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Continúa hoy esta serie dedicada a la crónica negra ferroviaria de Campo de Criptana con dos sucesos ocurridos respectivamente en 1929 y 1933, y un suicidio en 1910. Como en los casos hasta ahora expuestos, la mala suerte tuvo mucho que ver también en las dos primeras desgracias. Una tuvo lugar en un paso a nivel; la otra en la estación criptanense.

1929. Heraldo de Madrid, año XXXIX, núm. 13.523, del sábado 1 de junio:

CIUDAD REAL, 1. – Comunican de Campo de Criptana que en el paso a nivel de la línea de Madrid a Valencia un carro que intentó cruzar fué arrollado por un tren. El conductor del vehículo, Gregorio Rodríguez, resultó ileso, y su mujer, Candelaria Escobar, quedó destrozada. También murieron las dos caballerías que tiraban del carro.

1933. El Sol, año XVII, núm. 4.911,  del martes 9 de mayo:

Un niño muerto por el tren.

ALCÁZAR DE SAN JUAN 8 (10 noche). – En la estación de Campo de Criptana el rápido ascendente de Valencia arrolló y mató al niño Mario Manzaneque Parreño, de trece años, vecino de aquella población (Febus).

En estos casos la muerte vino y actuó por su cuenta, inesperadamente y por sorpresa. Pero hay otros casos en que la muerte se buscó, y no sabemos cuáles fueron los motivos. Era en otros tiempos muy socorrido, entre los métodos de suicidio, ponerse ante un tren, o dejarse arrollar por él. Un ejemplo lo encontramos en la siguiente breve noticia publicada por el periódico La correspondencia de España, año LXI, núm. 19.168, del viernes 5 de agosto de 1910:

De un hecho triste hay que dar cuenta. En Criptana se arrojó al paso del tren una vecina de dicho pueblo, que fué arrollada por el tren, quedando muerta instantáneamente.

Lo curioso es que este suicidio tuvo lugar al paso uno de los trenes «botijiles» a Alicante, que el periódico nos describe así:

ALICANTE (Jueves, mañana). Ha llegado la peregrinación botijil.

Ha sido recibida con entusiasmo delirante; no se recuerda nada semejante. Acto tan transcendental no ha sido nunca visto. No se habla de otra cosa en la población.

El patriarca, el popular Mestre, ha sido aclamado como una de las primeras figuras españolas. Los andenes de la estación estaban atestados.

Una Comisión del Ayuntamiento, presidida por el teniente de alcalde Sr. Mendaro, fué a recibir á la grey.

También había representaciones del Comercio, Centros, Prensa local y hasta música.

El colosal Mestre se ha visto abrumado de felicitaciones.

Tanta alegría y alborozo se vio empañada por el suicidio de la criptanense.

Esta «peregrinación botijil» es lo que popularmente se llamó por aquella época el «Tren Botijo». Fue una idea del periodista Ramiro Mestre Martínez (1847) que puso en marcha desde este periódico, del que era redactor, trenes especiales conocidos con el nombre de «Trenes Botijo» para llevar turistas en masa a ciudades costeras. Era una forma de veraneo para la burguesía de la época. El nombre viene de la costumbre que tenían los viajeros de llevar un botijo para mitigar el calor y la sed durante el viaje entre Madrid y Alicante, de unas 14 horas de duración. En 1898 la ciudad de Alicante nombró a Mestre hijo adoptivo por su contribución al turismo de la ciudad.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO