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Hoy, de nuevo, me ha admirado la naturaleza, como cada año por estas fechas. He visto los almendros en flor, y la primavera deseosa de abrirse paso entre los últimos días del invierno. Esto sigue siendo para mí un misterio, y nunca entenderé cómo funcionan los ciclos de la naturaleza. Sólo sé que son sorprendentes… casi un milagro, el de la vida, por supuesto.
Imagino a veces cómo sería hace siglos, milenios quizá, el lugar que ocupa hoy Campo de Criptana. Sería, probablemente, una tierra bendecida de encinas y arbustos, una tierra virgen surcada por pequeños arroyuelos que descenderían lentamente de las colinas, ésas que hoy están coronadas por los molinos de viento. Quizá cuando la humanidad se extinga, vuelvan los árboles a ocupar el lugar que es suyo, el que les pertenece sólo a ellos. Pienso esto también a menudo. A lo mejor esa será la venganza de la naturaleza y, como ocurre siempre y para que sea más sabrosa, se servirá en frío.
Reconozco que echo mucho en falta en La Mancha los árboles; que hubiese no tantos como en otras comarcas, no pido tanto, pero sí, al menos, algunos más de los que hay hoy, algunos que den cobijo al caminante en esos días ardientes del estío, y le den sombra y solaz en su interminable camino. Echo en falta árboles, también en el casco urbano criptanense. Criptana tiene pocos árboles y pocos parques, y pocos jardines y, algunos de los que tiene, como el del Pozohondo, no son ya ni sombra de lo que fueron. Es, a lo mejor, el jardín más maltratado de Criptana, a pesar de que es uno de los más antiguos y tiene, aún hoy día, algunos de los árboles más viejos de la localidad. Tengamos en cuenta algo muy importante: algunos de estos árboles ya eran viejos cuando veían correr a su vera el famoso Caz pozohondero, ése que iba buscando desesperadamente el mar, ése mismo al que tuve en una ocasión la tentación de lanzar mi mensaje en una botella.
Es curioso que la historia déndrica de Criptana haya sido tan cíclica. Han alternado los periodos de plantación de árboles con los de tala, pero no ha habido nunca un término medio. Y hoy, precisamente, con esos viejos árboles del Pozohondo ante mí, me propongo escribir sobre uno de los momentos del pasado, de finales del siglo XIX, en que se hicieron plantaciones de árboles en Campo de Criptana para gozo y disfrute de los ciudadanos, tiempos aquellos, en que los árboles estaban bien vistos, y tenía Criptana una calle del Paraíso, por un árbol que allí había, y una calle de Granado.
Este periodo corresponde a los años 1883 a 1890. La fuente serán diversos extractos de acuerdos del Ayuntamiento de Campo de Criptana publicados en los Boletines Oficiales de la Provincia de Ciudad Real (BOPCR a partir de ahora). Y comenzaremos con el BOPCR del viernes 21 de diciembre de 1883, donde se recogen los acuerdos de la sesión ordinaria del día 5 de noviembre de 1883. En ella el Consistorio establece el número de plantas de árboles que eran necesarias para los «paseos de la Estación al ferro-carril y camino del Cementerio Público».
Poco después, en la sesión extraordinaria del 29 de noviembre de 1883, se volvió a retomar la cuestión de los árboles para estos espacios, además de otras como el arreglo del Caz del Pozohondo:
Que informe la Comisión de obras municipales sobre las cuentas presentadas por Juan Herencia y Teodoro Gonzalez; que se examine el caz del Pozo-hondo por la Comisión municipal y proponga la cantidad para su arreglo, y que se estudien los catálogos para la adquisición de árboles que han de plantarse en los paseos de la Estación y del Cementerio Público.
Y los árboles llegaron a Criptana. Así, tres meses después, en sesión ordinaria del 25 de febrero de 1884 (BOPCR del 28 de marzo de ese año), se acordó:
… el abono de 536 pesetas 50 céntimos á D. Eusebio Moreno, importe de 425 plantas de árboles que ha remitido desde Aranjuez, y 20 pesetas á D. Fermín Hernández, importe de varias composturas que ha hecho en las farolas del alumbrado público.
Y para la plantación de los árboles se requería agua. Por ella tuvo que abonar el ayuntamiento 20 pesetas a Bernardo Alarcos por el «suministro de ocho cubas… para la plantación de los árboles en los paseos públicos». Unos meses después proseguían los ímpetus filodéndricos del consistorio, y parece que se plantaron más árboles. Puesto que en aquella época quizá no habría un personal dedicado especialmente al cuidado de los arbolados y jardines, correspondió la tarea de la excavación de los hoyos para las plantaciones ¿a quién? ¿al alcalde? No. ¿A algún concejal? Tampoco. ¿Al secretario del ayuntamiento? Ni hablar. Pues ni más ni menos que les correspondió a los serenos municipales. Eso sí, el Ayuntamiento les abonó 40 pesetas por el «trabajo especial» que habían prestado. Tal decisión se adoptó en la sesión ordinaria del 16 de junio de 1884 (BOPCR del 23 de julio de 1884).

Recuerdos de la plaza de Criptana (Detalle del cuadro «Panorámica de Campo de Criptana»). Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (2005)
Ahora, nos tendríamos que hacer una pregunta que, seguramente, recibirá respuesta lamentable: ¿Cuántos de aquellos árboles entonces plantados perviven hoy? Seguramente ninguno. Sumemos a ello uno de los capítulos más tristes de la historia urbanística de Campo de Criptana, que tuvo lugar cuando aquella antigua Plaza, aquélla que tenía sus pérgolas, y su quiosco y sus hermosos pinos, desapareció para dar lugar a una explanada gris y triste, de suelos salpicados de chicles incrustados. Y recuerdo aún que aquellas pérgolas eran únicas.
Pero miro de nuevo aquellos viejos árboles del Pozohondo y, no puedo evitar pensar que ellos son la historia misma, que ellos han visto el Caz, que ellos han visto buena parte del siglo XX criptanense y han sido testigos de sus acontecimientos, del pasar y pasar de generaciones, del tiempo, ése que es más fugaz que un soplo, como la vida misma.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO
Me ha gustado esta entrada, y me gustaría si fuera posible, conocer la historia del gran ciprés de la calle de la Virgen, cuándo fue plantado y por quién. Debe ser el árbol más alto del pueblo y las inmediaciones e imagino que también el más viejo.
Muchas gracias por el comentario. Lamentablemente yo no tengo ningún dato sobre ese ciprés; quizá algún lector pueda proporcionar noticias al respecto.
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