Etiquetas

, , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , ,

Ferias: Acrílico sobre madera por José Manuel Cañas Reíllo. En depósito en Criptana TV (Foto de J. V. Méndez)

Ferias: Acrílico sobre madera por José Manuel Cañas Reíllo. En depósito en Criptana TV (Foto de J. V. Méndez)

Todo tiene su final, y para aquellas ferias y fiestas criptanenses del año 1943 cada vez era más inminente. Ya estaban tachados casi todos sus días solemnes en el calendario del programa de festejos que había publicado el periódico Lanza, del 3 de septiembre de ese año. El día inaugural y tres días de bailes, verbenas y diversiones varias iban dejando ya su huella en los criptanenses, suponemos (véanse: Ferias, fiestas, saraos, verbenas y más cosas, Campo de Criptana, 1943, I; Ferias, fiestas …, II; y Ferias, fiestas …, III). El cuarto día y último día de feria sería el miércoles día 8 y poco a poco se iría cerrando el programa de festejos, y se harían las últimas cucañas, y las últimas funciones, y los últimos bailes y conciertos de ferias… hasta el año siguiente. Puede que tan exhaustos como estuviesen ya los criptanenses de aquel tiempo esté de aquellas fiestas el que escribe estos artículos. Esto de contar las fiestas con pelos y señales cansa mucho, lector, aunque no te lo creas. Lo bueno es que el tema de estos artículos es completamente anacrónico y extemporáneo en esta época del año. Es, como ya hemos dicho en más de una ocasión, una de las intenciones más buscadas en los artículos de este blog: que el ciclo de la vida real vaya por un sitio, y el de la vida imaginada del blog por otro, es decir, que no haya vínculo alguno ni obligación por parte del que esto escribe de responder a lo que en cada momento se esperaría según las circunstancias. Las sorpresas siempre están bien, y más en estos casos, y lo inesperado más. Léanse, si no, aquellos fantásticos Relatos de lo inesperado de Roald Dahl.

Da cosa decir, por repetitiva, que aquel cuarto y último día de feria, miércoles 8 de septiembre, comenzó a las ocho de la mañana con la diana de la Banda del Frente de Juventudes… una vez más. Sí, lector, una vez más… pesadez de diana, pensaría algún criptanense adormilado aún, con la cabeza repleta de ecos de sones de la verbena de la noche anterior. Otra vez… la diana. Tranquilos: sería ya la última de ese año. Al año siguiente otro gallo cantaría, o mejor, otras dianas sonarían… incansables. Y, como incluso lo inusual por usual llega a ser repetitivo, hubo también aquel día a las diez de la mañana función al Santísimo Cristo de Villajos, cuarto día ya, y no sabemos cuántas autoridades y personalidades de las que asistieron el primer día aparecieron por allí. Y poco después, otro baile más, a las once de la mañana, otro más, como los días anteriores, en el Círculo de Bellas Artes, que de artes y de bellas no sabemos cómo andaría, pero de bailes estaba sobrado. Y sin resuello todavía de tanto baile había que ir a las cucañas y «globos grotescos» en la Plaza del Generalísimo, sí lector, más cucañas y globos, incansables, imperecederos como el tiempo.

El santuario: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2014)

El santuario: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2014)

El acto principal de aquel día, el que pondría el broche de oro a los festejos tendría lugar a las cinco y media de la tarde, hora torera, luminosa como la que más. Pero no, lector, no eran corridas de toros, ni charlotadas, ni variedades en la plaza de toros. A las cinco y media de la tarde de aquella tarde del miércoles 8 de agosto, que sería, seguramente, muy muy calurosa (recordemos que por aquellos días una ola de intenso calor abrasaba La Mancha), daría el pueblo la despedida al:

… SSmo. Cristo, verificándose seguidamente la procesión desde la iglesia del Convento a su Santuario de Villajos.

La verbena: Ácrilico sobre madera por José Manuel Cañas Reíllo. En depósito en Criptana TV (Foto de J. V. Méndez)

La verbena: Ácrilico sobre madera por José Manuel Cañas Reíllo. En depósito en Criptana TV (Foto de J. V. Méndez)

Algunos, muchos quizá, acompañaron al Cristo a su santuario. Otros prefirieron ir al «Gran Concurso de Tiro de Pichón» que, con magníficos premios», tendría lugar a las seis y media de la tarde. Es lo mejor. Unos fueron con el Cristo y otros al tiro. Donde se ponga la alternativa y la libertad de elección que se quite todo lo demás, como decíamos ayer. Cerrarían las fiestas un último baile en el Círculo de Bellas Artes, a las ocho de la tarde y, a la misma hora, el IV concierto musical de la Filarmónica Beethoven. Con la noche llegaría el final: una función de cine en la Plaza del Generalísimo a las 10:15 de la noche y, de nuevo, al igual que en artículo de ayer, desconocemos cuál fuese la cartelera para aquella ocasión, y la «extraordinaria verbena en el Parque Cine Ideal», la última ya. Una nota pone punto y final a las celebraciones de estos días:

Durante estos días actuará una compañía de comedias en el Teatro Cervantes, celebrándose funciones extraordinarias en el Cine Imperio. En los bailes del Círculo de Bellas Artes y en la verbena, actuará una notable orquesta con animadora.

El santuario: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2012)

El santuario: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2012)

Todo, como se puede ver, de lo más completo… incluso con animadora. Pero no todo había acabado. Faltaba la «Octava del Cristo» que se celebraría al domingo siguiente en el Santuario de Villajos, pero esto es otro tema del que hablaremos en otra ocasión. Por lo pronto, el jueves 9 todo volvería en Criptana a la normalidad, y la vida cotidiana inundaría de nuevo sus calles, y cada uno iría a sus obligaciones, y cada uno se ocuparía de lo suyo, menos los cotillas, que se ocupan de lo de los demás y se preocupan más de saber adónde van o no van los demás que de averiguar qué derroteros están siguiendo sus propios caminos. Cosas de la vida, como siempre ha sido, como es, y como seguirá siendo.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO