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Príncipe de los Ingenios: Madrid, Plaza de las Cortes. Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2010)

Príncipe de los Ingenios: Madrid, Plaza de las Cortes. Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2010)

Me he puesto hoy a escribir este artículo, y no sabía todavía de qué quería hablar. Esto pasa muchas veces, e incluso incurre el escritor en el pánico pensando que la idea no aflorará y que no habrá tema para artículo. Ochocientos cuatro artículos llevamos escritos para este blog, y muy a menudo me encuentro con ese «vacío» literario, pero no porque se hayan agotado los temas de que hablar, sino porque queda tanto y tanto aún por escribir que corre uno el riesgo de acabar como el asno de Buridán, que murió de hambre por indeciso, por no elegir entre los dos montones de heno que tenía delante. Es difícil decidir cada día qué tema tratar entre tantos y tantos como quedan. Pero al final, me he decidido, y he acudido al fondo de ese cajón donde guardo recuerdos de los buenos tiempos de la Biblioteca Municipal «Alonso Quijano» de Campo de Criptana. Y allí he encontrado un tema, y de él hablaré hoy. Pero no pienses, lector, que agotamos con esto lo que tenemos que decir sobre la Biblioteca, la de ayer y la de hoy (véanse: La Fiesta del Libro en la Biblioteca Pública Municipal de Campo de Criptana, 1949; La Fiesta del Libro, Campo de Criptana, 1951). Queda mucho aún por decir, y queda también lo más importante, y lo diremos en su momento.

Retrocederemos al año 1947, que paradójicamente fue uno de los mejores momentos de la historia de esta biblioteca, cuando estaba en todo lo suyo y faltaba mucho, mucho todavía, para que iniciase ese descenso lento pero imparable hacia el infierno del abandono y del olvido en que se encuentra sumida hoy. Aquel año se celebrarían el día 27 de abril los actos de la Fiesta del Libro, esa conmemoración literario-musical que organizaba cada año aquella biblioteca criptanense y cuyo programa completo se publicó el día anterior en el periódico Lanza. Habría conferencias, conciertos, representaciones dramáticas y proyecciones cinematográficas en honor al «Príncipe de los Ingenios Españoles» y a su obra, con motivo del IV Centenario de su nacimiento. Criptana tendría que poner todo su empeño en ello, como dice el periódico:

El pueblo que se gloria de tener los famosos molinos de viento con los que antaño contendiese el genial Caballero Manchego, ha de esforzarse por dar a las Fiestas del Centenario el realce que en nuestra Mancha deben tener.

Príncipe de los Ingenios: Madrid, Plaza de las Cortes. Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2010)

Príncipe de los Ingenios: Madrid, Plaza de las Cortes. Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2010)

Estarían presididos los actos por el Director General de Enseñanza Universitaria, el Director General de Enseñanza Universitaria, el Director General de Archivos y Bibliotecas, y por el Secretario de la Junta de Intercambio del Ministerio de Educación. Estaban invitados la Comisión Provincial del Centenario de Cervantes y el Director del Instituto de Estudios Manchegos de Ciudad Real. Y vamos ahora al programa detallado de los actos.

Comenzarían con un concierto de la Filarmónica Beethoven, dirigida por Manuel Angulo. Se interpretaría el pasodoble Por tierras de la Mancha de M. López Varela, director de la Banda Municipal de Madrid; y Tierras llanas, selección de Cristóbal Ruyra, director de la Banda Municipal de Ciudad Real. Encontramos en segundo lugar, una conferencia sobre Cervantes, impartida por el guipuzcoano Dr. D. Luis Morales Oliver, entonces catedrático de Lengua y Literatura Españolas en la Universidad de Sevilla. Sería aquél de 1947 su último año en Sevilla; en 1948 pasó a Madrid y entre ese año y 1957 fue director de la Biblioteca Nacional. En tercer lugar, la Rondalla de la Orquesta Tárrega interpretaría jotas, seguidillas y aires manchegos bajo la dirección de Raimundo Escribano. Se cerraría el acto con la interpretación del Himno a Campo de Criptana de C. Cedenilla y letra de I. V. Ortiz Muro, a cargo de los Coros de la S. F. de Falange y la Banda de Música y Coros de la Filarmónica Beethoven.

Homenaje a Miguel de Cervantes (Madrid, Convento de las Trinitarias). Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2010)

Homenaje a Miguel de Cervantes (Madrid, Convento de las Trinitarias). Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2010)

Con estos actos buscó la Biblioteca Pública Municipal dar brillo a la memoria de Cervantes y conmemorar la novela que más fama ha dado a estas tierras manchegas. No puedo evitar comparar el ayer y el hoy. Sesenta y pico años después se esperaría que tales conmemoraciones cervantinas hubiesen ido a más, y que la Biblioteca también hubiese ido a más. Lamentablemente nada de esto ha ocurrido, ni con las conmemoraciones cervantinas, ni con la Biblioteca. Las primeras son una fiesta privada subvencionada con dinero público, resultado de una vieja y anquilosada dejación de funciones de quien tendría la obligación de organizarlas. De la segunda ya hemos hablado mucho; ya he contado varias veces cómo he sido testigo a lo largo de muchos años de su progresiva e imparable decadencia, cómo unas corporaciones y otras sucesivamente y sin importar sus colores (al final, digámoslo, no ha habido diferencias entre unos y otros) la han ido abandonando, han dejado poco a poco que lo pudo haber sido una gran biblioteca, puesto que una de las más grandes de la provincia fue en algún momento, sea hoy un desolador almacén de libros que no cumplen el destino para el que fueron creados: ser leídos. Eso sí,  tiene centro de internet, y para algunos, con eso basta y sobra, y es más importante que la propia biblioteca (véanse: «To be or no to be»: La Biblioteca Pública Municipal «Alonso Quijano», Campo de Criptana, 1950; Más «To be or no to be»: La Biblioteca Pública Municipal «Alonso Quijano», o la historia de una tragedia shakesperiana, Campo de Criptana, 1947; Crónicas bibliotecarias, Campo de Criptana, 1950; y Crónicas bibliotecarias, Campo de Criptana, 1950 II).

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO