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La producción de textiles era una importante fuente de riqueza en Campo de Criptana en el siglo XVIII. Eugenio Larruga nos da cuenta de ello en el tomo XVII de sus Memorias políticas y económicas sobre los frutos, comercio, fábricas y minas de España, que se publicaron en Madrid en el año 1792. No voy a detenerme mucho ahora en este tema, porque ya traté de él en un post anterior, titulado Riquezas de Campo de Criptana en el siglo XVIII: El azafrán y los textiles (31 de enero d de 2012), aunque sí creo importante recordar algo de aquella antigua industria que tuvo Campo de Criptana en aquella época y que se fue extinguiendo, poco a poco, a lo largo del siglo XIX. Larruga nos dice en las págs. 265-266 que, por su época, se fabricaban estameñas, albornoces y ligas en Campo de Criptana; recuerda además que en otro tiempo se hacían también paños, tantos que daban trabajo durante casi todo el año al batán de Alhambra. Esto no debe extrañar, dado que la abundante ganadería ovina proporcionaba la materia prima básica: la lana. En 1748 quedaban en Criptana solamente «telares corrientes», y poco a poco la producción especializada se fue perdiendo. Posiblemente, un cambio en la fiscalidad que afectaba a este tipo de empresas en Campo de Criptana pudo ser la causa de su extinción.
A medida que fue descendiendo la actividad de producción textil fue aumentando la presencia de criptanenses dedicados a la confección, a la sastrería y a otros oficios relacionados.
El Anuario-Almanaque del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración ó almanaque de las 400.000 señas, también conocido como «Bailly-Baillière», del año 1879, recoge en su pág. 617 los nombres de dos tejedores, como Mariano Marco Morago y Manuel Olivares de Sañoso Carramolino, y nombre de un sastre: Lorenzo Pizarro Reíllo, que era hermano del médico militar Manuel Pizarro y Reíllo al que dediqué un post en su momento: Criptanenses ilustres: El médico militar Manuel Pizarro y Reíllo (1877-1901). De Lorenzo Pizarro sabemos que en 1876 firmó, junto a otros muchos criptanenses, un manifiesto de adhesión al Papa que se enviaría al Vaticano el día 16 (El Siglo Futuro, año I, núm. 130, del miércoles 7 de junio de 1876).
Los Anuarios de 1880 (pág. 805) y 1882 (834) recogen los mismos nombres, pero es curioso constatar que el del año 1886 (págs. 1026-1027) presenta algún cambio. Ya no se citan tejedores, pero, en cambio, encontramos cuatro sastres (Lorenzo Pizarro, Dionisio Fernández, Antonio Millán y Ulpiano Segovia) y dos tintoreros: Francisco Cuadra y Maximino Cuadra.
En 1901 el panorama económico de Campo de Criptana relacionado con la confección y afines se diversifica, de acuerdo con las necesidades de la evolución de la moda en la época. El Anuario Riera de ese año, recoge los siguientes datos (pág. 913):
Mercerías. Florentino Escribano, Domingo Esteso, Antonio Gullón.
Modistas: Dolores Cereceda, María Corzano, Dolores Fernández.
Sastrerías: Jacinto Arteaga, José V. Bustamante, Ramón Fernández, Marcelino Hernández, Faustino Rodríguez.
Sombrerías: Manuel Cantarero.
Tejidos (comercios de): Venancio Bernalte, Florentino Escribano, Domingo Esteso, Antonio Gullón, viuda de Santiago Ortiz y Hno.
Los tintoreros, presentes en el anuario de 1886, ya no aparecen en 1901.
Más o menos la misma situación se da en el Anuario Riera de 1904 (pág. 1381), aunque hay algunos cambios. A los tres propietarios de mercerías citados se unen Venancio Bernalte, también dedicado al comercio de tejidos, Juan Ferrán y Cª y el hijo de Santiago Ortiz. A las tres modistas citadas en 1901 se une una más: Concepción Moreno. Entre los sastres ya no aparece Marcelino Hernández, y a los comerciantes de tejidos se une Juan Ferrán y Cª, también dedicado a la mercería. La sombrerería de Manuel Cantarero, citada en 1901, ya no aparece en 1904; en su lugar encontramos las de Domingo Esteso, Florentino Escribano y Antonio Gullón.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO
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