Etiquetas

, , , , , , , , , , , , , , , , , , ,

Y comenzamos hoy a tratar sobre la primera parte del extenso artículo publicado en El Pueblo Manchego, año I, núm. 266, del 28 de noviembre de 1911, titulado Santa visita pastoral en Campo de Criptana: El prelado entre nosotros. Madrugaron aquel día el obispo, su séquito y los sacerdotes criptanenses. Y a las ocho de la mañana comenzaron las solemnidades, que fueron brillantes y de muy diverso tipo. He aquí cómo nos describe aquello el artículo del periódico citado, primero con una breve introducción al acontecimiento, del siguiente modo:

A las ocho de la mañana de hoy ha tenido lugar la solemnidad tiernísima de recibir al Ilustrísimo Prelado, el juramento de la bandera á los nuevos turnos tarsicianos de la Sección Adoradora Nocturna. Fiesta hermosa y consoladora; más de cien niños, esperanza de la sociedad futura, elementos de vida exuberante y con pujanza, depositarán su fiel promesa de respeto y acatamiento á las banderas de Dios en el Augusto y Divino Sacramento del Altar, compendio de todas las bondades de la misericordia del Criador.

Continúa después contándonos el corresponsal más detalles sobre la solemnidad. Pero hablemos antes, aunque brevemente, de los «tarsicianos» o, como sería la forma más correcta, «tarsicios». Viene «tarsicio» del nombre del mártir Tarsicio de Roma, sometido a tormento a mediados del siglo III, cuando era acólito de la Iglesia de Roma. La principal fuente para el conocimiento de su historia es el Martirologio Romano. San Tarsicio es el patrono de los acólitos, de los ministros de la Eucaristía y de quienes reciben la primera comunión. De ahí que el corresponsal llame a esos niños «tarsicianos». Y continuaron los actos así como nos cuenta el artículo a continuación:

A las ocho comenzó la ceremonia por el acto de homenaje y recepción de adoradores; á continuación el Sr. Obispo impuso los distintivos á los diminutos adoradores, bendijo la bandera que fué apadrinada por el probo, inteligente y activo profesor de primera enseñanza de esta localidad D. Mariano Fernández Viejobueno, siendo de un efecto emocionante cuando enhiesta la nueva enseña de pelea para los jovencitos, éstos, con sus atipladas voces le saludaron con los cánticos majestuosos y sublimes de la Iglesia, aquel Vereilla (sic, quizá por «Vexilla») Regis no se pareció á nada, las notas argentinas de las voces de los pequeños combinadas con las graves de los mayores que no pudieron resistir la tentación de saludar con ellos la santa bandera de su invicto capitán Jesucristo fueron de un efecto indescriptible. El Prelado seguidamente tomó el juramento á los tarsicios mientras las armonías del órgano con los versículos del solemnísimo Tedeum se elevaban en acción de gracias al Todopoderoso por los beneficios incalculables, de que eran semillero las instituciones consagradas por la virtud de la iglesia.

Mariano Fernández Viejobueno era, como dice el texto, maestro en Campo de Criptana. Fue autor, además, de un Compendio de Aritmética para uso de los niños, publicado en Cuenca en 1893 y de un tratado sobre el sistema métrico decimal titulado El inseparable ó sea el sistema métrico decimal al alcance de todos en la misma ciudad y en el mismo año. A Mariano Fernández Viejobueno dedica un artículo el Diccionario de Escritores Conquenses. De él y de su dedicación a la enseñanza en Campo de Criptana tendremos la oportunidad de hablar en artículos futuros con mayor extensión. Por el momento, señalemos que fue tesorero de la representación oficial de «caballeros» de Criptana en el XII Congreso Eucarístico Nacional que se celebró en Madrid del 25 al 30 de junio de ese año (véase: Criptanenses ilustres: La escritora Micaela Peñaranda y Lima, III, Campo de Criptana, 1911). El Vexilla Regis es un himno latino escrito con el título de Hymnus in Honore Sanctae Crucis por el poeta cristiano Venancio Fortunato (530-609), como exaltación del triunfo de la cruz.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO