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Nieve en el Pozohondo: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2009)

Nieve en el Pozohondo: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2009)

Dejábamos ayer el Pozohondo con su cementerio, el primero que hubo en Campo de Criptana, aquel que fue inaugurado un 7 de julio de 1807, fecha de la cual dentro de unos días se cumplirá el ducentésimo séptimo aniversario, un día de verano, suponemos soleado, cuando autoridades civiles y eclesiásticas asistieron al solemne acto. Un cementerio no se inaugura todos los días. A comienzos del siglo XIX tenía el Pozohondo eras; ya lo dijimos en otra ocasión. Y las siguió teniendo hasta entrado el siglo XX. El curato de la Asunción del Campo de Criptana tenía por aquel tiempo una era en el «pozo Hondo» (escrito así entonces). No sabríamos decir dónde, porque no se dan más datos. Algunos años después fue incluida entre las fincas a desamortizar, y como tal apareció en la relación publicada en el Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real (BOPCR a partir de ahora), núm. 81, del miércoles 6 de julio de 1842. Tenía el número 2435. Poco menos de un año después se nos dan más datos sobre ella. Es en el mismo BOPCR del 24 de abril de 1843, y sobre ella, la núm. 2435 se nos dice:

Una era de mil doscientas treinta varas, en las del pozo Hondo: ha sido capitalizada en 1506 rs. y 21 mrs., y tasada en 1537 rs. y 17 mrs. que es el tipo de remate.

Invierno en el Pozohondo: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2009)

Invierno en el Pozohondo: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2009)

Estaba, según se dice en BOPCR, arrendada hasta el 15 de agosto de 1846. Poco después fue rematada en 3100 rs. (BOPCR, del 2 de septiembre de 1843).

Ya en el siglo XX otra era conocida era la de Ángel Granero Salcedo. Y también se la subastaron, en este caso por deudas con la Inspección Regional de Seguros Sociales Obligatorios (BOPCR, del 20 de diciembre de 1937). Fue, pues, en plena Guerra Civil, y Ángel Granero Salcedo se quedó sin era, así, como quien no quiere la cosa (véase: El Pozo Hondo: La última frontera, y la era de Ángel Granero Salcedo, Campo de Criptana, 1937).

Pozohondo con niebla: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2013)

Pozohondo con niebla: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2013)

Poco podríamos imaginar hoy un Pozohondo de eras ante la situación actual: un espacio completamente urbanizado, con todo construido, un Pozohondo que ya no es afueras como lo era entonces. La historia del Pozohondo es, por así decirlo, la historia del la evolución de lo rural a lo urbano, desde aquellos tiempos en que era solar de huertas y eras, al de hoy, calles de asfalto, jardines urbanos, plazas de aparcamiento y tráfico, mucho tráfico. Sería difícil hacer un seguimiento de la progresiva urbanización del Pozohondo, pero los grandes damnificados fueron los viejos árboles que en él había y el Caz, el famoso Caz de aguas perennes, que desapareció, como tragado por la tierra, nunca mejor dicho. Los pozos o para ser más exactos, el pozo que dio nombre a la plaza, sigue ahí, viendo cómo pasa la historia. Mucho ha cambiado el Pozohondo en los últimos dos siglos, pero ahí están aún los pozos, o el pozo, impertérritos.

El Pozohondo ha sido campo de experimentación urbanística desde siempre. Quizá no se sabía muy bien qué hacer con él. No se sabía antes, y no se sabe ahora, y a lo mejor no hay quien acierte nunca con él, y, quizá, no hay quien se dé cuenta de que algunos jardines y árboles del Pozohondo son de los más antiguos de Criptana y por ello merecen un respeto. Lo mejor que puede pasar es que no vaya a peor la cosa. Quizá su forma de pera constituya una dificultad para el ordenamiento urbanístico, y la rotonda con esa forma es un fracaso monumental, quizá uno de los grandes desaciertos urbanísticos de la historia de Campo de Criptana. Sin duda, las intervenciones urbanísticas en el Pozohondo darían para escribir toda una historia, la del desacierto, la del error, la de la frustración, la del desatino….

Camino en obras: Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (2014)

Camino en obras: Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (2014)

Vayámonos, sin embargo, al año 1973, porque entonces el Ayuntamiento Pleno de la localidad, a la cabeza del cual estaba el alcalde Antonio José López-Casero García, tenía ya en mente varios proyectos. Uno era la construcción de un Mercado de Abastos; el otro la pavimentación y alumbrado de la Avenida del Pozo-Hondo (BOPCR, del 26 de enero de 1973), avenida, que aclarémoslo, no es la Plaza del Pozohondo, sino la actual Avenida de Sara Montiel, y es en ella, posiblemente, donde se ubicarían en otros tiempos muchas de las eras de las que hemos hablado. Sin embargo, aunque con otro nombre, por naturaleza es esta avenida tan Pozohondo como la plaza. En esto el Pozohondo quedó un poco manco o cojo por decisión consistorial, pues lo que en otro tiempo fue Pozohondo, avenida, le fue cercenado de la noche al día a la plaza, como quien corta un brazo o una pierna. El presupuesto de ambas obras, mercado y pavimentación, era de 2.606.686 pesetas. El anteproyecto ya estaba listo en marzo de 1973, y fue aprobado por el Ayuntamiento en pleno y por un alcalde accidental, cuyo nombre no da el BOPCR del 6 de abril de 1973; es curioso, sin embargo, que en el anuncio siguiente, también del ayuntamiento de Campo de Criptana, aparece como alcalde, no accidental, también Antonio José López-Casero. Incoherencias de los boletines oficiales que, por supuesto, como toda obra humana, tampoco escapan al error y al desatino.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO