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Como ya se hace larga la serie dedicada al «monopoli» criptanense y aún queda mucha tela que cortar, la dejamos a un lado por unos días, lo que no quiere decir que la dejemos abandonada, ni olvidada, sino solo en paciente espera. Confieso que cuando la comencé, hace ya muchos muchos días, tantos que ni puedo acordarme, no pude llegar en ningún momento a imaginarme que daría para tanto y, sobre todo, que yo mismo alcanzaría con ella tal grado de disfrute que tengo cierto miedo a ponerle punto y final. Es, quizá, una de esas ocasiones en la vida en las que es muy difícil decir adiós, situación que, supongo, se dará cuando un día aún lejano decida poner el broche final a este blog. Pero, puesto que aún queda mucho para esto, y todavía son muchas las historias de Campo de Criptana y de los criptanenses del pasado que tenemos que contar, no hay razones para pensar en ese adiós. Al menos por el momento.
Pensando, pensando y pensando, me di cuenta de que hace mucho que no hablamos de sucesos, de crímenes y de historias truculentas, y por eso durante unos días rescataremos noticias de hemeroteca que bien podrían haber sido publicadas en El Caso. Todas tienen a Campo de Criptana como escenario; en la mayoría de ellas los involucrados son criptanenses, y, por supuesto y como era de esperar, los finales son muchas veces dignos de la mejor tragedia romántica.
Comenzamos hoy con tres sucesos que tuvieron lugar, el primero en 1917, y los otros dos en 1918. En el primero dos matrimonios riñeron; en el segundo un sobrino amenazó de muerte a su tía, aunque parece que la cosa no llegó a mayores, y en el tercero unos conciudadanos zanjaron sus diferencias a base de hachazos.
La Correspondencia de España
Núm. 21.834, del 23 de noviembre de 1917:
Riña. Ciudad Real, 22.- En el sitio conocido por Nieva de la Paz, del Campo de Criptana, riñeron por cuestiones familiares dos matrimonios. Ramón Fernández recibió un tremendo mordisco. La mujer de éste resultó herida en una pierna ácausa (sic) de un disparo.
El Pueblo Manchego
Año VIII, núm. 2.126, del 12 de febrero de 1918:
Buen sobrino. Por insultar y amenazar de muerte á su tía Santiaga Porrero, la Guardia Civil detuvo en Campo de Criptana á José María Porrero.
El Pueblo Manchego
Año VIII, núm. 2.350, del 13 de noviembre de 1918:
Crónica de sucesos: Riña. En Campo de Criptana riñeron los vecinos Clemente Ucedo (sic, quizá «Ucendo») Pedroche de 44 años de edad y su hijo José María con Angel Fernández Moratalla de 28 años. Este resultó herido en la cabeza, producidas por dos hachas que llevaban los agresores. El herido fué asistido por el médico D. Antonio Cenjar (sic, por «Cenjor») calificando cinco de las heridas graves y dos leves. Los agresores fueron detenidos y puestos á disposición del Juez municipal.
Es curioso cómo de pequeñas chispas surgen grandes incendios, como dijera hace varios siglos Filón de Alejandría, y eso parece haber ocurrido en estos tres casos. Desconocemos las razones de fondo que dieron lugar a estos hechos, pero no debían de ser temas de excesiva importancia. Quién sabe, quizá desacuerdos sobre una linde, un mojón movido, descontento de unos herederos que recibieron menos de lo que esperaban, un «me has mirado mal», o vaya usted a saber. Quizá fue una de esas envidias inexplicables que va engordando como una bola de nieve que rueda por la ladera y que va recogiendo en su camino resentimientos, odios, rencores y celos. Puede ser también que no haya una explicación posible y que sea absurdo que la busquemos, y que una violencia innata y latente surja porque sí, como quien no quiere la cosa. Es bastante inexplicable el comportamiento del ser humano… casi siempre. Un auténtico enigma.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO
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