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Dejábamos ayer sin terminar el repaso de los topónimos criptanenses en los que aparece el término «pozo». Lo concluiremos, por tanto, en el artículo de hoy.
Pocos topónimos quedan ya por tratar. Son sólo dos, ambos muy cerca del límite con el término de Tomelloso: Pozo Molinero y Pozo de Villar. Veamos, pues, qué hay que decir de cada uno de ellos.
Pozo Molinero
Ya en camino hacia los límites sureños del término criptanense, una vez cruzado, hace un buen rato, el río Záncara, y también el Córcoles, con el Canal del Guadiana a la vista, y la arboleda de Alameda de Cervera en el horizonte, encontramos el Pozo Molinero. Está situado a poco más de un kilómetro al este del Canal del Guadiana, muy cerca del paraje del Tejado. Linda este lugar al oeste con el paraje de El Badén, ya junto al Canal del Guadiana, y al sur con los Yermos de Montarroz, nombre que, no se por qué, me trae evocaciones de tinte épico y poético de otros tiempos… Yermos de Montarroz, topónimo sonoro y denso. Es nombre digno de paisaje de Cumbres borrascosas o de una tragedia familiar similar. Bien podría haber inspirado a Emily Brontë el nombre de esta paraje, por supuesto, que no el paisaje, nada borrascoso, muy soleado, manchego como el que más.
Viene el término «yermo» del griego ερημος, por intermediación del latín eremus. Se aplicaba, en ambas lenguas, a un lugar desierto, vacío, desolado, deshabitado. Vienen también de esta palabra griega, además de «yermo», los términos «eremita» y «ermitaño», en referencia a quien se retiraba del mundanal ruido a un lugar apartado y desierto; y de «eremita», viene, precisamente, nuestra palabra «ermita», tan extendida por la geografía española. Y qué es una «ermita» sino un santuario situado en un lugar apartado y deshabitado, fuera de poblado. Y tanto hablar de los Yermos de Montarroz nos ha desviado de nuestro recto camino, que es el que nos tendría que llevar a nuestro destino, y, por ello, ahora viramos nuestro rumbo, y nos dirigimos, de nuevo, al Pozo Molinero. Continuemos con sus lindes. Y linda al este el Pozo Molinero con Los Brazales, y, como por azar, y así lo muestra el nombre del topónimo, también linda con el Carril de Chiripa y con el Carril de la Fuga. Ya aquí, en el Pozo Molinero, se puede ver Tomelloso… ya queda muy cerca, allí, al sur, arropado por la llanura.
Pozo de Villar
Al sureste del anterior, encontramos el paraje del Pozo de Villar, lugar no muy extenso, lugar como encajado entre caminos que discurren en forma de damero, cuadriculando a la romana la llanura y dando forma de tablero de ajedrez a los campos. Caminando y caminando, desde este lugar, hacia el este, nos adentraríamos en el término de Tomelloso, pero no lo haremos. Nos quedaremos en el término de Campo de Criptana, y al otro lado del límite, ya en Tomelloso, está el lugar llamado de Varillas que, según nos dice un camino que hacia él va, también tuvo que tener pozo, pues tiene este camino por nombre «del Pozo de Varillas». Linda al sur este paraje del Pozo de Villar con el de Almenara, y con la Casa de la Gitana, y con Marta; un poco más al sur está la Casa de Voy y Vengo, una muestra más de la originalidad toponímica rural. Por supuesto, quizá el caso más paradigmático de esto sea el nombre que tiene un lugar cercano, situado ya en los confines sureños del término criptanense, «El Empalmado». En efecto, así se llama este paraje, no sabemos si por priapismos reales o figurados. Y no muy lejos se halla la Casa del Cojito. Realmente, uno de deja de asombrarse con estas cosas de la toponimia.
Visto esto último, a lo mejor hay que dedicar algunos artículos a topónimos particularmente maliciosos y sarcásticos, puestos con toda la mala idea del mundo, pero también con mucha gracia y salero.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO
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