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Nos vamos hoy a otros tiempos, ya muy lejanos, para conocer algo más de aquel viejo Ayuntamiento desde el que se rigieron los destinos criptanenses en los años 1881 y 1884. Nos centraremos en algunos aspectos que tienen que ver con el día a día en sus oficinas y las comodidades de las que disponían sus empleados en su quehacer cotidiano. No sé cuantos edificios consistoriales llevamos construidos en este pueblo desde aquellos lejanos años, pero son varios, sin duda. Pero esto no quiere decir que con cada nuevo modelo se progrese en embellecimientos arquitectónicos y en estéticas constructivas. No siempre la novedad es igual a progreso; la difícil cuestión es identificar qué es, en efecto, progreso, y que es, por el contrario, retroceso.
Pero dejemos el Ayuntamiento actual y su discutible estética, y vayámonos al que era en principio el objetivo de este artículo: el Ayuntamiento en los primeros años de la década de los ochenta del siglo XIX. Y comencemos, en primer lugar, con una constatación: por aquellos años de comienzos de la década de los ochenta del siglo XIX hacía frío en las dependencias del consistorio criptanense, no sabemos si mucho o poco, pero hacía. Y por ello en sesión ordinaria del día 31 de octubre de 1881 y ya previendo la inminente llegada del frío invierno manchego, que no es como el siberiano, pero no se queda corto en heladas, escarchas y, en aquellos tiempos, también en nieve, el consistorio decidió que se adquiriera una «estufa para el servicio de las oficinas municipales» (Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real, del 11 de noviembre de 1881).
Mucho más sabemos de las dependencias consistoriales en 1885, en época del alcalde Miguel Molero. Emprendió este alcalde una serie de mejoras en el edificio y de ellas se va dando cuenta poco a poco en las sesiones ordinarias del Ayuntamiento del mes de diciembre de 1884 (Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real, del 4 de febrero de 1885):
Sesión ordinaria del día 15 de diciembre
Sabemos que el Ayuntamiento encargó a José María Gómez un armario para las oficinas municipales, por el que se le abonaron 27 pesetas con 50 céntimos, y que hubo que hacer frente también al pago de jornales de albañiles a Cancio Molero por valor de 100 pesetas y 87 céntimos.
Sesión ordinaria del día 22 de diciembre
En aquellos tiempos era usual que tanto en casas particulares como en instituciones los suelos estuvieran cubiertos de esterilla, sin duda, como protección para los fríos del invierno. En esa sesión se decidió abonar 20 pesetas con 25 cénts. al comerciante Antonio Gullón por las «18 varas de esterilla fina para la plata forma (sic) del salon capitular».
Sesión ordinaria del día 29 de diciembre
Y algunos pagos más tuvo que afrontar el Ayuntamiento por obras e intervenciones en sus dependencias. Se había pavimentado el Salón Capitular, y por ello se acordó abonar la cantidad de 189 pesetas con 50 céntimos, es decir, el importe de 2.500 ladrillos, a Jesús Lucerón. Otras 371 pesetas 25 céntimos se decidió que se abonaran a Braulio Casarrubios y a Cecilio Bustamante por un armario para las oficinas municipales y por jornales invertidos en el empapelado y otras obras de la Casa Consistorial.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO
¿La ubicación del Ayuntamiento ha sido siempre la que actualmente conocemos?
Creo que, al menos en el siglo XX sí, pero para tiempos anteriores no puedo dar una respuesta. Quizá algún lector tenga datos adicionales al respecto.