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Georges Pierre Seurat: "El circo" (1891). París, Musée d'Orsay

Georges Pierre Seurat: «El circo» (1891). París, Musée d’Orsay

Hubo un tiempo en el que el Teatro Cervantes de Campo de Criptana tenía vida. Hoy no es ni sombra de lo que fue. Vivía el teatro criptanense por aquellos años de las dos primeras décadas del siglo XX su momento de mayor esplendor, y aún a más iría en la tercera década, en los felices y locos años veinte, años de desenfreno y alegría desbordantes (véase: Aquellos felices y locos años en el Teatro Cervantes, Campo de Criptana, 1913-1914).  No tenían los criptanenses más diversión a mano en aquella época que los espectáculos que la empresa de aquel teatro contrataba. Casi todas las semanas había función, y no sólo de teatro, sino también de variedades, y siempre a cargo de compañías muy conocidas que siempre incluían a Campo de Criptana en sus giras nacionales. Y una revista especializada en el ramo, Eco Artístico, estuvo dando continuamente cuenta de ello por aquellos años. Un ejemplo lo encontramos en el núm. 173, del 5 de septiembre de 1914. Veamos qué se dice al respecto:

CRIPTANA. Teatro Cervantes.- Se despidió Mr. Munier con sus 22 perros comediantes, pantomimistas, acróbatas y equilibristas cómicos, que causaron gran admiración, siendo muy aplaudidos.

Es curioso que diga la reseña que los perros de Mr. Munier eran pantomimistas. Una «patomima» es, según el DRAE, en su primera acepción, una «presentación por figura y gestos sin que intervengan palabras»; en la segunda dice que una «pantomima» es una «comedia, farsa, acción de fingir algo que no se siente». La pantomima sería, en ese caso, forzosa y obligada en el caso de los perros, pues, que se sepa, aún no han aprendido a hablar y, aunque supieran, no tendrían por qué hacerlo sobre un escenario. Es cuestión, supongo, de caprichos caninos. La palabra «pantomima» es relativamente reciente en nuestra lengua. Está atestiguada por primera vez en la edición de 1817 del Diccionario de la Lengua Castellana, y el único significado que se da para ella es similar al que ofrece el actual DRAE en su primera acepción.

Y continúa la reseña de la revista con otra actuación:

También terminó su contrato con esta Empresa el notable prestímano é ilusionista Gran Desnanter, llamado «rey del pitillo eléctrico», que presentó durante su actuación atrayentes y nuevos experimentos, escuchando justas aclamaciones.

Hieronymus Bosch, 'El Bosco': "El prestidigitador" (1502). Saint Germain en Laye, Museo Municipal

Hieronymus Bosch, ‘El Bosco’: «El prestidigitador» (1502). Saint Germain en Laye, Museo Municipal

Y si antes hemos hecho nuestras observaciones léxicas sobre «pantomima», las haremos ahora sobre «prestímano». Está recogida esta palabra en el DRAE, aunque no tiene un uso muy extendido en nuestra lengua. Su significado es similar al término más usado «prestidigitador», aunque no son exactamente sinónimos. Un «prestímano» es el que hace juegos de manos; un prestidigitador hace lo mismo, pero utilizaría preferentemente los dedos, como indica el hecho de la segunda parte de la palabra proceda del latín digitus, «dedo». Aquí encontramos la palabra «prestímano» utilizada en el año 1914; sin embargo hasta el año 1970 no aparece recogido este término en el Diccionario de la Lengua Castellana. Más antigua es en nuestra lengua la palabra «prestidigitador», pues ya aparece en la edición del Diccionario de 1869.

Así, espectáculos caninos y de prestiditigación divertían a los criptanenses en aquel lejano año de 1914. Un año después, en 1915, la dirección de la Empresa del Teatro Cervantes tuvo que defenderse en el Eco Artístico de acusaciones de abusos por parte de alguna compañía contratada (véase: La airada protesta del Teatro Cervantes, Camo de Criptana, 1915).

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO