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Una nueva calle viene a sumarse a las dieciocho que ya componen este «monopoli» criptanense tan particular y peculiar que hemos ido tejiendo a lo largo de tantos y tantos artículos. Tengo que confesarlo y creo que ya lo he dicho en alguna ocasión anterior: ésta es una de mis series predilectas de cuantas hasta ahora he escrito para este blog, y también una de las que más satisfacciones me ha dado. Más que nunca, ahora, cuando releo lo escrito y cuando doy vueltas a lo que voy a escribir, más que nunca, repito, tengo esa sensación de que con estos artículos viajo al pasado, a esa época fascinante de Campo de Criptana que fue la de los años de los grandes cambios, aquellos años finales del siglo XIX y primeros del XX. No es otra mi pretensión que ésta, la de construir la imagen de aquel tiempo a base de palabras, de pensamientos, de evocaciones y de recuerdo, a falta de imágenes de la época, de esas viejas fotografías en blanco y negro, y sepia. Por fortuna, no siempre una imagen vale más que mil palabras; a veces, unas cuantas palabras dan más satisfacción que todas las imágenes del mundo, y dicen más, mucho más, que ellas, porque con lo escrito vienen la evocación, el recuerdo, la nostalgia y la recreación de lo que pudo ser. Dejemos, pues, que la imaginación con sus propios desvaríos construya su peculiar imagen de las cosas, y recree conversaciones de los criptanenses de entonces, y sus caras, y sus tipos, y sus vidas, y sus pensamientos, y mucho, mucho más.
Hoy continuaremos con la pauta iniciada en los artículos más recientes dedicados a esta serie y nos iremos desplazando hacia las afueras de Campo de Criptana. Pero aclarémoslo antes para que ningún lector se lleve a equívoco: partimos del plano criptanense tal y como era en los años 80 del siglo XIX, y muchas calles que en él eran afueras hoy son, casi, casi, céntricas, como las que más. Esto es especialmente evidente en la zona oriental del casco urbano criptanense, posiblemente la que sufrió mayor expansión y crecimiento entre esos años y los del comienzo del XX; otro asunto sería la expansión hacia el sur, es decir, hacia el ferrocarril, ya muy entrado el siglo XX. Por el oriente, eran las últimas calles criptanenses la del Monte, la Cambronera, el Pozo de las Eras y la Guindalera. Ésa era la línea imaginaria que separaba el pueblo del no pueblo, o, dicho de otra manera, el no campo del campo, o lo urbano y lo rural… en definitiva, dos modos de vida y dos formas diferentes de contemplarla.
Y precisamente de una de estas últimas calles vamos a hablar hoy, la que hará el número diecinueve en esta serie del «monopoli» criptanense: la calle del Monte. Puede que no haya un nombre más hermoso para una calle, «del Monte», porque me trae la evocación de los tiempos primigenios en que las tierras criptanenses estaban vírgenes, intocadas… hasta que Dios creó Criptana diciendo «hágase Criptana», y Criptana se hizo y brotó su blancura en la llanura. Ya en los años ochenta del siglo XIX aparece la calle del Monte plenamente formada, más o menos con el recorrido que muestra hoy, desde su extremo sur, las cercanías de la calle Concepción, hasta su final en el extremo norte, allí donde confluye primero con la calle del Convento para acabar en la calle entonces llamada de Pintado, hoy Reina Cristina.
Ya entonces aparecía en ciernes la calle de la Cambronera, pero de poco recorrido. Ya entonces también aparecía ese extraño apéndice que aún hoy tiene la calle del Monte, como si de repente cambiase de dirección, y del sureste virase hacia el sur. Es ese callejón que surge en la confluencia con la calle Cambronera. Siempre he pensado que ese callejón iba para calle pero se quedó a medias en sus pretensiones, y no llegó nunca a calle. Supongo que para una calle no debe haber nada más frustrante que quedar en callejón, o en calleja, y no alcanzar ese estado de calle al que la naturaleza y la mano urbanistica del hombre la había destinado. Es curioso, además, que la mayor parte de los pocos callejones que tiene Criptana se encuentren en esa zona del casco urbano. Otros dos hay en las cercanías de éste, en la calle Paloma, y esto no es habitual en el callejero criptanense.
Si nos vamos al plano de Campo de Criptana de 1911, el de Domingo Miras al que tanto hacemos referencia en este blog, encontramos que ha habido un cambio sustancial al lado este de la calle del Monte. Ya no es ella la última calle criptanense por ese lado. Todo un nuevo barrio se ha desarrollado hacia la parte oriental, y además con calles en plano de incipiente damero, diseño urbanístico moderno como el que más y distintivo claro de la mayor parte de las expansiones urbanísticas de esa época en muchas ciudades. La calle de la Cambronera aparece completa, y ya encontramos las calles de Oriente, de Ramón y Cajal, y de Prim, y la travesía de Peñafiel. Por cierto, la del Monte fue de las pocas calles criptanenses que no modificó su nombre con la revolución del nomenclátor de 1890. Se llamaba en el siglo XIX «del Monte» y así siguió llamándose hasta hoy. Y esto tiene mucho mérito.
Dejamos por hoy este artículo sobre la calle del Monte. Mucho más queda por decir de esta calle, que nos evoca olor a tomillo, a tierra recién mojada por la lluvia y a encina… pero ya será en el artículo de mañana. Hoy se hace tarde.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO
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