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Criptana...: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2013)

Criptana…: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2013)

Tengo que confesar que siento una gran predilección por esta larga serie de artículos sobre el «monopoli» criptanense, no tanto por el disfrute que me aporta escribirlos como por la sensación de haber realizado un paseo pausado por el Campo de Criptana en sepia de finales del siglo XIX y comienzos del XX, de haber recorrido sus calles, de haber, quizá, podido conocer casi personalmente a algunos de sus vecinos, y de haberme podido asomar al interior de sus tiendas y negocios para comprender cómo era su vida, aunque también, como hemos visto en muchos casos, cómo fue su muerte. Produce un cierto vértigo pensar que todas aquellas generaciones del pasado son ya historia y olvido, y que ya nadie queda como testigo de aquellos lejanos tiempos, sino solo el recuerdo. Produce también un cierto vértigo darse cuenta de que en algún momento del futuro, también nuestra generación, la nuestra propia, la de nuestros conocidos y familiares, habrá desaparecido y que nadie quedará que sea  testigo de nuestro tiempo y de nuestro quehacer diario. Sólo permanecerá la memoria, siempre flaca, y olvidadiza, antojadiza quizá, porque recuerda lo que quiere y no lo que no quiere e, incluso, en lo que quiere recordar, recuerda como quiere. A lo mejor alguien dentro de cien o ciento cincuenta años escribe un blog sobre nuestras cosas, y saca nuestras vidas del olvido en que, sin duda, en ese futuro lejano se encontrarán. A lo mejor… Quién sabe.

Y viene todo esto dicho sobre la memoria y el olvido, temas que, reconozco, son la estrella de este blog, de nuevo a cuenta de un viejo nombre de calle criptanense, uno de aquellos de siempre y de toda la vida que desapareció del callejero en 1890, cuando se hizo la reforma de nomenclátor, aquella reforma que sumió en el olvido nombres que habían estado en la mente y en la boca de los criptanenses durante Dios sabe cuánto tiempo. Este nombre es el de la calle Angora, tal y como aparece en el plano de Campo de Criptana de 1885. Por aquel entonces era la calle Angora periferia criptanense, una de las últimas hacia el oriente, es decir, una de las primeras de Criptana que veía cada mañana los primeros rayos de sol y una de las primeras que veía, también, las primeras tinieblas de la noche. En 1885, sólo la calle Guindalera estaba más al oriente que la de Angora. Unía esta calle dos paisajes diferentes, igual que los une hoy. Por el norte, acababa esta calle, casi, donde arrancan las inclinadas pendientes de la sierra de los molinos; confluía después con algunas de las bocacalles más castizas de Criptana: las de Santa Ana y Murcia a la izquierda, y las de Amargura y del Calvario a la derecha. Y de allí se deslizaba esta calle Angora hacia el sur, hacia el llano.

Criptana, Criptana...: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2013)

Criptana, Criptana…: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2013)

Fue, como ya se ha dicho, esta calle de Angora una de las cambió su nombre con la revolución del nomenclátor de 1890. Y de la noche a la mañana  pasó a llamarse Calle del Mediodía, nombre raro, sin duda, para esta calle si tenemos en cuenta su ubicación en el espacio geográfico criptanense. Ésta es la nomenclatura que encontramos en el plano de Campo de Criptana de Domingo Miras, de 1911. Y no pararon ahí los cambios, porque después también el nombre de «Mediodía» desapareció, sustituido por el de Hermanas Peñaranda, en mi opinión, nombre excesivamente largo para una calle. Reconozco que me gustaba más el de Angora, porque es cantarín y sonoro, y también suave, muy suave, como aterciopelado…

Sabemos los nombres de algunos de los vecinos que vivían en esta calle Angora en 1890, gracias al listado de contribuyentes electores de Campo de Criptana que publica el Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real, supl. 36, del 8 de enero de ese año, es decir, poco antes de que tuviera lugar el cambio de su nombre. En 1890 algunos de los vecinos de esta calle eran los siguientes, con indicación del número en que vivían y de la contribución que pagaban:

Angora 1. Francisco García y Vicente. 36,50 ptas.

Angora 3. Nicanor Escribano Vela. 63,61 ptas.

Angora 8. Ignacio Navalón. 15,99 ptas.

Angora 10. Pedro Manzaneque Campalla. 34,29 ptas.

Angora 29. José María Carrillejo Berenguillo. 29,69 ptas.

Angora, sin número. Julián Palomino Lizcano. 41,71 ptas.

Criptana, Criptana, Criptana...: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2013)

Criptana, Criptana, Criptana…: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2013)

Poco faltaba ya para que los rótulos de la calle se sustituyeran con su nueva denominación, y el nombre de «Angora» desaparecería para siempre de la documentación oficial del Ayuntamiento. Supongo que el nombre quedaría en la mente de los criptanenses de la época, y que, cuando se refirieran a ella, la seguirían llamando así, como cantando suave, «Angora», y se mantendría en el uso popular hasta que el último de los criptanenses de aquella generación que conoció a la calle por ese nombre murió, y ya el nombre se sepultó con él, él en la tumba, el nombre en las tinieblas del olvido. Hoy, no sé por qué, tengo una cierta tendencia desordenada a la digresión fácil y eso es bueno en algunas ocasiones, pero en otras no. Y para no irme más por los cerros de Úbeda a estas horas intempestuosas de la noche, termino aquí este artículo dedicado a la calle Angora, «Angora», nombre hermoso para una calle… nombre hermoso, como pocos. Si algo queda por decir, lo diremos en otra ocasión, que todavía las habrá… y muchas.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO