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Asesino, Asturias, Audiencia provincial, campo de criptana, Cataluña, Cárcel, Cine mudo, Ciudad Real, Crimen, Cuchara, Francisco Arenas, Francisco Escolano, Fuga, Guardia de asalto, Huída, Huelga, Ignacio Huertas Carrillejo, II República, Indulto, Joel Coen, Manta, Odisea, Oh Brother, Política, Revolución de 1934
El 27 de octubre de 1934 llegó a la prensa la noticia de la fuga de varios presos de la cárcel de Ciudad Real; uno de ellos era criptanense. Ocurría este acontecimiento el día 26 de ese mes, en un periodo muy convulso de la política española de aquel entonces; justamente siete días antes, el gobierno había acabado de sofocar la llamada «Revolución de 1934», la huelga general que había comenzado el día 5 con Cataluña y Asturias como focos principales.
Es posible que las cárceles españolas se vieran a afectadas por esta situación y que, de algún modo, se descuidara la vigilancia con consecuencias para el mantenimiento de la seguridad de estas instituciones. De lo ocurrido en la cárcel de Ciudad Real nos da cuenta el periódico La Vanguardia, del sábado 27 de octubre de 1934 (pág. 25):
Captura de presos fugados de la prisión
CIUDAD REAL, 26
Esta mañana una patrulla de guardias de Asalto vieron en los alrededores de la cárcel a tres sospechosos, a los que dieron el alto. Los sujetos huyeron y los guardias dispararon al aire para intimidarlos. Detenidos, resultaron ser tres reclusos fugados, que se llaman Francisco Escolano, detenido por robo; Francisco Arenas, por tentativa de hurto, y Manuel Segovia, condenado a diez años por muerte de un patrono en el campo de Criptana cuando discutía con él. Se les ocuparon trozos de mantas y dos cucharas en forma de gancho, que emplearon para descolgarse de la cárcel. Fueron reintegrados á la prisión.
Como ya he dicho, uno de estos presos era criptanense. Se trata de Manuel Segovia. Un año antes había asesinado con dolo, saña y alevosía al también criptanense Ignacio Huertas Carrillejo, una madrugada del 26 de octubre de 1933, en una finca situada en el término municipal de Socuéllamos (El Sol, año XVII, núm. 5.060, del domingo 29 de octubre de 1933; Heraldo de Madrid, año XLIII, núm. 14.898, del 30 de octubre de ese año). De este crimen traté en el post titulado Crimen imperfecto (Campo de Criptana, 1933) (I) del 9 de noviembre de 2012. En junio tuvo lugar en la audiencia provincial de Ciudad Real el juicio contra Manuel Segovia por el asesinato de Carrillejo. Recogieron los detalles del proceso los periódicos Heraldo de Madrid, año XLIV, núm. 15.100, del viernes 22 de junio, y La Voz, del mismo día (véase al respcto el post titulado Crimen imperfecto: Campo de Criptana, 1933, II, el 10 de noviembre de 2012). Manuel Segovia estuvo a punto de conseguir el indulto, pero al final fue condenado a diez años de cárcel; parece evidente que la Justicia valoraba en muy poco una vida humana… y que el asesino no tuvo paciencia para cumplir su pena.
Intento imaginarme la escena de los presos descolgándose por el muro ayudados por las cucharas y las mantas, método más propio de una película cómica de cine mudo que de la realidad. Aunque también me vienen a la mente escenas de películas en las que esta fuga no pasaría desapercibida, por absurda y surrealista, e incluso dadá (sin que yo pretenda transgredir con esta valoración los límites de lo razonable); por ejemplo, aquella magnífica película, recreación de la Odisea, dirigida por Joel Coen en el año 2000 y titulada Oh, Brother, Where Art Thou?
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO