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Molino en el Río Záncara (Carrascosa de Haro): Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (2010)

«Molino en el Río Záncara (Carrascosa de Haro)»: Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (2010)

De perlas nos vino anteayer traer las observaciones del geógrafo francés Onésime Reclus sobre el agua de La Mancha y sus molinos de viento. Es una relación curiosa, pero real: agua y viento, porque si La Mancha tiene poco de la primera, en mucho le sobra el segundo. Era una idea antigua, aquélla de considerar consecuencia de la escasez de ríos y de aguas en La Mancha la introducción de los molinos de viento. Hoy traigo otro testimonio de ello, pero anterior al de Reclus. Es el del conquense Fermín Caballero, en su librito titulado Pericia geográfica de Miguel de Cervantes demostrada con la historia de D. Quijote de la Mancha, que se imprimió en Madrid (imprenta de Yenes), en el año 1840. He aquí lo que nos dice sobre los ríos de La Mancha y, en particular, sobre el Záncara, y la posible razón por la que se introdujeron los molinos de viento en la región (págs. 104-105):

La aventura de los molinos de viento, una de las primeras en la historia quijotesca, nos recomienda el buen juicio de Cervantes, bajo dos aspectos puramente geográficos; por la comarca en que habla de los artefactos, y por la época en que lo hace. La Mancha es escasa de manantiales y de rios perennes, de lo más árido y seco de la Península: nada mas en el órden que poner molinos de viento donde los de agua se hallaban á tan largas distancias, que desde el Pedernoso, el Quintanar, la Mota y el Toboso iban á hacer harina nueve y diez leguas, hasta las aceñas del Jucar y del Tajo. Al tiempo en que Cervantes escribia precedieron sequias tan continuadas en la Mancha, que el Záncara no corrió cuarenta años seguidos; y este debió ser el motivo y esta la época del establecimiento de los molinos de aspas, pues en 1570 solo los habia en el Pedernoso, que no bastaban para el pueblo, y en 1604 ya nos habla, como de cosa reciente y notable, de los treinta ó cuarenta molinos que había en el campo de Montiel.

"Molino en el Río Záncara, lado norte (Carrascosa de Haro)": Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2010)

«Molino en el Río Záncara, lado norte (Carrascosa de Haro)»: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2010)

Por supuesto, podemos dar por sentado que aquí, la expresión «campo de Montiel», debe de ser consecuencia de un lapsus del autor; posiblemente, tenía en su mente cuando esto escribía «campo de Criptana», pueblo en el que efectivamente, debía haber «treinta o cuarenta molinos». Pero, puesto que ya suficientemente hemos hablado de los molinos de viento, dediquemos un breve espacio a los molinos de agua. Los hubo también en el Záncara, y restos de ellos se encuentran aquí y allá en muchos enclaves de su largo cauce. Se encuentran, por ejemplo, ya en ruinas y con sus canales secos, bajo las inmensas arboledas que arropan su curso en las cercanías de Alconchel de la Estrella, ya muy próximos a Villarejo de Fuentes, y en otros muchos lugares. No todos están en ruinas. Uno de ellos, situado cerca de Carrascosa de Haro, fue restaurado hace unos años, y es un excelente ejemplo del tipo de molinos que tuvo el Záncara, y nos muestra también que éste fue un gran río y que su caudal tuvo fuerza suficiente como para mover la maquinaria de estos ingenios.

Finalicemos con unas palabras sobre el autor del que hemos hablado. Fermín Caballero y Morgáez (Barajas de Melo, Cuenca, 1800 – Madrid 1876) fue un hombre polifacético que distribuyó sus intereses intelectuales entre la geografía, el periodismo, la historia y la política. Su ideología liberal le obligó a marcharse de España en el año 1823. A su vuelta fundó el Boletín de Comercio, de ideología también liberal. Ocupó diferentes cargos en el ayuntamiento de Madrid, en la Comisión de Estadística General de España y en el Ministerio de la Gobernación. Fue procurador por Cuenca en las Cortes, y también diputado y senador (para más detalles remito al artículo «Fermín Caballero»).

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO

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