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Al pie de la Sierra: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2014)

Al pie de la Sierra: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2014)

Retrocedimos ayer al año 1835, y allí nos quedamos hoy también, en aquel viejo Criptana, cuyo aspecto no podemos ni imaginar. Es una lástima que no nos haya quedado ningún grabado, ni ningún dibujo, ni ningún cuadro que nos muestre cómo era Campo de Criptana en aquel tiempo, cómo era aquel pueblo, suponemos blanco como el nácar al pie de la Sierra de los Molinos. Es un lástima que no tengamos esas imágenes. Pero por suerte tenemos la imaginación, y podemos recrear el pueblo de entonces, sus calles, sus gentes y cómo era su vida cotidiana, y, por fortuna, nadie puede ponerle trabas, nadie puede callarla. La imaginación, por fortuna, es y será siempre libre. Un día de invierno, de comienzos de noviembre de 1835, se ensombreció la vida de algunos criptanenses, de algunos de los más jóvenes. Había sido el día anterior primero de noviembre, día de los difuntos, día en que, quizá fueron los criptanenses a su viejo cementerio del Pozohondo a honrar a sus muertos o, al menos, a recordarlos. Es lo único que se puede hacer con los que se han ido, con aquellos que la Muerte ha decidido arrebatar. El día dos el Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real imponía su impuesto humano a los pueblos de su provincia, porque, justo ese día, se publicaba un anuncio de la Comisión de Armamento y Defensa de la Provincia. Había que contribuir al ejército, había que contribuir a la defensa nacional… todo por la patria. 2.296 soldados tenía que aportar la provincia de Ciudad Real a ese ejército que, probablemente, acabaría exánime en los campos de batalla de las Guerras Carlistas. Todo por la gloria de la reina regente. Y cada pueblo tendría que contribuir con sus jóvenes a este contingente bélico en función del «número de almas que en cada uno habita». Se tomaba como base el censo más reciente realizado por el Gobierno Civil. Campo de Criptana figura en el partido judicial de Alcázar de San Juan. A él pertenecían también el mismo Alcázar, Argamasilla de Alba, Arenas de San Juan, Herencia, Pedro Muñoz, Socuéllamos, Tomelloso, Villarta de San Juan y Villarrobledo, que en la actualidad pertenece a la provincia de Albacete. Tenía Campo de Criptana entonces 4.108 habitantes, por lo que le correspondía aportar 48 hombres.

Vicente López y Portaña: María Cristina de Borbón (1830). Madrid, Museo del Prado

Vicente López y Portaña: María Cristina de Borbón (1830). Madrid, Museo del Prado

Veamos otros pueblos, y comparemos cifras. Alcázar de San Juan tenía 6.588 habitantes y le correspondían 76 hombres. Herencia tenía por aquellos años más habitantes que Campo de Criptana, y también que Alcázar, 7.173, y le correspondía aportar 83 hombres. Tomelloso tenía pocos más habitantes que Criptana: 4.322, con 50 soldados. Recordemos que por aquel entonces todavía un barrio de Tomelloso, El Altillo, era de jurisdicción criptanense (véase: Una antigua aldea de Campo de Criptana hasta 1841: El Altillo). Socuéllamos, por su parte, tenía 1.992 habitantes, y participaba con 23 hombres. El pueblo más habitado de aquel partido era Villarrobledo, con 8.000 habitantes y 93 hombres. Para que podamos establecer una comparación con otras localidades importantes en la provincia en aquella época, digamos que la capital Ciudad Real tenía 8.610 habitantes, y que Almagro y Daimiel eran los pueblos con mayor población en la provincia: 10.200 y 10.249 habitantes respectivamente.

Entonces, 48 jóvenes criptanenses irían al ejército, a defender a la patria, a dar la cara por María Cristina de Borbón-Dos Sicilias. ¡Qué gran honor! Y la vida seguiría en Campo de Criptana, y la vida seguiría, aquel día de invierno de aquel lejano año de 1835… y de aquellos 48 criptanenses, no sabemos lo que sería.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO