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El Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real, 3 de diciembre de 1937 publica un anuncio del Juez de Instrucción interino de Alcázar de San Juan y su partido, Aniceto Sánchez Martín, por el cual se dicta la orden de busca y detención del «autor o autores» de un robo que se había cometido el día 14 o 15 de noviembre en la «Casa-cocedero, sita en término municipal de Campo de Criptana y sitio conocido por ‘Monte de Castilla’, propiedad de Alejandro Angulo Díaz-Parreño», así como se insta a la recuperación de lo que se había robado. A continuación se detallan los objetos robados, que son los siguientes:
… cuatro fanegas y media de cebada, cinco costales, un colchón de lana, una almohada de lana, una manta de cuadros, una bufanda a cuadros, dos pares de albarcas, una saca, dos azadones, un cubo de cinz (sic, «cinc») pequeño, una alcuza de hoja de lata con dos litros de aceite, un kilo de arroz, un kilo de harina, un kilo de fideos, cuatro arrobas de melones, dos panes, un jarro de porcelana para agua, medio kilo de tomates secos, una chaqueta color marrón en medio uso, una blusa azul en medio uso, un ropón de cama color encarnado, amarillo y otros colores, hecho de piezas, un tiro de cadena de arar, dos tiraderas de correa y dos ramales con sus barbás de cadena…
Continúa el anuncio poniendo de manifiesto que, en caso de ser todo esto hallado, debe ponerse «a la inmediata disposición» del juzgado de acuerdo con el sumario número 131 del año. El anuncio está fechado en Alcázar de San Juan, a 26 de noviembre de 1937.
¿Qué podemos deducir de este robo? En primer lugar, los variados intereses cleptómanos y el abigarrado gusto de sus autores, pues tanto les dio llevarse cebada como llevarse una bufanda, una alcuza, una jarra, o aperos de labranza varios. En segundo lugar, su gusto por los cuadros, diseño que tenían la bufanda y la manta, y por la policromía, como es el caso del ropón de cama. En tercer lugar, su interés por todo lo relacionado con el lecho que puede denotar una afición denodada al mucho dormir y desordenado holgar, ya que se llevaron un colchón, una almohada y un ropón. En cuarto lugar, quizá hay que pensar que estos ladrones podrían estar algo hambrientos y comieron mucho tiempo a costa del robado, como indica el hecho de que entre los artículos sustraídos estuvieran la alcuza con dos litros de aceite, el kilo de arroz, el kilo de harina, el kilo de fideos, los melones, los panes y los tomates secos… si es que no vendieron todo esto en el mercado negro. En todo caso, comérselo habría sido la mejor manera de acabar con la prueba del delito, dejando al juez con medio caso y un sumario incompleto.
Y ahora, nos adentraremos en el extraordinariamente rico y variado lenguaje rural, siempre tan interesante y sorprendente. Nos ocuparemos de la palabra «cocedero», y de su variante popular más utilizada, «cocero», término curioso como el que más. Recurriremos para dar un poco de luz al tema y como es de rigor y norma obligada en este blog a la autoridad, es decir, al DRAE y a sus diversas ediciones. No encontramos en las acepciones que proporciona el DRAE para esta palabra ninguna que se adapte exactamente al uso que se hace de ella por estas tierras. Lo más aproximado es la segunda acepción del adjetivo sustantivado «cocedero», referido a la «pieza o lugar en que se cuece algo, y especialmente el vino».
En cambio, si nos vamos a la primera aparición de esta palabra en el Diccionario de la Lengua Castellana, en este caso en la edición de 1780, encontramos la siguiente acepción de «cocedero» (pág. 236, 2): «La pieza en que se amasa y fermenta el pan». Nos vamos acercando con esto, posiblemente, al origen del uso de esta palabra: una dependencia dedicada a cocer pan (y quizá también, otros productos). Y encontramos una posible solución en el capítulo titulado «De la fabrica conveniente à una Casa de Campo, y sus Oficinas», del tomo primero de la Economía general de la casa de campo, obra muy util de agricultura, traducida del Idioma Francès al Castellano, y aumentada considerablemente, por el Doctor Don Francisco de la Torre, y Ocòn, Presbytero, Traductor de Lenguas, &c. (Madrid, 1720). Va el autor especificando qué dependencias deberá tener una casa de campo para cumplir perfectamente con su obligación de administrar la hacienda rural. Ha tener una habitación principal para el dueño y un corralón o patio grande, una cocina, una cueva, una bodega, una quesería, para la producción de queso y manteca y para almacenamiento de la leche, un horno (dentro o fuera de la casa) y un «cocedero del pan», que describe así (pág. 30):
Al lado de la Queseria se han de fabricar las piezas, donde se ha de cocer el Pan, porque se llama Cocedero, en que se ha de poner todo lo necessario para este ministerio, los Arcones, ó Harineros para guardar la harina; Artesas, y Cedazos de todo genero para cernerla, y amassar, como tambien el Horno para cocer el Pan, y los instrumentos que han de servir en èl.
Es decir, la casa debía tener todo lo necesario para ser autosuficiente y proveerse de pan, queso, leche y otros alimentos. Es posible que, por sinécdoque, un término como «cocedero» que en origen designaba a la dependencia de una casa de campo que tenía el fin específico de cocer pan, pasase a designar a la casa misma y se use, en su forma popular «cocero» para nombrar a cualquier casa pequeña de campo, fuere cual fuere su uso. De ahí que la designación que encontramos en el Boletín provincial para el escenario del robo sea «casa-cocedero». Debemos tener en cuenta, también, que la gran mayoría de estas casas cocedero solían tener una única dependencia, con el hogar como elemento principal.
Encontramos también el término «cocedero» en la toponimia rural del término de Campo de Criptana junto a «casa», aunque esta última está mucho más extendida. Pero encontramos algunos casos de la primera aplicada a casas de campo, como el Cocedero de Carmelo, a la altura del kilómetro 302 de la N-420; el Cocedero de Quevedo y el Cocedero de Morales, cerca del río Záncara ambos; el Cocedero Bollicas, al sur del Pozo de la Villa; el Cocedero de Alcázar, muy cerca del kilómetro 166 de la línea del ferrocarril. También se encuentra como nombre de caminos. Por ejemplo, el Camino del Cocedero de Dóminas, el Camino del Cocedero de Moreno, o el Camino del Cocedero de Leal. A veces, un camino con este nombre lleva a un lugar que, curiosamente, tiene el topónimo «casa». Así, el Camino del Cocedero de Olivares lleva a la Casa de Olivares, junto al río Záncara.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO
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