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Los artículos anteriores sobre el agua de La Mancha y sus ríos nos ponen en perfecta situación para abordar hoy el tema que vamos a comenzar a tratar aquí. Hablaremos de nuevo del «río» criptanense por excelencia o, para ser más exactos, «del río», el único, el sólo río propiamente dicho que tiene Campo de Criptana. Era antaño un río humilde pero de pasado glorioso; era río al fin y al cabo, y hubo quien desde fecha antigua lo tuvieron por el auténtico Guadiana. El nombre sería lo de menos, porque no es el primer caso en que un río cobra diferentes denominaciones a lo largo de su recorrido. La toponimia fluvial es así, caprichosa e impredecible y nunca se sabe qué nos puede deparar. Y si no, que se lo pregunten al Cigüela / Gigüela.
Hoy nos ocuparemos del lado menos lírico de este río: el de los orígenes de su decadencia y muerte como ecosistema natural. Y hablaremos de una decisión que, posiblemente, marcó su destino para el futuro y anunció su final como río vivo, al menos en un tramo de su recorrido: su encauzamiento. Una actuación de este tipo tiene como consecuencia en cualquier río, generalmente, el final de un ecosistema muy rico y variado que es resultado de la evolución durante miles de años. Puede que un encauzamiento sea muy práctico desde el punto de vista económico, pero la flora y fauna son los grandes damnificados, y detrás de ellos, todos nosotros, y todo nuestro entorno… y para siempre y sin solución, porque cuando se derriba lo que ha construido la naturaleza, nunca sabemos lo que vamos a encontrar detrás y, lo más triste es que nunca hay marcha atrás. No todo se pude comprar con dinero.
A finales del siglo XIX un proyecto tal afectó al Záncara; las consecuencias eran en aquel momento imprevisibles, pero aún hoy las podemos percibir. Nos vamos para comprobarlo al año 1894, cuando reinaba en España Alfonso XIII, que contaba por aquel entonces con ocho años de edad, y su madre, María Cristiana Habsburgo-Lorena, era «reina regente». Ese año, la Gaceta de Madrid, núm. 188, del 7 de julio (pág. 106) publica el anuncio del proyecto del encauzamiento de este río desde el puente de San Benito, en Campo de Criptana, hasta El Provencio. Y está firmado por la reina regente. He aquí el texto del anuncio:
En virtud de lo prescrito en el Real decreto de 12 de Noviembre de 1886, de conformidad con lo propuesto por el Ministro de Fomento, de acuerdo con el Consejo de Ministros;
En nombre de Mi Augusto Hijo el REY D. Alfonso XIII y como REINA Regente del Reino,
Vengo en decretar lo siguiente:
Artículo 1º. Se aprueba el proyecto de encauzamiento del río Záncara, desde el puente de San Benito, en el término del Campo de Criptana hasta Provencio, que ha redactado el Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos D. Manuel de la Torre y Eguía, y ha remitido el Ingeniero Jefe de la provincia de Albacete.
Art. 2º. Quedan también aprobados los presupuestos de ejecución material y de contrata del mismo proyecto, por las cantidades respectivamente de 394.112,47 y 453.229,29 pesetas.
Dado en palacio á seis de Julio de mil ochocientos noventa y cuatro
MARÍA CRISTINA
El Ministro de fomento: Alejandro Grolzard
Como vemos, firma el anuncio el ministro de Fomento, Alejandro Grolzard y Gómez de la Serna (1830-1919) fue ministro de Fomento, y de Gracia y Justicia en época del rey Amadeo I y de la regencia de María Cristina. Fue, también, ministro de Estado, además de Embajador de España ante la Santa Sede.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO
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