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Alfonso XIII

Alfonso XIII

Tanto y tanto que hemos hablado ya de calles de Campo de Criptana, y de monopolis, y de vez en cuando vamos teniendo nuevas sorpresas, como ésta a la que nos vamos a referir hoy. Nos tenemos que situar en el momento central de la dictadura de Miguel Primo de Rivera. Un día florido y hermoso de mediados de Mayo, primaveral suponemos como el que más, un 15 de mayo, día de San Isidro, celebró sesión ordinaria el Ayuntamiento criptanense, presidido a la sazón por su alcalde Eduardo Cueto (véase sobre él: Eduardo Cueto, alcalde y empresario, Campo de Criptana 1928). No hubo muchos puntos del día a tratar en aquella sesión; a lo mejor tenían ganas los señores concejales de disfrutar del buen tiempo o de una partida en el casino junto a un aromático buen café. Dos temas centraron el interés de aquella sesión: la felicitación de Campo de Criptana al rey Alfonso XIII por su cumpleaños y la contribución de la localidad a la construcción de la Ciudad Universitaria. De ello nos informa el extracto de sesiones del consistorio criptanense en el mes de mayo de 1927 que se publicó en el Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real, del 7 de septiembre de 1927.

Ya tenía Campo de Criptana una calle dedicada a Alfonso XII, la que antes había sido de las Tiendas y que hoy es la de Murcia (véase: El «monopoli» criptanense, Campo de Criptana, 1900, I: La calle de Alfonso XII). En la sesión ordinaria de ese día 15 de mayo de 1927 se decidió nombrar a otra calle criptanense con el nombre del monarca que en aquel tiempo ocupaba el trono español. Así, decidió el consistorio transmitir su felicitación a;

… S. M. el Rey con motivo de su cumpleaños; contribuir con 100 pesetas a la suscripción abierta para allegar fondos con destino a la creación de la Ciudad Universitaria, y dar el nombre de S. M. el Rey D. Alfonso XIII a la actual calle de la Soledad.

Calle Soledad desde la Sierra: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2013)

Calle Soledad desde la Sierra: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2013)

Resulta curioso esto último, porque, precisamente, el nombre de la calle Soledad había sido uno de los pocos que se había salvado de la reforma del nomenclátor de 1890. Era nombre antiguo el de esta calle, Soledad, y no sólo se mantuvo en 1890, sino que entonces también se incluyó bajo esta denominación a la calle Pastrana (véanse: El «monopoli» criptanense, Campo de Criptana 1900, XI: La calle Soledad, I; El «monopoli» criptanense…, La calle Soledad, II; El «monopoli» criptanense…, La calle Soledad, III; El «monopoli» criptanense…, La calle Soledad, o Pastrana, IV; El «monopoli» criptanense…, La calle Soledad, V. Epílogo aéreo). No sabemos cuanto duró el nombre, pero es muy probable que unos pocos años después, con la llegada de la Segunda República, desapareciese del callejero criptanense. A lo mejor no es buena idea poner nombres de reyes y de políticos a las calles, puesto que los tiempos son cambiantes y son muchos los avatares que se suceden. Quizá lo mejor habría sido poner a las calles nombres de puntos cardinales, de estaciones del año, de frutas o de animales, de ríos, montañas y similares, porque parecen más inmutables y menos volubles a los antojos humanos y a los retruécanos del destino y de la historia, que uno nunca sabe por dónde van a salir.

Da también cierta alegría ver que, al menos, un poco de la Ciudad Universitaria de Madrid tiene algo de Campo de Criptana. Sin embargo, respondía la decisión del Ayuntamiento de contribuir con 100 pesetas no tanto a su propia iniciativa sino al debido cumplimiento de una circular del Presidente del Consejo de Ministros que tenía como objetivo la recaudación de fondos para tal fin.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO