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Aquel ya lejano 14 de abril de 1932 fue día de celebraciones. Hacía un año que se había proclamado la República, y por toda España se organizaron festejos y conmemoraciones para recordar tal hecho. Y La Mancha con sus pueblos no fue una excepción. Nos lo cuenta con cierto detalle el periódico El Heraldo de Madrid del 15 de abril de ese año.
Comenzaron los actos en Alcázar de San Juan. Allí llegaron por la mañana algunos diputados, como Pérez Madrigal, Alberca Montoya y Pedro Vicente Gómez, acompañados de Alfonso Ayensa. Hubo, como se acostumbra en este tipo de celebraciones, un mitin en el teatro y, a continuación, discursos de los diputados. Se puso la puntilla a la fiesta en Alcázar con una «imponente manifestación», a la que, según el periódico, habrían acudido unas cincuenta mil personas, procedentes muchas de ellas de pueblos de las proximidades. Y como todo no pueden ser discursos, mítines y manifestaciones, hubo también un banquete.
Luego la celebración se trasladó a Campo de Criptana. Imaginemos al grupo de diputados y de oradores y a todo su séquito en coches, por la carretera, rumbo a Criptana, después del banquete. Imaginémoslos los coches negros de la época, como una procesión sobre ruedas, un coche, otro coche, otro más… más o menos a la altura de la Cañamona, entre el escandaloso verdor primaveral de la llanura manchega. Entonces, ya, se vislumbra Criptana, allá, en la lejanía, en la ladera de su colina. Creo que, a veces, Criptana quiere coronarla, quiere ascender, a lo mejor tiene alma montañera. Hay pueblos en cimas de colinas ¿Por qué no Criptana? Por una sencilla razón: ya tiene esta colina dueños, señores inquebrantables del tiempo y del espacio, esos molinos de viento… Y tú, Criptana ¿No estás bien donde estás? ¿Qué más quieres? Tienes ladera y tienes llanura ¿Qué más quieres? A lo mejor todo el séquito festivo iba cantando cuando cruzaban raudos sus coches la Cañamona. Después de un banquete parece lo más natural del mundo, lo de cantar, por supuesto… quizá una jota, quién sabe. Claro, que, ahora que lo pienso, a lo mejor vino a Criptana el grupo de diputados y de oradores y todo su séquito, no en coches, sino en tren. Cabe la posibilidad. No lo sé. No dice nada al respecto el periódico. Pero puestos a imaginar…
Y llegaron Criptana los diputados, los oradores y todo su séquito, recién comidos y bebidos. Y fueron al que sería el escenario de la festividad, la plaza:
… en donde asistieron al descubrimiento de la lápida que da el nombre de plaza de la Constitución a la plaza del Ayuntamiento. Hubo discursos…
… Y a lo mejor una merienda, es posible, en el Casino Primitivo, que entonces estaba en todo lo suyo. Pero esto es pura conjetura y así debe tenerse en consideración. Es, repito, una posibilidad, porque lo natural por la tarde es merendar, cuando el banquete ha quedado ya lejos y hecho sólo recuerdo, y marcan las agujas del reloj las cinco, ¡las cinco de la tarde! hora torera. Y esto es así desde que el mundo es mundo. Lo que se meriende es ya otra cuestión en la que no vamos a entrar aquí. Y a continuación marcharon todos a Manzanares, donde se celebró un mitin. Una procesión de coches negros, un coche, otro coche, y otro más… deslizándose entre el verdor primaveral de la llanura manchega, una tarde de abril.
Por cierto, y para finalizar, digamos algo sobre los diputados que fueron protagonistas de estas celebraciones, y sobre la plaza criptanense. Joaquín Pérez Madrigal (1898-1974) fue en 1931 diputado por Ciudad Real del Partido Radical Socialista (véase: La cuestión del Pósito de Campo de Criptana en el Congreso de Diputados, 1932). A comienzos de la Guerra Civil se pasó al lado franquista. Gumersindo Alberca Montoya, diputado por Ciudad Real por Acción Republicana en 1931-1933 (véase: Campo de Criptana, 1933: Las uvas de la ira). Pedro Vicente Gómez Sánchez fue diputado en la misma legislatura por Ciudad Real, por el partido Republicano Radical. La plaza criptanense ya aparece con el nombre de «Plaza de la Constitución» en el plano de Domingo Miras, en 1911. Después de la Guerra Civil fue «Plaza del Caudillo», y ahora es «Plaza Mayor». La verdad es que tanto cambio desconcierta mucho.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO
J.Manuel leyendo tus articulos parece que los vivo en primera persona ( a pesar del año en que se projeran) cuanto talento lírico pones en todos .
Creo que además de pintar deberías escribir más en serio aún. Un saludo