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Dejamos ayer al viajero en su camino, desde Campo de Criptana a El Toboso. Lo dejamos admirado por los paisajes, por los colores y por sus llanuras y sus suaves ondulaciones. Y lo dejamos en el momento en que se encontró «un par de mulas», y a un gañán que «guía el arado a lo largo de los surcos interminables». Por supuesto, el viajero aquel, poco ducho en cuestiones agrícolas y campestres, preguntó qué hacía aquel hombre, y en esto retomaremos hoy aquel artículo publicado en el periódico burgalés La Voz de Castilla (año VII, núm. 402, del 14 de mayo de 1916):
– ¿Qué están haciendo aquí? – preguntáis un poco extrañados de que se destroce de esta suerte la siembra.
– Están rejacando – se os contesta naturalmente.
Rejacar vale tanto como meter el arado por el espacio abierto entre surco y surco con el fin de desarraigar las hierbezuelas.
– Pero, ¿no estropean la siembra? – tornáis a preguntar -. ¿No patean y estrujan con sus pies los aradores y las mulas los tallos tiernos?
El carretero con quien vais, sonríe ligeramente de vuestra ingenuidad; tal vez vosotros sois unos pobres hombres – como el cronista – que no habéis salido jamás de vuestros libros.
– ¡Ca! – exclama este labriego -. ¡La siembra en este tiempo contra más se pise es mejor!
Y después de este breve encuentro, continúa el viajero su itinerario, rumbo a El Toboso:
Los terrenos grisáceos, rojizos, amarillentos, se descubren, iguales todos, con una monotonía desesperante. Hace una hora que habéis salido de Criptana; ahora, por primera vez, al doblar una loma distinguís en la lejanía remotísima, allá en los confines del horizonte, una torre diminuta y una mancha negruzca, apenas visible en la uniformidad plomiza del paisaje. Esto es el pueblo del Toboso.
Nos quedamos ahora en este punto, pues lo que sigue ya no nos concierne, lo que quiere no decir que no presente también gran interés. Desvelemos ahora quién es el viajero y autor de estos textos. Es, ni más ni menos, que Azorín, aquel escritor que vino desde la Corte en tren a La Mancha para hacer y contar la Ruta del Quijote. Corresponde este texto a la entrega número 13 de su ruta, y tuvo por título «En el Toboso». Se había publicado por primera vez en el diario El Imparcial, núm. 13.645, del jueves 23 de marzo de 1905. Pero ya antes, Azorín había dejado mucho escrito sobre su paso por Campo de Criptana. Véanse al respecto: Viajeros en Campo de Criptana: Azorín, su «Ruta del Quijote» y el himno de Don Bernardo (1905); Viajeros en Campo de Criptana: Azorín, el recién llegado (1905); Viajeros en Campo de Criptana: Azorín en la fonda (1905); Viajeros en Campo de Criptana: Azorín, el paseante, nocturno (1905).
Y una última observación nos queda por hacer: explicar el término «rejacar». Lo encontramos recogido en el DRAE, como «rejacar» o «arrejacar», y tiene el siguiente significado:
Dar a los sembrados, cuando ya tienen bastantes raíces, una labor que consiste en romper la costra del terreno con azadilla, grada o rastra, a través de los surcos que se abrieron para sembrar el grano.
Justamente, lo que decía el sabio labriego manchego, y lo que muchos manchegos dedicados al trabajo en el campo de sobra saben.. El término «arrejacar» ya se encuentra recogido en el Diccionario de la Lengua Castellana de 1726 (pág. 407,1), con el siguiente significado:
ARREJACAR: Dár à los sembrados una vuelta ò reja, quando están yà encepados y con bastantes raíces, la qual se dá al través de como se aráron para sembrar el grano, á fin de cortar las raíces de las malas hierbas, y limpiarlos parte del vicio y demasía de estas simientes. Es voz poco usada, y formada del nombre Reja, por lo qual se debe escribir con j, y no con x, como la trahe Herréra. En Castilla por lo comun se llama esta labór Aricar.
La forma «rejacar», en cambio, aparece recogida algo más tarde, en el Diccionario de 1803 (pág. 733,2), y se le da el mismo significado que a «arrejacar». Otro día hablaremos del término «gañán».
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO
Enhorabuena por este trabajo que nos revive a los jóvenes una culta pretérita y que cuida los detalles.
Muchas gracias.
Muchas gracias a ti.