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Aquella noche del 1 de septiembre de 1885, hacia las diez, regresaba Santos Ortiz del Casino, no sabemos de cuál, si el Primitivo o el de la Concordia, pues dos tenía en aquella época Campo de Criptana. Suponemos que aquélla era una de esas noches plácidas del languideciente verano de septiembre; quizá una noche tranquila, silenciosa, clara bajo la luz de la luna. Quizá Ortiz volvía a su casa tranquilamente y satisfecho de aquel día; puede que hubiera ganado en las partidas de dominó, o quizá había perdido. ¿Quién sabe?  Tenía una posición económica desahogada, pues pagaba una contribución de 218 pesetas con 64 céntimos, que era mucho entonces. Era, por tanto, uno de los casi trescientos ciudadanos con derecho a voto en Campo de Criptana.

No estaba lejos el casino de su casa, pues Ortiz vivía en la calle Empedrada, núm. 14. «Calle Empedrada»; posiblemente, no hay nombre más hermoso para una calle: sonoro, expresivo; trae muchas evocaciones de otros tiempos. La Calle Empedrada corresponde a la actual calle de la Virgen en el tramo que va desde el cruce con la calle Castillo hacia el Calvario. El otro tramo de la calle de la actual calle de la Virgen, desde la calle Castillo hasta la calle Tercia, se llamaba Calle del Magnes, y Criptana tuvo por aquella época un Alejandro Magnes que estaba entre los electores de la localidad. Por poco no se llamó Alejandro Magno.

Pero a Santos Ortiz el destino le jugó una mala pasada y la Parca le señaló con su dedo funesto. A Santos Ortiz lo mataron de un tiro a quemarropa; lo mataron en la calle Empedrada, puede que ya cerca de su casa. Le dispararon en los pulmones y murió al poco, y quizá pasaron por su mente, rápidamente, sus últimos momentos en el Casino o episodios de su vida.

Del crimen se hizo eco  la prensa, y se publicaron breves notas al respecto en El Correo Militar y en La Época. Las reproduzco a continuación, porque difieren entre ellas en algunos detalles y entre ambas podemos reconstruir algo mejor el suceso.

El Correo Militar, año XVII, núm. 2.985, del jueves 10 de septiembre de 1885

Un crímen alevoso se cometió el dia 1º del actual, á las diez de la noche, en Campo de Criptana (Ciudad Real).

Al pasar por la calle Empedrada el acaudalado vecino de dicha villa don Santos Ortiz, le dispararon un tiro á quema-ropa, atravesándole el proyectil uno de los pulmones y dejándole cadáver á la media hora.

La Época, año XXXVII, núm. 11.908, del viernes 11 de septiembre de 1885

Ha sido asesinado en Campo de Criptana don Santos Ortiz, comerciante de aquella poblacion y persona que gozaba muchas simpatías.

El asesino esperó al Sr. Ortiz al regresar del Casino á su casa, por un callejón que habia de cruzar, y al efectuarlo, á las diez de la noche, le disparó un tiro á quema ropa que le produjo la muerte á los pocos momentos.

José Benlliure: "La barca de Caronte" (1919). Valencia, Museo de Bellas Artes

José Benlliure: «La barca de Caronte» (1919). Valencia, Museo de Bellas Artes

No he encontrado más noticias sobre este suceso, ni sobre las razones del asesinato ni sobre el asesino. Lo cierto es que Santos Ortiz ya no volvería nunca más a hacer ese recorrido, del Casino a su casa o de su casa al Casino, y que ya nunca volvería a jugar al dominó, ni podría ganar o perder, porque la Parca le había señalado con su dedo fúnebre, y a la Parca no hay quien le rete.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO