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La revolución del nomenclátor callejero criptanense de 1890 relegó al olvido aquel montón de viejos nombres que, quién sabe cuánto tiempo, quizá algún que otro siglo, identificaron sus calles, y fueron coordenadas imprescindibles en la mente de generaciones y generaciones de criptanenses. Era aquel viejo nomenclátor variado, original y rico; era sonoro, era enigmático, era misterioso, era cantarín (véase: La revolución del nomenclátor, Campo de Criptana, 1890). Alconchel, Pastrana, Herriega, Tardía, Moreno, Pintado, Huertas, Corrales, Pozo de las Eras, Pozohondo, del Pósito, Angora, Aduana, Granado, de Berenguel, de la Fuente, de la Cruz Verde, de la Iglesia, de las Tiendas… eran algunos de aquellos viejos nombres.
Pero quizá muchos criptanenses de nuestros días ignoren que hubo también en su pueblo una calle Paraíso o del Paraíso. Quizá no hay un nombre más hermoso para una calle que éste, «Paraíso». Es palabra antigua. Se encuentra en latín, a donde llegó del griego, y a éste del hebreo y a éste del avéstico. Es como si esta palabra fuera una llave hacia el pasado, hacia tiempos oscuros ya olvidados, a los albores de la humanidad, cuando todavía aquellos antiguos dioses primigenios pululaban por la superficie de la tierra exigiendo a los mortales sus sacrificios. «Jardín» o «huerto cercado» significa el término original. Es aquel Edén primigenio de la Biblia, aquel lugar idílico sin dolor, ni enfermedad, sin tristeza… un jardín de las delicias ¿y sin mal? (véase: Historias del bien y del mal, Campo de Criptana, 1917). Que se lo pregunten, si no, a la serpiente. Quizá el bien no existe sin el mal, ni el mal sin el bien, porque son inseparables, y por ello ambos formaban parte ya en origen de aquel engañoso locus amoenus.
Ese nombre «Paraíso» era el último de aquella vieja tétrada toponímica ciptanense: Magnes – Empedrada – Bardón – Paraíso. Se esfumó ésta en 1890 suplantada por un nombre mariano: Calle de la Virgen de Criptana. Y surgió, entonces, una de las calles más largas de la localidad. Es curioso que en la historia bíblica el paraíso aparezca al comienzo, en el Génesis, en la creación misma, y que en esta tétrada figure al final. Es como un alfa y un omega, un principio y un fin, nacimiento y ocaso. La calle Paraíso era la última de Criptana mirando al Oriente, ya en el mismo Calvario, pero era la primera que veía el nacimiento del sol, cada día, y el advenimiento de la oscuridad, cada noche.
Abunda también en La Mancha un árbol que nos evoca todo esto. Es el árbol del paraíso, y quizá él sea la razón de haber nombrado así a esta calle, como nombre parlante porque algún árbol del paraíso habría por allí. Y ningún árbol más adecuado para un jardín edénico que éste, como nos dice el Diccionario de la Lengua Castellana de 1726 (pág. 373,2):
ARBOL PARAISO. Es un arbol de mas que mediána altúra, de que hai dos espécies: los unos tienen las hojas semejantes á las del Fresno, y algo pardas, los quales son los de mejór olor, y los otros las llevan de cólor ceniciento, y en la figúra, como las del Sáuce, aunque algo menóres. La flor es mui olorósa, blanca, y de hojas pequeñas: la cortéza es como la del Alamo: y aunque no llevan fruto, la suavidad del olór que despiden, aun despues de caida la flor, los hace apreciables para Huertos y pátios, ò Claustros de Iglésias y Conventos.
Sabemos de algunos de los vecinos criptanenses de aquella vieja calle Paraíso. En el Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real, supl. 1, del 9 de noviembre de 1877, se cita a tres contribuyentes electores que vivían en ella, y los tres eran propietarios: Raimundo Muñoz Quirós Guía, en Paraíso núm. 3, que pagaba una contribución de 148 ptas. con 47 cénts.; Jesús Lucerón Flores, en el núm. 8, con una contribución de 107 ptas. con 70 cénts., y en el núm. 12 a Manuel Pérez y Muñoz, que pagaba 25 ptas. con 9 cénts. De ellos sólo encontramos a los dos primeros en el último listado de contribuyentes electores de Campo de Criptana en el que aparece la calle Paraíso, publicado en el Boletín provincial, supl. 36 al núm. del 8 de enero de 1890. Ya nunca más saldría en los documentos oficiales aquella vieja tétrada toponímica, sino el nuevo nombre para aquella calle: Virgen de Criptana. Ya nunca más tendría Campo de Criptana una calle llamada «del Paraíso».
Dice el Génesis, cap. 2, vv. 8-9, que Dios plantó un jardín en Edén, al Oriente, y que allí colocó al hombre que él, como si de un alfarero se tratase, había modelado, y que hizo brotar del suelo árboles de todo tipo, y junto a ellos, también el árbol del bien y del mal. Hubo en Criptana en otro tiempo una calle del Paraíso, que quizá tuvo también su árbol, también del paraíso suponemos, o a lo mejor el del bien y del mal, quién sabe… y, además, estaba al Oriente. Todo esto me da mucho que pensar…
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO
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Ha sido, en verdad, una sorpresa descubrir este nombre en el callejero criptanense; bello nombre ciertamente que espolea la imaginación y la proyecta hacia esos mundos mitológicos, hoy tan injustamente olvidados, en este mundo tecnológico en el que cada convecino parece conectado a alguna misteriosa central capaz de hacerle creer que su cerebro funciona (perdone esta confesión de viejo, que cada vez entiende lo que pasa).
Me encanta esta serie por cuanto encuentro nombres y apellidos tan típicamente criptanenses, lo que me hace pensar que hasta fechas recientes ha existido cierta impermeabilidad demográfica, una estabilidad familiar (y patrimonial) considerable.
Aprovecho la ocasión para desearle una muy feliz Navidad, una manera de agradecerle los buenos ratos que me hace pasar.
Estimado Vicente:
Le agradezco muchísimo su comentario, que, de nuevo, vuelve a sorprenderme, como siempre. Y a emocionarme. Tiene toda la razón en lo que dice sobre la impermeabilidad demográfica de otras épocas y ésta es, precisamente, una de las cosas que más me ha sorprendido en todo este tiempo que llevo escribiendo este blog.
Sus comentarios son muy importantes para mí; son un estímulo constante y fundamental para seguir adelante con este blog y para seguir contando estas historias y estas nostalgias.
Feliz Navidad.
Efectivamente como apuntas el nombre de la calle era árbol del paraiso pues así figura en algunos padrones municipales del siglo XIX.
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