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Noticia es que un hombre muerda a un perro y no viceversa. Generalmente, son noticia aquellos sucesos extraordinarios, raros, poco comunes e inesperados; lo cotidiano de la vida no suele ser noticia ni despertar el menor interés social. Y si la noticia lleva consigo algo de morbo, razón de más para que tenga un hueco en la prensa, en la televisión o en la radio, porque no hay nada que guste más a la sociedad que el morbo más insano. Pero no es éste un defecto de la sociedad actual; es algo innato a la Humanidad y sin él ella no puede subsistir; es, por decirlo de alguna manera, como ese aire que se necesita respirar, o ese alimento que garantiza las funciones vitales básicas. Todo esto viene a cuento por una curiosa noticia que he encontrado en un periódico diario que se publicaba en Tortosa: El Estandarte Católico, año X, núm. 2683, del 31 de mayo de 1900. Por supuesto que en el año 1900 España no era el paraíso del trabajador, ni los derechos laborales eran los que hoy consideramos fundamentales; a pesar de ello, el extremo al que llegan los acontecimientos narrados en esta noticia no debían de ser los más habituales ni comunes, y la prueba es que el hecho fue noticia. Y había razones sobradas para ello, como se verá:

En el pueblo de Criptana un individuo ató una soga de esparto al cuello de su criada. Después de hacerla dar 80 vueltas á la noria del huerto y pasearla por el mismo durante dos horas, la llevó a la cocina, atándole fuertemente á la reja. En aquella posición la tuvo dos días sin darle de comer más que una vez al día unas sopas de ajo muy saladas. Enterada la Guardia civil del hecho, detuvo al sugeto (sic) en cuestión, entregándole al juzgado de aquel partido.

Realmente es una estrategia de tortura muy retorcida la que llevó a cabo este «sujeto», tal y como le llama el periódico sin que, lamentablemente, nos lo identifique con pelos y señales. Habría sido interesante saber quién fue, porque realmente, el recuerdo de cada uno debe perpetuarse en recompensa a sus hechos: el malo para los malos, y el bueno para los buenos, y que cada palo que aguante su vela y la historia actúe con la justicia debida.

No he podido evitar que me venga a la mente quien mejor encarnó en el cine español de los sesenta la imagen de la sufrida criada española, aquella inolvidable pero injustamente olvidada en sus últimos años Gracita Morales, y su dicho más famoso: «¡Ay, señoritooo…!».

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO