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Continuamos hoy con la crónica que nos hace el periódico El Pueblo Manchego (año I, núm. 266, del 28 de noviembre de 1911) sobre los actos que se celebraron en Campo de Criptana durante la visita del obispo de Ciudad Real. Y se celebró la misa, y hubo comuniones de los niños, y de nuevo encontramos la mención de los recién incorporados a la Adoración Nocturna. Y hubo música, mucha música religiosa, y se cantaron motetes, y se rememoró aquel acontecimiento que pasaría a la historia, aquel XXII Congreso Eucarístico Internacional que se celebró en Madrid.

Terminada la jura se hizo la exposición de S. D. M. celebrando Su Ilustrísima el Santo Sacrificio de la Misa, en la que administró el pan de los Angeles a los nuevos adoradores, que con fervor de santos se acercaron á la Sagrada Mesa Eucarística en unión de los Adoradores de la Sección. Durante la Comunión se cantaron divinos motetes, el himno Eucarístico del XXII Congreso Internacional y otros cánticos populares, en los que tomó parte el numeroso concurso de fieles que asistió a la solemnidad.

Concluída la misa se hizo la acción de gracias después de la comunión y reservado el Santísimo terminó el acto con la retirada de la guardia según ritual.

Como dirá a continuación él mismo, al corresponsal le domina el sentimiento de discreción, y por ello no cita los nombres de quienes hicieron posible el éxito de la organización de tal acontecimiento:

Como no me lo consienten los moldes de una crónica ni creo agradaría, omito nombres de las personas que con celo de apóstol se han dedicado á esta labor meritísima; todos ellos, me consta, han trabajado por algo más que el aplauso de las gentes, así que, poco les importa el qué dirá el mundo ante su obra y trabajo incesante, pero como el periodista no tiene más que cumplir con su deber de tal, conste pues de una manera fehaciente que aplaude esta labor redentora y no censura, por que lo merecen siquiera, á quienes pueda desagradar, no está en el caso de contender con seres que se entristezcan con el bien ageno (sic), que ignoran es más que otra cosa bien propio.

Campo de Criptana tuvo una nutrida representación en aquel XXII Congreso Eucarístico Internacional a la cabeza de la cual estaba la «Junta de Caballeros». Uno de sus vicepresidentes era Jacinto Cuadra, hombre polifacético como pocos. El otro vicepresidente era Manuel Antonio Muñoz Pedrero. El secretario era Maximino Cuadra-García Antón, y el presidente Andrés Cenjor Milán (véase: Jacinto Cuadra, político, viajero y alcalde, Campo de Criptana, 1909-1914). El himno de aquel congreso es el tan conocido que dice:

Cantemos al amor de los amores, / cantemos al Señor. / Dios está aquí… / venid, adoradores, adoremos / a Cristo redentor.

Gloria a Cristo Jesús…, / cielos y tierra, / bendecir al Señor…, / honor y gloria a ti / rey de la gloria… / amor por siempre a ti, / dios del Amor.

La letra era del padre Restituto del Valle, y la música de Ignacio Busca Sagastizabal. Se publicó en Madrid, en la Sociedad Anónima Casa Dotesio, en 1911.

Añadamos también, para terminar, algunos datos sobre la historia de la Adoración Nocturna de Campo de Criptana. Recordemos que se fundó en 1911, precisamente el año en que el obispo hizo esta visita de la que venimos hablando. En 1913 ya tenía una gran actividad (véase: Los comienzos de la Adoración Nocturna en Campo de Criptana, 1911).

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO