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Ya he tenido la oportunidad de señalar en muchas ocasiones qué grandes cambios trajeron a Campo de Criptana los años veinte, aquellos felices y locos años veinte. Uno de ellos fue la llegada del teléfono, gran adelanto que cambiaría a partir de entonces la vida de los criptanenses que podían permitirse el gran lujo que era entonces tener uno en su casa. Era el teléfono ya un viejo invento que se dio a conocer gracias a los desvelos de A. G. Bell allá por 1876. El teléfono encontró rápida difusión en redes urbanas; requirió aún mucho tiempo que se generalizara para comunicaciones interurbanas. En la segunda década del siglo XX ya eran muchos los países que disponían de redes telefónicas. Por ejemplo, en Estados Unidos hacia 1913 ya había casi nueve millones y medio de teléfonos; en Alemania casi un millón y medio, y en toda Europa poco más de cuatro millones y, en todo el mundo, poco más de catorce millones y medio (datos tomados del artículo de A. Calvo Calvo, «El teléfono en España antes de Telefónica, 1877-1924», Revista de Historia Industrial 13 [1998], pág. 61). España se incorporó relativamente tarde a la expansión del teléfono: en 1886 había unos mil teléfonos en toda España; en 1922, ya eran poco más de sesenta mil, y en 1930 más de doscientos mil (ibid., pág. 64).
El teléfono comenzó su andadura en Campo de Criptana un domingo de enero del año 1922. Fue un sonado acontecimiento que congregó en la localidad a muchos altos cargos del servicio de teléfonos y telégrafos de Madrid, tal y como nos cuenta la noticia titulada Inauguración oficial de la red telefónica urbana, que se publicó en el periódico comarcal El Pueblo Manchego, año XII, núm. 3.314, del 30 de enero de 1922. Reproduzco tal cual el texto, que, por cierto, presenta numerosas erratas, faltas de ortografía y de estilo:
Ayer domingo se celebró la inauguración de la red telefónica urbana.
Con este motivo vinieron de Madrid los jefes del cuerpo Telégrafos D. Pedro Perez Sanchez, don Ramón Roldán, D. Manuel Rodero, D. Gregorio Vazquez, don Francisco Javier Buzón y don Juan Rodríguez. También asistió el jefe de línea don José Roldán. El jefe de la sección Sr. Expósito, no pudo asistir por hallarse atacado de un fuerte catarro, enviando un telegrama de adhesión.
Los altos funcionarios de Telégrafos en unión de las autoridades locales e invitados recorrieron todas las dependencias del magnífico edificio que en la Plaza Mayor ocupa la oficina de Telégrafos, haciéndose eco de la amabilidad y cortesía del encargado de aquella estación telegráfica Sr. Villacañas.
A la una de la tarde fué servido a los invitados un expléndido (sic) banquete en el «Casino Primitivo». Ofreció el banquete el Sr. Alcalde, dedicando frases encomiasticas a D. Ramón Roldán, ya conocido en este pueblo. El Sr. Roldán dió las gracias por los elogios que le dedicaba de los que se cree inmerecedor.
El Sr. Simón saludó a los funcionarios de Telégrafos haciéndoles las siguientes peticiones en nombre del vecindario:
Primera.- Ampliación de la central urbana a los pueblos cercanos La Aldea y Arenales de la Moscarda (sic, por «la aldea de Arenales de la Moscarda»), pertenecientes a este municipio.
Segunda.- Implantación de varios circuitos más estre (sic) esta y Alcázar de San Juan, y
Tercera.- Elevación a completo de la estación telegráfica.
El Sr. Pérez Sánchez, habló después concediendo las dos primeras peticiones como jefe que es de la División Telefónica. Respecto a la tercera de ellos (sic) manifestó que se lo pediría a sus compañeros de la Dirección, y que estaba casi seguro de que sería conseguido.
En el correo de la noche regresaron a Madrid, acompañándolos hasta Alcázar las autoridades, jefe de Telégrafos y algunos invitados. Los funcionarios de Telégrafos se llevaron grata impresión de Criptana y su vecindario.
A continuación de la noticia se incluyó publicidad de la sidra «El Gaitero», con el lema «esta marca de sidra es la mejor y más acreditada».
La importancia estratégica de la red telefónica quedó patente algunos años después, cuando los conflictos sociales comenzaron a sacudir la plácida vida cotidiana de los criptanenses. A comienzos de octubre de 1931 la central telefónica estuvo en el punto de mira de unos huelguistas que intentaron apoderarse de ella. Su objetivo era, según nos dice el periódico La Vanguardia, del día 2 de octubre de ese año, «que los patronos no pudiesen comunicar con el gobernador y las autoridades…» Para ello, «los obreros intervinieron los aparatos de los locutorios…» (véase: Huelgas y teléfonos, Campo de Criptana, 1931).
Por cierto, el alcalde que propició estos fastos fue Domingo Esteso Maldonado, aquel que ese mismo año, allá por mayo, se convirtió en objetivo de los ataques del diario independiente criptanense El Sarmiento (véase: El alcalde Domingo Esteso y la cuestión de las escuelas, Campo de Criptana, 1922).
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO
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