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Iglesia del Convento de Carmelitas Descalzos de Campo de Criptana  (fachada): Foto de José Manuel Cañas Reíllo 2012

Iglesia del Convento de Carmelitas Descalzos de Campo de Criptana (fachada): Foto de José Manuel Cañas Reíllo 2012

Ayer hablé sobre requisitoria del Juzgado de Alcázar de San Juan, publicada en el Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real del día 8 de agosto de 1873 (pág. 7). Solicitaba a los jueces y policía de la provincia de Ciudad Real que practicaran las diligencias necesarias para dilucidar el robo del que había sido víctima el Convento de Carmelitas Descalzos de Campo de Criptana. Los bienes robados fueron: dos cálices con sus patenas, una caja de plata para la consagración, cuatro cadenas de un incensario, una capa y una casulla, ambas antiguas y de valor. Coincide lo listado con lo que dice el artículo publicado en el periódico menorquín El bien público (año I, núm. 112, del martes 15 de julio de 1873; véase: Un cruel asesinato y un robo impío, Campo de Criptana, 1873). Sin embargo, al corresponsal le llamó poderosamente la atención el hecho siguiente:

Los ornamentos y otros efectos que había en la sacristía se han encontrado tirados en el suelo, y lo raro del caso es, que no han tocado á una corona de plata que tenía puesta sobre la cabeza una efigíe (sic) de la vírgen que estaba en la misma dependencia.

Quizá podríamos explicar el hecho de que los ladrones no se llevasen la corona de la Virgen por un pequeño resquicio de piedad religiosa en sus mentes criminales o por un cierto sentimiento de superstición o miedo a un castigo divino. Quizá pensaron que robar un cáliz era una cosa, pero robar a la misma Virgen su corona entraba en el terreno de la profanación. El mismo artículo nos explica cómo accedieron los ladrones al convento:

Los ladrones para perpetrar el robo saltaron las tapias de una huerta contígua (sic) al mencionado convento, de propiedad particular hoy. Una vez en la huerta limaron los hierros de una reja y penetraron en el interior donde después de haber fracturado cuatro puertas lograron entrar en la sacristía, que era su intento.

Es probable, como apunta el periódico, que el robo hubiera sido cometido por la misma banda que fue responsable del asesinato del segador.

El Santo Grial: Dante Gabriel Rossetti (1860)

El Santo Grial: Dante Gabriel Rossetti (1860)

Veamos ahora algunos otros casos llamativos de pérdida de patrimonio histórico y cultural. Varios periódicos se hicieron eco en el año 1879 del robo de un valioso cuadro del Cristo que se hallaba en la Iglesia Parroquial (véase: Un robo en Campo de Criptana en un periódico de Kansas, 1879, y Más noticias sobre el robo del cuadro del Cristo, 1879). Era, al parecer, un cuadro que representaba al Cristo de la Buena Muerte, de gran calidad artística. Otro caso, también lamentable, fue la pérdida en un momento sin determinar de una custodia de plata, obra del afamado orfebre Francisco Becerril, uno de los mejores de todos los tiempos, que se hizo para la Iglesia Parroquial criptanense entre los años 1565 y 1569 (véase: Una valiosa obra de arte en Campo de Criptana: La custodia perdida de Francisco Becerril, 1565-1569). Lo dejo aquí, aunque podríamos aportar muchos ejemplos más.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO