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Agua, Apocalipsis, Artén, Burla, Caminante, campo de criptana, Cerradura, Comedia, Cristal, Difunto, Disfraz, E. R. Dodds, Efímero, Epitafio, escenario, Escombro, Fatiga, Fuego, Fuente, Gachas, Griego, Hogar, Hogaza, Invierno, Jinete, Juego, Maleza, Marco, Mirilla, Niño, Oasis, Paisaje, Palladas, Pan, Paredazo, Paso del tiempo, Poeta, Pozo, Puerta, Refugio, Ruina, Teja, Tejado, Tiempo, Torrezno, Trébedes, Tumba, Ubi sunt?, Vendimia, Ventana, Verano, Viñedo, Vida, Visillo
Hay, sin duda, detrás de este blog una obsesión por el tiempo o, mejor dicho, por el tiempo que pasa o por el paso del tiempo, que a lo mejor no son lo mismo. Ya el nombre de este blog, Criptana en el tiempo, evoca esa idea central de estos escritos, porque en todos el “tiempo”, como entidad o como concepto, es el tema central. Puede que incluso sea el tiempo algo más que un tema central en este blog; es el protagonista, porque él nos permite desplazarnos hacia el pasado y echar un vistazo al pasado a través de esa mirilla imaginaria a la que tantas veces hago referencia, esa mirilla que nos permite retroceder allá donde queramos y dibujar paisajes y escenarios del Criptana de hace quizá un siglo, poco más o menos, unas veces más otras menos.
Pocas veces sin embargo, me he ocupado del paso del tiempo o del tiempo que pasa, ni de las sensaciones que su percepción despierta en nosotros. No lo percibimos en el día a día, pero en un momento dado algo ocurre y es entonces cuando nos damos cuenta de que el tiempo pasa como pasa la vida y que todo es efímero, y que todo tuvo un comienzo y todo tendrá un final. Hoy, precisamente, he percibido ese paso del tiempo, lo he visto, casi, casi, cabalgar veloz sobre sus siglos, sus años, sus meses, sus días, sus horas, sus minutos y sus segundos, como un jinete del apocalipsis que todo lo arrasa. Hoy es, mañana no es. Así es el tiempo.
Hoy he vuelto a uno de esos lugares en los que posiblemente mejor se puede percibir ese paso del tiempo, y me he preguntado, como en muchas otras ocasiones “Ubi sunt?”, es decir, dónde están… dónde aquellas estancias en otro tiempo cálidas por la presencia humana, dónde están aquellas puertas de cerraduras bien engrasadas, dónde aquellas ventanas de marcos pintados de verde y cristales enteros y visillos limpios, dónde aquellos tejados mimados de tejas enteras, dónde aquellos cuidados caminos, dónde están aquéllos que descansaban aquí sus fatigas de vendimia, y mantenían todo el día el fuego en el hogar, y no faltaba el agua fresca del pozo, ni las hogazas de pan, ni las gachas borboteantes en la sartén, ni los torreznos en la fuente. Ubi sunt?
Hoy me lo he preguntado en aquel lugar que en otros tiempos estuvo lleno de vida, y que hoy ya no lo está. Cada año la decadencia va haciendo mella, cada año cae un paredazo, cada año cae un trozo de tejado, cada año los escombros se van asentando sobre la tierra, cada año la maleza inunda más y más sus puertas. Hoy he visto cómo la ruina va devorando aquel conjunto de casas, ya perdidas entre el mar de viñedos, en otro tiempo centro de vida, oasis en verano, refugio en invierno, tiempos en los que no faltaba el fuego en el hogar, ni el agua fresca del pozo y las trébedes estaban siempre al rojo vivo. Nada queda de todo aquello, sino fantasmas del pasado. Los tiempos cambian, el tiempo pasa, y de lo que hubo ya casi nada queda, y de lo que queda pronto nada habrá. Nadie escapa. Quod fui es, quod sum eris, encontramos escrito en muchos epitafios de otros tiempos, “lo que fui eres, lo que soy serás”, dice el difunto al caminante, y el caminante se detiene, por un momento, pensativo ante la tumba, y entonces se da cuenta de la verdad: el tiempo pasa y nadie escapa. Así te verás, caminante.
Hoy, como pocas veces, he podido casi tocar el paso del tiempo, y he percibido su fugacidad, he visto cuán rápido pasa, y qué poco se detiene a mirar y a preguntar. Allí hubo hace mucho una casa, hoy sólo ruinas; aquí hubo hace tiempo camino, hoy sólo un carril pedregoso; más allá hubo una arboleda, hoy sólo un descampado árido; mucho más allá hubo en otros tiempos un pozo de aguas frescas y abundantes, hoy pozo seco. Aquí hubo vida, hubo alegrías, hubo tristezas, hubo amor, hubo odio… hoy soledad, sólo soledad, tan sola, tan silenciosa. Es en estas cosas en las que uno, precisamente, se da cuenta de que el tiempo pasa y de que hoy somos, pero mañana ya no seremos.
Aprende la lección, caminante, y no te detengas; ya te detendrá el tiempo cuando llegue el momento… y llegará, claro que llegará. Mientras tanto no lo olvides, parce diem o, sigue el consejo del poeta griego Palladas, y ya veremos qué pasa:
Comedia y juego de niños es toda la vida;
ponte el disfraz y entra en la burla
o tendrás que lamentarte
(texto tomado de E. R. Dodds, Paganos y cristianos en una época de angustia, Madrid 1975, p. 31).
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO
si pudieras ablar con la araña de la cerraja del porton no enterariamos de muchas mas cosas.