como si no tuviera ya bastante con sus negocios, y fue alcalde de Campo de Criptana. Después, ya como ex-alcalde, Alfredo Ruescas emitió un manifiesto en el que reivindicaba su buena gestión frente al caos que, según él, vivía por aquel entonces el Ayuntamiento de Campo de Criptana, situación que, por supuesto, era reflejo puro y cristalino de lo que ocurría en la política nacional. Tal manifiesto se publicó en el periódico El Liberal, año XXXVII, núm. 13.088, del lunes 1 de noviembre de 1915, y decía así:

El Ayuntamiento de Criptana

El respetable ex alcalde de Campo de Criptana, D. Alfredo Ruescas, ha publicado un notable manifiesto encaminado á conocer su honrada y fructífera gestión municipal durante los períodos en que desempeñó la alcaldía, comparada con la desdichada administración que actualmente sufre aquel vecindario.

Parece ser que, agotados los fondos municipales y encontrándose los caminos y calles de la expresada población en un estado realmente lamentable, el Ayuntamiento trata de llegar, como remedio de tal situación, á la prestación personal.

Los elementos independientes de Campo de Criptana y los liberales no aliados con los conservadores han resuelto acudir á las urnas en las próximas elecciones municipales llevando candidatos de verdadero prestigio y rectas intenciones que sepan remediar los presentes males.

Cuna la población de un viejo y arraigado caciquismo, habrán de pelear muy bravamente los que aspiran á emanciparla por completo de las fracasadas oligarquías.

Por lo que dice Ruescas, el ayuntamiento criptanense estaba en bancarrota debido a la «desdichada administración que actualmente sufre aquel vecindario», a lo que se sumaría la persistente influencia de ese caciquismo que aún seguía teniendo bajo su control buena parte de La Mancha, y de un nepotismo que perpetuaba las sagas familiares en política. Y hablando de caciquismo y nepotismo pongamos un ejemplo de lo que ocurría entonces, no con los alcaldes, sino con los diputados por Ciudad Real. Una familia domina el panorama político en esta circunscripción: los Baíllo, muy vinculados a Campo de Criptana. Así encontramos que Juan Bautista Baíllo fue diputado en 1853; Ramón Baíllo y Baíllo desde 1893 a 1918; Francisco de Paula Baíllo y Castilla en 1899; y Ramón Baíllo y Marañón en 1879 y 1881. Por desgracia, lo que vino a sustituir a estos caciques no fue mejor, aunque la pregunta pertinente es: ¿Realmente, ya no hay caciques?

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO