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Invierno en el Pozohondo: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2009)

Invierno en el Pozohondo: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2009)

No sólo trae y lleva la historia al ser humano, y lo zarandea hacia donde quiere, cuando y como quiere…; también a los nombres y a las toponimias les hace lo mismo. Parece que nada ni nadie escapa a los designios del destino, a esa rueda de Fortuna que es la vida. Ya hemos visto en muchos casos como en 1890 tuvo lugar un hecho fundamental para la tonoponimia de Campo de Criptana: la revolución del nomenclátor callejero, aquella decisión consistorial por la cual desapareció la gran mayoría de nombres tradicionales de calles de la localidad, aquéllos que nombraban desde Dios sabe cuándo a las calles, aquéllos que eran ya parte de la toponimia criptanense por derecho propio (véase: La revolución del nomenclátor, Campo de Criptana, 1890). Y llegaron nombres nuevos, la mayoría de los cuales no tenían ningún sentido para los criptanenses, que insistieron en seguir llamando con los viejos nombres a sus calles. La calle Cebolla seguiría siendo Cebolla, como quería la vox populi, y no Espada, como querían las autoridades. No tenía realmente mucho sentido sustituir nombres tan grabados en la memoria criptanense y tan vinculados a la tierra como los que hasta entonces hubo por otros que poco tenían que decir a los criptanenses de entonces.

En 1890 también desapareció del callejero el nombre de Pozohondo. Su plaza dejó de llamarse así y, en consonancia con una moda que estaba muy extendida por toda España, comenzó a llamarse del «General Espartero», y así aparece nombrada en el plano de Campo de Criptana por Domingo Miras, en 1911. No hay pueblo o ciudad en España que en aquel tiempo no tuviese una calle o plaza dedicada a esta figura clave de la política española del siglo XIX.

José Casado del Alisal: Baldomero Espartero, Príncipe de Vergara. Madrid, Congreso de los Diputados

José Casado del Alisal: Baldomero Espartero, Príncipe de Vergara. Madrid, Congreso de los Diputados

En el caso de Campo de Criptana esta decisión tenía, quizá, cierta justificación… solo cierta. El general Espartero (Joaquín Baldomero Fernández-Espartero Álvarez de Toledo, 1793-1879) era manchego, natural de Granátula de Calatrava, también en la provincia de Ciudad Real, y mantuvo durante toda su vida una vinculación especial con La Mancha. Sin embargo hay en su vida un pequeño episodio no muy bien conocido y que le relaciona especialmente con Campo de Criptana. Ya contamos en una ocasión (véase: Campo de Criptana, 1814: El joven Baldomero Espartero y la Condesa) que, siendo muy joven, cuando aún nadie podía imaginar cuál sería su futuro años después, como protagonista en la Primera Guerra Carlista, como presidente del Consejo de Ministros, como regente durante la minoría de edad de Isabel II, como Príncipe de Vergara y, casi casi, como rey, pues incluso se le llegó a ofrecer la corona española, que él rechazó. Fue entonces, en 1814, cuando el joven Espartero estuvo en Campo de Criptana cuando regresaba de su participación en la Guerra de Independencia. Y vino a Criptana a visitar a la Condesa, la cual, al parecer, le prestaba su protección. Así nos lo cuenta el libro Personajes célebres del siglo XIX por uno que no lo es, publicado en Madrid en 1843 (págs. 7-8). Y quién le iba a decir entonces al joven Espartero que a finales de ese mismo siglo una plaza criptanense llevaría su nombre por muchos años.

Pozohondo con nieve: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2009)

Pozohondo con nieve: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2009)

Luego tuvo otro nombre esta plaza, como he dicho, según lo que dictaba la rueda de Fortuna que es la historia. Y se llamó durante muchos años en el siglo XX, después de la Guerra Civil, «Plaza de los Caídos». Y después recuperó su nombre de siempre, Pozohondo, como debe ser. Es una lástima que esta recuperación de toponimia histórica haya sido muy rara en Campo de Criptana y que nombres como «Empedrada», «Cebolla», «Pintado», «Huertas» o «de la Iglesia» no hayan vuelto nunca más.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO