Etiquetas
Arboleda, Caballete, campo de criptana, Casa, Casa de la Huerta del Bajo, Colina, Desnivel, Paisaje, Pino, Pintor, PIntura en el campo, Pozo
Continuamos hoy hablando de la Casa de la Huerta del Bajo, y es mucho lo que podríamos seguir hablando aún de ella, porque todas las palabras son pocas para describir un lugar tan bien dotado por la naturaleza de todo lo necesario para configurar un paisaje único y variado, y tan bien ordenado por la mano humana. No son recuerdos lo que traeremos hoy, como hicimos con la Casa de la Huerta de Treviño. No son recuerdos porque la Casa de la Huerta del Bajo y lo que tengamos que decir sobre ella son una realidad. En este caso recuerdo y realidad se mezclan, como si pasado y presente se confundieran.
Tiene la Casa de la Huerta del Bajo forma de bota con la puntera a la derecha. Tiene el terreno 116 metros de norte a sur y 160 metros de este a oeste, ambas mediciones hechas en sus partes más anchas. Es, pues, un terreno no muy grande, pero por ello precisamente, no puede dejar de llamar la atención que un recinto tan relativamente pequeño encierre tal variedad paisajística, tal policromía, tal riqueza vegetal y, sobre todo, tantos contrastes.

Tarde de tormenta. Desde los pinos de la Casa de la Huerta del Bajo (Boceto). Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (1995)
Para ser un recinto relativamente pequeño tiene de todo: una colina, coronada por la casa principal, y ante ella una explanada que, a modo de vestíbulo natural salpicado de algunos olivos y otros arbolillos, es el acceso desde el camino principal por el sur; tiene una arboleda, y un muro de piedra que a modo de recinto y con formas caprichosas delimita parte de su territorio; y tiene un pozo, único por sus características arquitectónicas en el término criptanense, y tiene unos pinos, y tiene desniveles aquí y allá que hacen jugar a la perspectiva y que incluso engañan a la vista. Tiene, como hemos dicho, de todo; es un universo en si misma esta huerta.
Creo que, por todo esto y por muchas más cosas, no hay otro paisaje criptanense que yo haya pintado tantas veces y desde hace tantos años. Eran aquellos ratos de «pintura en el campo» bajo el tímido sol primaveral de una mañana de abril, o de mayo, o en un día gris de enero o febrero, porque primavera, verano, otoño o invierno… cualquier época es buena para pintar la Casa de la Huerta del Bajo. Veo ahora los cuadros pintados hace tantos y tantos años; aquel cuadro que, ya terminado, huyó del caballete llevado por una ráfaga de viento y fue a parar a una mata de cardos, y algunas briznas se pegaron al óleo fresco. Y no las quité; allí están, aún en el cuadro, integradas en la pintura como una parte del paisaje, como una parte de la naturaleza misma.
Uno no se da cuenta de lo rápido que pasa el tiempo y de lo fugaz que es la vida hasta que no se encara a aquellos cuadros de hace varios años: 1985, 1986… 1990, 1991, 1992, y así sucesivamente, hasta hoy. Parece que fue hace una eternidad cuando los pinté. Parece que el tiempo no pasa; pero ¡vaya si pasa!, y de forma imparable, brutal casi me atrevería a decir. Pero he tenido esa gran suerte de poderlos pintar y eso no me lo quita nadie, ni siquiera la crueldad de ese tiempo que no se detiene.
Va a acabar el año 2013, año inefable, terror y pavor de triscaidecafóbicos, y de nuevo, estoy pintando otro cuadro de la Casa de la Huerta del Bajo, una vez más, una de tantas. Cuando tuve la suerte de contemplar ese paisaje por primera vez, hace ya tantos años, con aquellos ojos de pintor novato, nunca pensé que tanto y por tanto tiempo sería fuente de inspiración paisajística inagotable, y que tantas y tantas veces volvería a pintarlo, una y otra vez, una y otra vez… Comenzará el año 2014 y seguiré pintando. No sé si de nuevo pintaré la Casa de la Huerta del Bajo. Es posible; es probable; es casi seguro que lo haré. Encierra tantos universos y realidades diferentes que su paisaje da para lo hecho y para mucho más.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO
Magníficas pinturas, aunque la reproducción virtual no permite captar del todo la belleza de la composición. Tomadas aisladamente cada una de las pinceladas parece un lenguaje pictórico próximo a la abstracción. Y, de pronto, el conjunto devuelve la serena armonía del paisaje que me recuerda los versos de Fray Luis de León.
Muchas gracias, de nuevo, por su comentario. Con mejor calidad se pueden ver algunas pinturas mías en mi web: http://www.canasreillo.com. Además en ella es posible descargar catálogos de algunas de mis exposiciones.
Gracias por la información.