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Resulta grandilocuente el título que doy al post de hoy, pero queda bien y, sobre todo, tiene muchas evocaciones (seguramente) para cada lector. Realmente, no podemos hablar de guerra del agua, aunque en la historia de La Mancha el agua podría haber dado lugar a algo más que guerras, dada su escasez. Deberíamos hablar de una trifulca, una riña callejera, una pendencia transitoria, un altercado de medio pelo o una agarrada de andar por casa. La cuestión era: ¿Beber de la botella o del vaso? A pesar de su poca, por ni decir nula, importancia, el suceso llegó a la prensa, aunque es necesario dejar claro que fue únicamente la de carácter comarcal la que lo recogió como noticia con el título, irónico, Por ser higiénicos…. El periódico que la publicó fue El Pueblo Manchego, en el número correspondiente al año VI, núm. 1.678, del 19 de agosto de 1916.
En un café de Campo de Criptana discutieron los hermanos José y Gregorio Manzaneque y Antonio y Juan Leal, los dos primeros por haber bebido agua en las botellas, haciendo caso omiso de los vasos que allí había y los segundos haberlos recriminado por tal motivo.
Ambos individuos marcharon á la calle y allí se formó la gran gresca, zumbando por los aires infinidad de piedras y dos balas de pistola.
El José y el Antonio salieron heridos.
Es curioso que por un asunto tan intrascendente se montara tal pendencia que acabó, incluso, con algún que otro disparo. Posiblemente haya que pensar que, detrás de este suceso, había un rencor antiguo entre ambas familias, muy enconado por el paso del tiempo, por unas lindes movidas, por un amor no correspondido, por unos demonios de celos y por muchas cosas más. Familias que se odian ha habido siempre, y no hay nada más que volver la vista al pasado para hallar muchos ejemplos, el más importante e inmortal de los cuales es, sin duda, el que encontramos entre los Capuletos y los Montescos. Y ya sabemos cómo acabaron Romeo y Julieta.
Posiblemente las botellas y los vasos de agua fueron una excusa. Si fueron realmente la causa, no quiero ni pensar a qué habría llegado la pendencia si alguien hubiera osado no utilizar posavasos.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO