Etiquetas

, , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , ,

Es... no será (Vista parcial del cuadro "La Plaza"): Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (2013)

Es… no será (Vista parcial del cuadro «La Plaza»): Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (2013)

Pensabas quizá, lector, que continuaríamos hablando hoy sobre biblioteca. Habría sido, esto, sin duda, lo esperado, lo natural… Habría sido así, si este blog siguiera el orden universal de las cosas, en el que tras lo primero viene lo segundo, y después viene lo tercero y así sucesivamente. Pero como este blog no responde a estas leyes, no responde, en realidad, a ninguna ley, y las ideas van saliendo como quieren, y los artículos afloran en un orden que no definiré como aleatorio pero sí desordenado, y como el tiempo siempre es algo relativo, no hablaremos hoy de la biblioteca. Dejaremos el tema para otro momento, porque mucho queda todavía por decir sobre ella y no nos quedaremos con las ganas, y seguiremos de ella, por encima de todo. Además, cuando hablamos del tiempo, en este blog nos podemos permitir el lujo de alterar su orden natural, y de lanzarnos rápidamente con nuestras historias del siglo XIX al XXI, y del XXI al XIX, y pasar por los años veinte del siglo XX pero no los por los treinta y volver luego, si se tercia, al siglo XVIII. Por ello nos quedamos hoy en el sigo XIX, o quizá en un punto indeterminado del tiempo, en un limbo que no es pasado ni presente ni futuro.

Hay una razón por la que quiera cambiar hoy, transitoriamente, de tema. El olvido es cruel e injusto, la desmemoria ruin y miserable, sobre todo ruin y miserable, muy miserable. Hoy hablaremos, precisamente de olvidos y desmememorias. Y no hablo de olvidos y desmemorias respecto a hechos acaecidos hace quinientos o seiscientos años. Resultaría hasta lógico que la cadena de generaciones no hubiese sido capaz de mantener vivos recuerdos de tiempos tan lejanos. No resulta lógico, sin embargo, que de ciertos personajes más cercanos en el tiempo (y cercano para mí es el siglo XIX) no haya quedado prácticamente ni rastro en la memoria colectiva de Campo de Criptana. El siglo XIX o, incluso, el siglo XX, en la inmensidad de la historia, apenas son tiempo; son, por decirlo de alguna manera, ayer mismo y, en este caso, el olvido y la desmemoria son imperdonables. Hay algunos ejemplos que me resultan llamativos.

El pósito y calles de antes: Dibujo de José Manuel Cañas Reíllo (2014)

El pósito y calles de antes: Dibujo de José Manuel Cañas Reíllo (2014)

De la mayoría de esos criptanenses, hijos naturales de Criptana o, también, hijos adoptivos, hemos hablado ya en este blog, y de muchos de ellos ha ido poco aflorando el recuerdo. Recordemos a algunos de ellos para sacarlos de esas tenebrosas brumas del olvido.

Carlos Maldonado, nacido en Campo de Criptana en 1816. Entró en la Compañía de Jesús en 1831. Cuando en 1835 fue suprimida la orden viajó a Italia y estudió filosofía y teología en Nápoles. A finales de 1846 marchó a Estados Unidos. Enseñó teología dogmática en el Seminario St. John de Fordham (Nueva York). Tras periodos en España y Francia, donde fue profesor en Loyola y Laval respectivamente; posteriormente en Salamanca, de cuyo seminario fue rector desde 1861. Volvió a Estados Unidos, donde entre 1869 y 1872 enseñó en el nuevo escolasticado de Woodstock (Maryland). Allí falleció ese mismo año (véase: Criptanenses ilustres: El profesor jesuita Carlos Maldonado, Campo de Criptana, 1816 – Woodstock, 1872).

Agustín Blasco Hernández, cacereño de origen, fue párroco de Campo de Criptana durante el tercer cuarto del siglo XIX y alcanzó gran renombre nacional como erudito especialmente por sus trabajos en filología, epigrafía y numismática. Falleció en Campo de Criptana en 1883 (véanse: Un párroco erudito y polígrafo en Campo de Criptana: Agustín Blasco, † 1883; Más cosas sobre Agustín Blasco, párroco erudito y polígrafo de Campo de Criptana; Los lazos del tiempo: El Conde de las Cabezuelas y el presbítero Agustín Blasco, Campo de Criptana, 1877; y Apostillas a la historia de Agustín Blasco, párroco de Campo de Criptana: Epílogo y final, 1841-1883).

Imágenes del pasado: Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (2013)

Imágenes del pasado: Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (2013)

Metodio Quintanar de Funes, nacido en Campo de Criptana en 1870, canónigo penitenciario en la Catedral de Cádiz y miembro de varias sociedades científicas y académicas de su época, defensor de la autenticidad de la partida de nacimiento de Miguel de Cervantes que se conserva en la iglesia de Santa María de Alcázar de San Juan. Yace su cuerpo en el cementerio criptanense (véase: Criptanenses ilustres: El sacerdote Metodio Quintanar y Funes, canónigo penitenciario de la Catedral de Cádiz, 1870).

Estos son algunos de aquellos criptanenses de otros tiempos de los cuales apenas queda recuerdo hoy día. Ni siquiera, ni siquiera… el nombre de una calle. Dejamos aquí por hoy estas memorias de la desmemoria. ¿Dejadez, mala intención o ignorancia? No sabríamos decirlo.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO