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Molinos de viento de Campo de Criptana: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2008)

Molinos de viento de Campo de Criptana: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2008)

Y ya finalizamos con esta entrega la larga serie dedicada, merecidamente, al escritor Eugenio Noel y a su visión cervantina de Campo de Criptana y de sus molinos de viento. Y finaliza con el particular sentimiento nostálgico del autor por los tiempos en que los molinos criptanenses giraban sus aspas, enteros, sobre su sierra, cuando presidían altivos desde su tribuna a su pueblo. Como ya dijimos, Noel dejó esto escrito en su España nervio a nervio (Madrid 1924) que más que un libro de viajes es un viaje literario. Continúo hoy con lo que se dice en la págs. 23-24:

Detrás de ellos está la llanura fría, la estepa brumosa, la calima turbia de tantas leguas de horizonte llano. La irradiación crepuscular salva en los términos primeros del paisaje ringleras interminables de vidas; e iluminados con esta luz los molinos, con el fondo estepario que resalta en relieve poderoso el inaudito vigor del cono, gusta el espíritu contemplarles, sonríe el alma al poder del genio que tanta vida les dió. Tanta, tanta vida, tan eterna, que esos molinos moribundos acongojan el pecho, como si se fueran para siempre los testigos de aquel día. Pronto, muy pronto, no quedará de ellos ni el recuerdo de su emplazamiento. Las casas de Criptana trepan hacia ellos, los van envolviendo, los atralsillarán pronto, como la miseria a Cervantes, como la desgracia a su Caballero. Y nadie piensa en conservarlos.

Mucho comentarista, triscando por los recuetos y vericuetos del cervantismo; mucho descaecer estas o las otras inducciones; mucho simbolizar al modo de Villegas, de Polonius o Benjumea; mucho rigor germano en meditaciones enrevesadas con frases de libros de Caballerías; todo ello para que vengáis aquí cierta tarde, y de tanto testigo de la escena sublime encontréis en pie sólo dos; y éstos condenados, como los otros, a servir sus piedras, sus maderas y su recocho al primero que vaya por ellos…

La Sierra de los molinos de Campo de Criptana: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2007)

La Sierra de los molinos de Campo de Criptana: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2007)

No hay, posiblemente, imagen más acertada que la que traza Noel de las casas de Criptana, encabalgadas en su sierra, como parte de ella, espectáculo único en La Mancha; habrá más pueblos con molinos de viento, pero ninguno está tan encaramado a ellos como Criptana. Inseparables: ni Criptana es posible sin los molinos, ni los molinos sin Criptana, tanto monta monta tanto. Campo de Criptana, su sierra y sus molinos… esa trinidad y a la vez una, pero trina al fin y al cabo. Al final, resuena el grito desesperado de Noel: tanto Cervantes, tantos eruditos dando vueltas a su novela, tanto Quijote y tanto caballero, tanto mito y tanta leyenda… ¿para qué? ¿para que el esforzado viajero se encuenre en Campo de Criptana solo dos molinos en ruinas? Por fortuna, el desastre no se consumó, y Criptana mimó los molinos que le quedaban y se preocupó de que no pereciesen arruinados. Pero esto es otra historia, y de ella tendremos que hablar cuando toque. Si los molinos siguen ahí es, sobre todo, gracias al alcalde poeta, a José González Lara, a aquel alcalde que tuvo Criptana y que, como pocos, pudo ver mucho más allá de su tiempo y vislumbrar un futuro cervantino y quijotesco para su pueblo, y un lugar para él en el mundo. Pero de eso fue hace mucho, mucho tiempo…  y lo trataremos en otra ocasión más propicia para la poesía.

Para finalizar y, de nuevo tratándose de Noel, es necesario hacer algunas puntualizaciones sobre el léxico que, como en toda su obra, es raro y exótico unas veces, y popular otras. En primer lugar hablemos de «ringlera», préstamo catalán, relacionado con «renglón». Según el DRAE, «ringlera» es una «fila o línea de cosas puestas en orden unas tras otras». Otro término es «atralsillar», que no está recogido en el DRAE. Quizá se usa aquí en lugar de «atraillar», derivado del sustantivo «traílla». En el lenguaje de la caza, la «traílla» es la «cuerda o correa con que se lleva al perro atado a las cacerías, para soltarlo a su tiempo» (DRAE). Así, igual que el lazo que rodea el cuello del perro de caza, las casas de Criptana acabarían rodeando a su sierra y a sus molinos.

En otro momento hablaremos de algunos de los personajes citados, porque se hace tarde y, con lo dicho, ya hay bastante por hoy.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO