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William Shakespeare: Romeo y Julieta

Wlliam Shakespeare: Romeo y Julieta

No queda ningún viajero indiferente ante aquel aprendiz de castillo que se levanta a pocos metros de la N-420, entre Criptana y Pedro Muñoz. Lo tiene casi todo para ser un castillo, incluso torres, pero le falta un señor, y su dama de regordetes mofletes y largas y rubias trenzas, y un trovador que acuda al pie del balcón a entonar canciones amorosas en provenzal. Es triste, haber sido noble casa, haber aspirado a castillo, y haberse quedado en simple ruina. El destino es así, siempre inexorable. No es el único caso. Contemos cuántas grandes casonas de nuestros campos amenazan ruina, o ya lo son; cuántas casas que en otro tiempo albergaron vida hoy tienen, por único habitante, a la soledad. Nos quedaríamos asombrados. Éste es el patrimonio arquitectónico rural, esa forma única de construir muros que tenían los antepasados… y todo su esfuerzo de siglos se cae a pedazos. Lógicamente, el tiempo tiene mucho que ver; también el abandono; pero sobre todo el vandalismo tiene una gran responsabilidad en esta lenta pero continuada decadencia. Es triste percibir cómo en una tierra seca, con poca agua, esos pozos que durante siglos dieron de beber al sediento en los campos de La Mancha, van poco a poco tornándose vertederos.

Hoy hablaremos del monte de Castilla, de ese castillo que quedó que quedó en casona, y que hoy es ya casi ruina. Es la casa del Monte del Castilla, o digámoslo con más sencillez, la «Casa de Castilla», nombre que nos evoca viejos linajes, noblezas caducas y gestas medievales. La casa, con el extenso monte que la circundaba y con su pozo, salieron a subasta pública nada más comenzar el siglo XX su andadura. El anuncio se publicó en el Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real, del 19 de agosto de 1910 (pág. 4), y decía así:

Se vende en pública subasta un monte titulado de Castilla, sito en término de Campo de Criptana, compuesto de 162 hectáreas, equivalentes á 232 fanegas de 10.000 varas cuadradas, y de una casa en el centro de dicho monte, con magníficas habitaciones para el dueño y la dependencia.

Está poblado de monte bajo, matas y encinas. Contiene caza menor.

Contiguo á la casa hay pozo de agua potable, buena y abundante.

Está atravesado por la carretera de Alcázar á Cuenca y dista unos 7 kilómetros de la Estación de Záncara, 12 de Criptana y 3 de Pedro-Muñoz.

La subasta se verificará por pujas á la llana, en la Notaría de Campo de Criptana, el día 25 del mes actual, á las diez de su mañana.

Los títulos y precios de condiciones estarán de manifiesto con la debida antelación, en referida Notaría, en donde se facilitarán los antecedentes que se soliciten.

La Casa de Castilla está aún hoy en pie, como homenaje al pasado y recuerdo de tiempos mejores para ella. E ironías del destino: muchos castillos a los que envidió hoy sólo son paredones, pero ella, humilde, modesta y discreta, aún se yergue apoyada en sus cuatro torres mientras increpa al fugaz viajero con orgulloso apóstrofe: «¡Mírame, viajero, y detén tu camino; y observa: lo que eres fui, lo que soy serás!».

El paraje del «monte de Castilla» se encuentra situado entre los puntos kilométricos 305 y 306 de la N-420, a su derecha en dirección a Pedro Muñoz. Todo allí evoca grandes y hermosos topónimos de otros tiempos; linda el monte de Castilla con la llamada «Cañada de Castilla» al oeste, con el paraje de La Eruela al sur, y con el de Las Majadas al este. Y al otro lado de la carretera transcurre aquel Camino Viejo de Campo de Criptana, aquel que transitaron tantas generaciones, con la Casa de la Bóveda y la Haza del Majanar a la vista. Su distancia a Pedro Muñoz no llega a los 4 kilómetros; la distancia a Criptana no llega a 10; el «Monte de Castilla», esa frontera entre dos pueblos y entre dos mundos, entre el pasado y el presente.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO

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