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Edgar Degas: Carreras de Caballos en Longchamp (1873-1875). Boston, Museum of Fine Arts

Edgar Degas: Carreras de Caballos en Longchamp (1873-1875). Boston, Museum of Fine Arts

Pero no acababa todo en aquellas fiestas con la partida de la imagen del Cristo de Villajos, aquella tarde del segundo día de feria, como veíamos ayer (Las ferias y fiestas del cambio, Campo de Criptana 1889, IV). La fiesta continuaba en Campo de Criptana. Aquella tarde, a las cinco, hora torera, como debe ser, adecuada para los toros y para cualquier otra actividad festiva, tendría lugar uno de los actos estrella de aquella feria. Sería un torneo que se celebraría en la «Carretera del Puente», el de San Benito se supone necesariamente, puesto que por el ser el único puente en la localidad no precisaba de más explicación. Entonces aquella carretera se deslizaba buscando el sur, hacia la profundidad de las llanuras manchegas, entre campos; hoy es calle como Dios quiere y manda, con asfalto y todo, y con casas, y con vecinos, y con todo lo que una calle que se precie debe tener.

A lo mejor entre lo más divertido de aquel día figuraba la Carrera de Burros. Quizá por eso en el programa de festejos se destacan estas palabras con mayúscula y se dice sobre tal carrera que se haría:

… constituyendo la línea el recorrido que señale el jurado, concediéndose un premio de 10 pesetas al dueño del burro que llegue el último, y otro igual al primero que retorne.

Santuario del Cristo: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2014)

Santuario del Cristo: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2014)

Totalmente surrealista…. esta carrera, y más aún los premios. Como se ha dicho: ganaba el burro que llegase el último. ¿Era quizá una carrera de «burros sejando», como la que tenemos constancia que se celebraba en las ferias de 1948? (véase: Las ferias y fiestas de Campo de Criptana, 1948). Así, entre nostalgias por las ferias y fiestas de aquel año que ya estaban a punto de acabar, que ya casi eran historia, finalizaría ese último día de festejo con un Concierto Musical en la Plaza de la Villa.

Finalmente, y ya fuera del programa oficial de los dos días de feria, habría celebración el domingo siguiente en la ermita del Cristo, con su titular ya debidamente aposentado en ella. Cayó aquel domingo ese año de 1889 un 8 de septiembre. ¿Qué encontraría el fatigado caminante que se acercara aquel día por el Santuario del Cristo de Villajos desde Criptana y desde otros pueblos vecinos? Pues también nos lo dice el programa, a saber:

Variadas y divertidas funciones campestres en el Santuario ó Ermita del Santísimo Cristo de Villajos, en cuya Iglesia también tendrán lugar solemnísimos actos religiosos. Y con ello acabarían las ferias y fiestas de aquel año de 1889 en Campo de Criptana, las primeras ya con el adelanto oficial.

Santuario del Cristo y aledaños: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2014)

Santuario del Cristo y aledaños: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2014)

Tenemos que hacer una advertencia sobre los horarios señalados en el programa de estas ferias y fiestas de 1889. Las horas señaladas para la celebración e los diferentes actos corresponden al horario usual en España en aquella época, que era el del Meridiano de Madrid. Con el comienzo del siglo XX, el día 1 de enero de 1901, se tomaría como hora oficial la del Meridiano de Greenwich, por lo que adelantaría una hora el reloj para todo el año respecto al horario del siglo XIX. Si tenemos en cuenta además que las ferias tenían lugar en verano, debemos sumar una hora más, correspondiente al cambio horario actual, para hallar el equivalente en nuestra época. Así, la diana musical saldría a las seis de la mañana hora actual, cuatro de la mañana en el horario antiguo, las funciones tendrían lugar a las diez de la mañana, la imagen del Cristo saldría de Criptana a las cinco de la tarde y el concierto final tendría lugar a las once de la noche. Ahora no parece todo tan extraño ni tan intempestivo todo, bueno, casi todo… porque la carrera de burros con premio para el último, un poco rara sí que es.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO