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Francisco de Goya: "Átropos  o las parcas"

Francisco de Goya: «Átropos o las parcas»

Y el cólera seguía allí, llamando insistentemente a las puertas de Campo de Criptana aquel mes de agosto de 1890, y la Parca no dejaba de afilar su guadaña, y Átropos, la moira de las tijeras, amenazaba los hilos de la vida de tantos y tantos criptanenses. Ante tan crítica situación, simultánea a la actividad del Ayuntamiento, sobre la que tratamos ayer (véase: La inminente amenaza del cólera, Campo de Criptana, 1890, I), fue la de la Junta de Sanidad de Campo de Criptana. En la sesión celebrada el día 8 de agosto de 1890 se comenzaron a tomar las primeras medidas de urgencia, según consta en el Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real, del 12 de septiembre de 1890. Fueron siete los acuerdos establecidos.

En el primero se decidió «establecer la mayor vigilancia para el examen de personas y efectos procedentes de los puntos epidemiados». En el segundo, se tomó la decisión de:

Habilitar los locales del Santuario de la Virgen de Criptana, para instalar en ellos á los individuos que lleguen á la población con síntomas premonitorios.

Santuario de la Virgen de Criptana: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2012)

Santuario de la Virgen de Criptana: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2012)

En el tercero se acordó dirigir una comunicación a los herederos del Conde de las Cabezuelas por la cual se les rogase que cediesen la casa del Huerto de Arriba para Hospital de coléricos; en caso de negativa, se habría de buscar un lugar «conveniente fuera de la población». En el cuarto se acordó que los guardas ejerciesen una vigilancia constante de los pozos de agua dulce de los que se surtía la población. En el quinto se pidió al alcalde que gestionase la contratación de cuatro enfermeros, dos camilleros y dos sepultureros, con la exigencia de que dispusiesen de «caballería y carro». En el sexto se ruega al Ayuntamiento que tenga preparado el nuevo cementerio. Y en el séptimo se establece que «se jire (sic) escrupulosa y constante visita á las casas de la población».

Las medidas no quedaron ahí. En la sesión del día 12 se acordó la limpieza de los basureros que estuviesen en peor situación y su desinfección.

Finalmente, en la sesión del día 27 se dio respuesta a la pregunta planteada en la sesión del Ayuntamiento del 25 sobre la conveniencia de suspender las ferias y fiestas. La Junta de Sanidad acordó:

Informar que puede celebrarse la feria del Cristo, á no ser que arreciara la epidemia en los pueblos vecinos, en cuyo desgraciado caso, convenía suspenderla sin nuevo aviso ni consulta.

Después, la Junta decidió enviar una protesta al gobernador por haberse suspendido la vigilancia sanitaria. Se señala que, además del ferrocarril, Campo de Criptana tenía otras vías de comunicación que se deberían vigilar para cumplir lo dispuesto por la ley y poner en práctica «el aislamiento de segadores ú obreros que en abundancia pasan por esta población». En realidad, poco más se podía hacer cuando la muerte llamaba a las puertas, excepto preparar para lo que viniese el nuevo cementerio.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO