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Carlos Vázquez (1869-1944) hizo de magnífico anfitrión de quien posiblemente fue el mejor ilustrador del Quijote de todos los tiempos, Daniel Urrabieta Vierge. Fue un periplo aventurero y artístico, casi místico, por las tierras de La Mancha. Fueron compañeros de viaje los dos artistas, Vázquez y Urrabieta, y cada uno descubrió el alma cervantina a su manera: el primero, con sus pinturas y sus dioramas sobre escenas del Quijote, muy célebres en su época; el segundo, con sus dibujos y acuarelas de paisajes manchegos, también criptanenses. Unos días de esa estación ambigua, en La Mancha, el dorado otoño, recibieron a los dos artistas extasiados por sus paisajes, por sus villas, sus calles, sus rincones y sus gentes, y ellos vivieron aquí su propio ensueño. Tuvo suerte Campo de Criptana en aquellos años finales del siglo XIX y en los primeros del XX. Fue lugar de peregrinación, casi sagrada, para muchos; hacia 1896 Urrabieta Vierge; más o menos por aquellos años Augusto Floriano Jaccaci, y en 1905 Azorín. Todos ellos, y muchos más, vinieron a Campo de Criptana en busca de inspiración, y su vida ya nunca volvió a ser como antes; el cervantismo criptanense, y sus paisajes, marcan para siempre. Que se lo digan a Azorín, por ejemplo, cuya vida y memoria quedaron para siempre ancladas a su Ruta del Quijote. Luego vendrían muchos otros, y todos ellos enriquecerían su espíritu con el alma cervantina que pervive en Criptana.
Sobre las circunstancias del viaje de Vázquez por La Mancha y de su paso por Criptana, nos da detalles él mismo en el prólogo de la edición del Quijote (págs. V-VI), ilustrada con láminas de Daniel Urrabieta Vierge, que se publicó en 1916 (2ª edición: Barcelona, 1930):
Recordaré siempre la alegría con que, en el otoño de 1896, llegamos juntos a España, para que hiciese mi inolvidable compañero, sobre el terreno, los estudios de los dibujos que se reproducen en este libro, y nos pusimos sobre la pista de Don Quijote y Sancho Panza. Mi intimidad con Urrabieta Vierge, y la circunstancia de ser yo manchego y residir mi familia en Ciudad Real, lo que nos proporcionaba facilidades para hacer aquella ruta lo más agradable posible, hicieron que yo resultara el más indicado para acompañarle en aquel viaje, no desprovisto de molestias, pues entonces no había cruzado aun ningún neumático aquellas polvorientas carreteras.
Mes y medio empleamos en tan interesante viaje, durante el cual pudimos ver, con curiosidad y emoción a un tiempo, cómo se conservaban los edificios y lugares que describiera Cervantes.
Respecto a Campo de Criptana nos dice:
… Campo de Criptana, donde encontramos aún los que llamó «desaforados gigantes» y son sencillamente pintorescos molinos de viento, sin ninguna adición ni mejora de entonces acá.
Vázquez dice después que Urrabieta llenó tres álbumes de dibujos con los parajes que habían recorrido. Con ellos se publicó una edición en Nueva York, titulada Sobre la pista de Don Quijote, y algunos dibujos se hallan en el Petit-Palais, de París.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO
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