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Miguel Ángel Buonaruoti: Juicio Final (1535-1541). Ciudad del Vaticano, Capilla Sixtina

Miguel Ángel Buonaruoti: Juicio Final (1535-1541). Ciudad del Vaticano, Capilla Sixtina

Continuamos repasando algunos detalles sobre aquel espantoso crimen del camino de la estación, ocurrido en 1910. Como decíamos, fue el tema noticia y se publicó en periódicos de la época, como La Correspondencia de España (año LXI, núm. 19.069, del jueves 28 de abril de 1910). Fue un suceso trágico y terrible que dejó conmocionado a todo un pueblo. Poco después, se despertarían aquellos sentimientos de pesar por lo acontecido en el transcurso del juicio, de cuyo desarrollo se nos da cumplida y detallada cuenta en el periódico provincial El Pueblo Manchego, del 9 de noviembre de 1912. Y como no podía ser de otra manera, todo salió a relucir, y con toda su crudeza. Leyó el secretario el acta; intervino la defensa y, donde lo dejábamos ayer, le tocaba el turno al acusado (véase: Campo de Criptana, 1910: El espantoso crimen del camino de la estación… y el juicio, II). Veamos ahora cómo transcurrió este interrogatorio. Puesto que es muy extenso, nos ocupamos hoy de la primera parte, relativa a los antecedentes y a una posible premeditación del hecho por parte del procesado. Nos dice así el periódico El Pueblo Manchego continuando donde lo dejábamos ayer:

A pregunta del presidente dice [el procesado] que fué sentenciado en otra ocasión sin cumplir la condena. El fiscal le pregunta que si las relaciones con Isabel las llevaba á bien la familia ó á mal.

Responde el procesado que á mal.

Fiscal.- Hubo alguna discusión por estos motivos?

Procesado.- No, señor.

F.- Estuvo usted la noche del 25 en la Glorieta de Campo de Criptana frente á la casa de su novia?

P.- No.

F.- ¿Usted vió salir á la familia de su novia?

P.- Sí, y la seguí, y cuando les salí al encuentro el padre de Isabel me llamó infame y canalla diciendo ahora te mato, y al verle así saqué la herramienta y disparé, perdiendo las facultades mentales al ver caer á mi novia á quien tanto adoraba.

F.- Usted no llevaba un arma blanca.

P.- No señor.

F.- ¿Usted no sabe que Isabel tenía varias heridas de arma blanca?

P.- No recuerdo.

Stephan Lochner: Juicio Final (1435). Colonia, Wallraf-Richartz-Museum

Stephan Lochner: Juicio Final (1435). Colonia, Wallraf-Richartz-Museum

Debemos recordar respecto a la primera frase que, tal y como decía el periódico La Correspondencia de España, el acusado ya tenía antecedentes penales. Aquí queda corroborado. Realmente, el «no recuerdo» parece ser lo más socorrido en estas circunstancias; sin embargo, al jurado no le quedó ningún duda sobre la premeditación y alevosía del crimen: es habitual, un día normal y corriente, llevar una corbata, una americana, un reloj de pulsera, un reloj de bolsillo y cualesquiera otros artilugios precisos para la vida cotidiana; no es normal portar un revólver, y el procesado lo llevaba encima; no es tampoco normal portar un arma blanca, y el procesado llevaba, también, una encima. Es curioso también que el procesado use el eufemismo «herramienta» en lugar de revólver que, sin duda, le haría parecer mucho más culpable de lo que ya podría ser. Se dice también que Julio García Casarrubios y su familia vivían en una «glorieta» de Campo de Criptana; muy probablemente hace referencia a una de las plazas y plazuelas existentes en la localidad en aquel tiempo, que, por cierto, no son muchas, pero no he encontrado datos que me permitan identificarla con certeza.

Y continuó el interrogatorio al procesado; corresponderá a continuación el turno a la acusación y luego a la defensa. Habrá por medio unas cartas entre el acusado y la difunta Isabel, saldrán a relucir acontecimientos del pasado. Nada quedará sin escrutar. Pero todo esto ya es tema de otro día. Aquí lo dejamos por hoy. Se hace tarde, y la noche se abate sobre nosotros.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO