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Aquel miércoles, 15 de septiembre de 1886, el Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real comunicaba en su portada a los ciudadanos de la provincia que, para su tranquilidad:

SS. MM. el Rey y la Reina Regente (Q. D. G.) y su Augusta Real Familia continúan sin novedad en su importante salud en el Real Sitio de San Ildefonso.

Campos: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2013)

Campos: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2013)

Por lo demás, en el número aquel del Boletín, que hacía el 34 del año 1886-1887, las informaciones contenidas eran las convencionales en una publicación de carácter oficial como era ésta: una circular sobre elecciones remitida por el Gobierno Civil, el extracto de una sesión que había celebrado la Junta Provincial de Instrucción Pública de la provincia, instrucciones de la Delegación de Hacienda, y notificaciones de los ayuntamientos. Un extenso apartado, sin embargo, ocupa la mayor parte del número en cuestión. Es una circular en la que la «Junta Provincial de Extinción de la Langosta de Ciudad-Real» da cuenta, de acuerdo con el artículo 5 del Reglamento del 21 de Julio de 1879, de un resumen de los terrenos acotados por «hallarse infectos de germen de langosta, á fin de que los dueños de las propiedades denunciadas puedan hacer las reclamaciones que estimen oportunas». Son decenas los terrenos afectados en toda la provincia y muchos fueron también en el término de Campo de Criptana. Recordemos que, periódicamente, las plagas de langosta devastaban La Mancha acabando con  toda la producción agraria (véase: Noticias de Campo de Criptana en 1844: La plaga de langosta, las elecciones y el clero). Tan desesperante fue la situación que a comienzos del siglo XX se llevaron a cabo experimentos químicos para proteger a la comarca de ese azote (véase: Ensayos químicos contra la langosta en Campo de Criptana, 1903).

Pero, he aquí, que una noticia mala para sus dueños, la de la plaga de langosta, nos resulta providencial a nosotros, por dos razones. La primera es que nos da a conocer nombres de parajes campestres en el término criptanense, esa toponimia rural y agraria por la que tanto deleite hemos sentido siempre en este blog. La segunda razón es que nos dice quiénes eran sus propietarios en aquellos tiempos.

La relación de terrenos los divide en dos grupos: terrenos de pastos infestados y terrenos de labor infestados. En total los primeros suman una superficie de 969 hectáreas, 45 áreas y 42 centiáreas; los segundos suman 265 hectáreas, 43 áreas y 28 centiáreas. Por supuesto, como era de esperar, los nombres de los propietarios son los que encontramos en las listas de contribuyentes electores de la localidad por aquella época. Pero encontramos una información interesante en estos listados: aparecen también nombres de propietarias, lo que nos permite conocer algunos nombres de mujeres criptanenses, completamente ausentes de los listados de contribuyentes electores que periódicamente publicaba el Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real, reservados exclusivamente a hombres.

Terrenos: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2013)

Terrenos: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2013)

No son muchas estas mujeres propietarias citadas; en realidad, son minoría en un listado en el que prevalecen los nombres de hombres. Así, en el apartado de «terrenos de pastos infestados» encontramos los nombres de Teresa Guillén, como propietaria de terrenos en la Cañada del Cucunito, en los Arenales, en el paraje de Campos y en Escalerillas. Otras propietarias eran Petra Sepúlveda, que poseía terrenos en el Raso Huerta de Perucho; Micaela Lara, en el paraje de Campos, en el Monte y en la Vereda; Eulalia Salcedo, en el Olivar Grande del Conde; Juliana Galindo, en la Casa del Cojo; Paula Leal, en el Cocedero de Moreno; Micaela Carrasco, en las Colinas; Quiteria Escribano, en el camino de Manzanares, y Agustina Treviño, en el Cerro de la Vega. Además, encontramos dos mujeres nombradas como «viudas de»: la de Gregorio Lara, que tenía terrenos en la Cañada de Varillas, y la de Tomás de la Guía, que poseía terrenos en el Olivar Grande del Conde.

El apartado de terrenos de labor infestados encontramos como propietarias a algunas de las ya citadas, como Micaela Lara, que poseía un terreno en la Vereda, a Agustina Treviño, propietaria en el paraje de Mondongos y en el Olivar Grande del Conde, y a Teresa Guillén, que poseía una tierra en el paraje conocido como El Haza. Además, encontramos a Encarnación García, que tenía un terreno de labor en el Alto de Manzanares y a Carolina Salter, propietaria de un terreno en el Corral de Romeral. Esta última es bien conocida en este blog, porque ya en su momento le dedicamos un extenso artículo. Recordemos que su auténtico nombre era Caroline Winslow Salter, y que había nacido en Fayetteville (North Carolina, USA) en el año 1822. En el año 1866 se casó en Nueva York con Marcelo María Delgado Aguilera, natural de Madrid, propietario en Campo de Criptana. Tenían su residencia en Campo de Criptana, en la calle de la Reina Cristina, número 2. Falleció en su casa criptanense, ya viuda, a las doce del mediodía del 20 de octubre de 1894 y fue enterrada en el Cementerio de la Concepción de la localidad. Véase sobre ella: Una norteamericana en Campo de Criptana: La historia de Caroline Winslow Salter (Fayetteville, North Carolina, USA, 1822 – Criptana, 1894).

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO

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