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Asesinato, Calle de la Cruz Verde, Calle Empedrada, campo de criptana, Cementerio, Epitafio, Fúnebre, Historia, Lujo, Muerto, Olvido, Ostetanción, Paseo, Recuerdo, Republicano, Saqueador, Sepultura, Sepulturero, Soledad, Tiempo
El cementerio de Campo de Criptana está repleto, como todos los cementerios, de historias. Basta con leer los epitafios que encontramos por doquier para ir descubriéndolas poco a poco. Aquí ya hemos hablado de muchas de ellas * (véase al final). Detrás de un nombre, detrás de una fecha hay siempre una historia, que sea grande o que sea pequeña es otro asunto y es, siempre discutible. Poco valen para la vida los oropeles, los lujos y la ostentación; y mucho menos valen para la muerte. Hasta en las sepulturas más humildes podemos rebuscar, buscando ese pasado e intentando penetrar en las tinieblas de un recuerdo que, a medida que el tiempo pasa, se va esfumando, esfumando… esfumando, hasta quedar en nada. Es la soledad de los muertos, de aquellos que murieron hace un siglo y de quienes ya pocos se acuerdan, porque también murieron sus hijos, y quizá los hijos de sus hijos, y nadie queda ya que se presente ante sus sepulturas para avivar su recuerdo o, al menos, para añorar al que ya no está, y nadie queda ya que les lleve sus flores en el Día de Difuntos. Ciento y pico años son muchos para seguir recordando y el recuerdo también muere. Los muertos se quedan solos, y las letras de sus epitafios se van borrando, cada vez más hasta hacerse ilegibles, hasta convertirse sus sepulturas en espacios anónimos. La muerte es así: induce al olvido, por mucho que no se quiera y por mucho que se tenga la obsesión por pervivir en la eternidad del recuerdo. Contra el tiempo no se puede hacer nada y, contra el olvido, mucho menos que nada.
Reconozco que los antiguos epitafios, aquellos de finales del XIX y de comienzos del XX me llaman la atención, y me pregunto ante ellos cómo serían los aludidos, cómo vivieron, cuáles serían sus anhelos, cuáles sus frustraciones, sus alegrías y sus tristezas. Intento imaginar cómo fue el día que murieron y qué debieron de sentir sus seres queridos. Intento recrear en la mente un entierro de aquellos tiempos, quizá bajo un cielo nublado y una fina llovizna invernal, o quizá en una mañana de niebla, y cómo fue aquella primera noche en ese lugar que ya sería receptáculo eterno, quizá su segunda noche en el mundo de los muertos, quizá esa noche en que el descanso fue quebrantado por aquel sepulturero que en sus ratos libres se dedicaba allá por 1911 a saquear tumbas (véase: Campo de Criptana, 1911: La espeluznante historia del saqueador de tumbas; Campo de Criptana, 1911: Más sobre la espeluznante historia del saqueador de tumbas… y su mujer; y Campo de Criptana, 1911: De nuevo, sobre la espeluznante historia del saqueador de tumbas… y su mujer ¿El desenlace?).
Y reconozco también que desde que escribo este blog paseo por el cementerio y casi todos los nombres de los epitafios de finales del XIX y de comienzos del XX me cuentan algo, y de casi todos puedo rememorar una historia. «Éste era republicano, aquél fue asesinado, ese otro fue concejal de tal a tal año y alcalde de tal a tal año, éste pagaba tanta contribución en 1885, aquél vivía en la Calle Empedrada, aquél otro en la calle de la Cruz Verde…» y así cientos y cientos de epitafios, y los nombres de cientos y cientos de criptanenses que yacen en el cementerio de la localidad. Son cientos y cientos de historias que, a lo mejor, pueden reavivar el recuerdo. A lo mejor, con esto (que es bien poco) ya no están tan solos los muertos.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO
* Véanse:
Historias del cementerio de Campo de Criptana: El misterio de Adolphe J. Goldenthal, 1931
Historias del cementerio de Campo de Criptana: La humilde sepultura de los presbíteros (1873-1923)
Historias del cementerio de Campo de Criptana: Francisco de Paula Leal, republicano (1869)
Historias del cementerio de Campo de Criptana (II): Francisco de Paula Leal, republicano (1871-1886)
Historias del cementerio de Campo de Criptana (III): Francisco de Paula Leal, republicano († 1887)
Carmelo Manzaneque, del comercio (Campo de Criptana, 1854-1922)
Una boda, un funeral y un epitafio: Los Quintanar – Funes (Campo de Criptana, 1896-1916)
Me parece muy interesante tu cuaderno y muy curioso para los criptanenses que residimos en otra ciudad y no olvidamos nuestra tierra es la mejor forma de saber las cosas que antaño no nos supieron contar y ahora con tus escritos tenemos presentes . Gracias ,un saludo
Muchas gracias por su interés. Se lo agradezco de veras. Un saludo: José Manuel.