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John William Waterhouse: Hilas y las ninfas (1896). Manchester, Art Gallerie

John William Waterhouse: Hilas y las ninfas (1896). Manchester, Art Gallerie

No quedó la cosa en lo que dijimos ayer para el secretario Aparicio Sureda, pues empeoraría aún mucho más su situación (véase: Las piruetas del destino: El «affaire» del secretario Aparicio Sureda, Campo de Criptana, 1881-1899, II). En eso, como en otras cosas de la vida, el destino es implacable e intransigente y uno nunca sabe dónde van a acabar sus designios ni adónde van a parar sus sendas tortuosas. El destino es, siempre, una gran sorpresa y por eso el secretario Aparicio Sureda no imaginaba la que se le venía encima.

Y ello ocurrió en octubre de 1881. La fuente para conocimiento de los hechos es, de nuevo, el extracto de los acuerdos tomados por la corporación criptanense en octubre que publicó el Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real del 11 de noviembre de 1881. En la sesión ordinaria del día 3 de octubre, se decidió obligar a Francisco Aparicio Sureda a devolver 350 pesetas que «indebidamente cobró simulando este servicio». El «servicio» consistía en el «arreglo del archivo y biblioteca municipal de este Ayuntamiento», trabajo por el que cobró anticipadamente la cantidad señalada y que, tal y como constaba, no hizo.

John Melhuish Strudwick: Un hilo de oro (1885). Londres, Tate Gallery

John Melhuish Strudwick: Un hilo de oro (1885). Londres, Tate Gallery

Días después, en la sesión ordinaria del día 31, volvió a hablarse del tema. Ya había sido cesado Francisco Aparicio Sureda, y en su lugar desempeñaba el cargo Pío Cañadas, quien ya firma en calidad de tal junto al alcalde, Tomás Baíllo, el extracto enviado al Boletín provincial. Al parecer, Aparicio Sureda no sólo no había realizado la ordenación del archivo y de la biblioteca municipal a la que estaba obligado, sino que además no los había entregado bajo inventario al secretario entrante. Se decide, pues, formar una comisión para realizar ese inventario:

Que para eludir toda responsabilidad que pudiera recaer sobre esta Corporación por la falta de entrega bajo inventario al Secretario actual de la misma por el que cesó, D. Francisco Aparicio Sureda, del archivo y biblioteca del Ayuntamiento, se verifique aquella de los documentos que constan y se forme un inventario minucioso por una Comisión que quedó nombrada del seno de esta corporación.

Pero volvió a la carga el ex-secretario Aparicio Sureda, y fue restituido en su cargo, y dejó de ser ex- para ser secretario en toda la plenitud del cargo. Y así, en 1889, volvemos a encontrarlo con ese puesto y como  firmante de los documentos que el consistorio criptanense enviaba para su publicación al Boletín provincial. Y seguiría firmándolos hasta 1899. Así son las sorpresas del destino. Uno nunca sabe en qué va a acabar.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO