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Molino de Campo de Criptana. Ilustración de Daniel Urrabieta Vierge para A F Jaccaci_ On the Trail of Don Quijote (Nueva York 1896)_ Hispanic Society_ Nueva York

Molino de Campo de Criptana. Ilustración de Daniel Urrabieta Vierge para A F Jaccaci, On the Trail of Don Quijote (Nueva York 1896). Hispanic Society: Nueva York

Que han sido muchos los viajeros que han venido a Campo de Criptana siguiendo los pasos de Don Quijote, es algo que ya ha quedado suficientemente patente en este blog. Hagamos ahora un breve catálogo de todos estos peregrinos quijotescos. Hubo entre ellos españoles, como los pintores Carlos de Haes, Carlos Vázquez y José Moreno Carbonero, en 1865, 1896 y 1922 respectivamente, el ilustrador Daniel Urrabieta Vierge (1893), escritores como Azorín (1905 y 1942), el bohemio Eugenio Noel (1924), Ángel Dotor y Municio (1928) y Fernando López Martín (1938). Hubo también franceses, como Alfred Germond de Lavigne (1858), Augusto Floriano Jaccaci (1890) y Camille Mauclair (1931); irlandeses, como Walter Starkie (1933-1935); rusos, como Vasili Ivánovich Nemiróvich-Dánchenko (1902) y chilenos, como el escritor Augusto d’Halmar (1934). Todos ellos fueron quienes poco a poco labraron con sus escritos y sus observaciones la mitología criptanense del Quijote en torno a sus molinos de viento, y a todos ellos debe Campo de Criptana el ser conocida en todos los confines de la tierra.

A ellos sumaremos hoy el testimonio alemán de Friedrich Wilhelm Hackländer (1816-1877). Fue un conocido escritor, entre cuyas obras figuran libros de viaje como Reise in den Orient («Viaje a Oriente»), de 1842, o Ein Winter in Spanien («Un invierno en España»), de 1853-1854, y libros sobre tema militar, como Bilder aus dem Soldatenleben im Frieden («Escenas de la vida del soldado en la paz») de 1841, y Bilder aus dem Soldatenleben im Kriege («Escenas de la vida del soldado en la guerra»), de 1849-1850. Fue también corresponsal en Italia del editor alemán Cotta. Nos interesa aquí su obra Ein Winter in Spanien, publicada como parte de sus obras completas, tituladas Werke («Obras»), en Stuttgart en 1860.

Campo de Criptana aparece citado en dos ocasiones en la segunda parte de esta obra. En la primera (pág. 60), Hackländer habla de Criptana en referencia al proyecto de ferrocarril de Aranjuez y Alicante. Ya estaba en funcionamiento por aquel entonces la línea férrea entre Madrid y Aranjuez, y según él, en el transcurso del año anterior se había abierto un nuevo tramo hasta Tembleque, con la intención de continuar a través de La Mancha hasta su objetivo final en la costa mediterránea.

Página de Ein Winter in Spanien, de F. W. Hackländer

Página de Ein Winter in Spanien, de F. W. Hackländer

Mucho más jugosa en el aspecto literario es la segunda referencia a Criptana, en la pág. 68. Hackländer hace una descripción del paisaje y del cielo criptanense muy en consonancia con el romanticismo alemán de su época. Le llama la atención el hecho de que Campo de Criptana esté situado al pie de una colina, por cuyas hendiduras y grietas marchaban lentamente. Y no escapó a Hackländer la observación de los vientos, aquellos que son tan importantes en La Mancha porque dieron vida a sus molinos durante siglos. Así, nos dice que comenzó a soplar el viento, aunque no era tan cortante y penetrante como los días anteriores; alternaban brisas frías y calientes, a veces agradables, que anunciaban un tiempo lluvioso.  He aquí el texto de Hacklënder:

Campo Critana liegt am Fusse eines Hügels, durch dessen Risse und Sprünge wir uns langsam hinauf arbeiteten. Der Wind hatte sich auch wieder aufgemacht, doch blies er nicht mehr so scharf und schneidend wie gestern, sonder er kam stossweise mit etwas wärmerem Hauche, was für den Augenblick angenehmer war, uns aber Regenwetter prophezeite.

Los molinos de Campo de Criptana: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2008)

Los molinos de Campo de Criptana: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2008)

No puede escapar a ningún forastero la inmensidad e infinitud del cielo de La Mancha, porque si La Mancha es tierra y llanura interminable, es también cielo. Hackländer nos cuenta que el sol era de una tenebrosa y ardiente majestuosidad, como si estuviese enfadado, y que tenía en su séquito oscuras y enormes nubes, tras las cuales hacía llegar sus rayos como llamas que se asoman sobre las rojizas y desnudas rocas por las que el escritor alemán cabalgaba. Sus negras y alargadas sombras parecían espectros que huían sobre el suelo ardiente. He aquí el texto correspondiente en alemán:

Die Sonne ging in finsterer, glühender Majestät wie zürnend auf und hatte in ihrem Gefolge dunkle, massenhafte Wolken, hinter denen ihre Strahlen wie blickende Flammen über die röthlichen, nackten Felsen, auf welchen wir ritten, hinfuhren, so daß unsere langgestreckten schwarzen Schatten auf feurigem Grunde dahin flihenden Gespenstern glichen.

Dejo aquí el texto de Hackländer, con la intención de continuar hablando sobre él en otra ocasión. Me queda por recordar el testimonio de otro alemán, que publicó en 1872 noticias sobre Campo de Criptana recogidas en un artículo sobre viajes. Este autor es Heinrich Noé y el título de su artículo Ein Gang nach Toboso («Un viaje al Toboso»). Se publicó en el suplemento al Landshuter Zeitung, año 24, núm. 25, del 24 de junio de ese año. También de él nos ocuparemos en el futuro con detalle.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO

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