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El rincón de lectura: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2014)

El rincón de lectura: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2014)

A veces hay que poner las cosas en su sitio, y eso no está mal. A veces uno puede parecer que dice cosas que no está diciendo, y está bien por ello que se le diga a uno que puede que no esté en lo cierto. En estos casos, hay que poner las cosas en su sitio y retractarse o puntualizar o dar explicaciones, porque es obligado. Viene esto a cuento de una afirmación que hice en el artículo titulado De la biblioteca y de otras muchas cosas indeterminadas (Campo de Criptana 2014) que publiqué el pasado día 6 de septiembre. Hablaba en él sobre mis recuerdos de la Biblioteca “Alonso Quijano”, recuerdos de otros tiempos, y me refería a uno de los volúmenes que forman parte de su rico fondo antiguo. Es un ejemplar de Don Quijote de La Mancha que parece que fue propiedad de un lector alemán, quizá un profesor. Lo había leído en español y anotado en sus márgenes glosas sobre el léxico en alemán. Tuve la oportunidad de consultar ese libro hace muchos, muchos años.

Decía en algún momento de mi artículo citado que no sabía qué había sido de aquel libro y que, posiblemente, dormiría el descanso de los justos en el fondo antiguo de la biblioteca. Por supuesto, en ningún momento dije que el libro estuviese desaparecido o ilocalizable. Y de hecho, no lo está. Está perfectamente localizado, por si alguien había hecho una exégesis desviada de mis palabras y se había llevado a equívocos.

Cada libro en su sitio: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2014)

Cada libro en su sitio: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2014)

Parece que fue uno de los volúmenes que se mostraron en la exposición bibliográfica que la biblioteca pública “Alonso Quijano” celebró con motivo de la festividad del Día del Libro. Y no podía ser de otra manera, tratándose de un ejemplar tan extraño y que debe de tener, sin duda, una rica historia que, por lo demás, nos es poco conocida. Es muy difícil rastrear la historia de un libro, porque lo único en que nos podemos apoyar son las notas que sus propietarios han ido incorporando en sus páginas, y no siempre ocurre esto. Aquella exposición fue, sin duda, una muestra del buen hacer de la biblioteca y del interés que quienes trabajan en ella tienen por su gran tesoro, por esos libros.

Puede que esa exposición del Día del Libro haya sido un primer paso para poner en lel lugar privilegiado que se merece la biblioteca criptanense, para darle visibilidad, para que Campo de Criptana sepa que tiene una gran biblioteca, un gran sancta sanctorum de libros ávidos de lectores, y que esta biblioteca está en buenas manos, por fortuna, y que gracias a ellas esta biblioteca sigue abriendo sus puertas día a día, contra viento y marea… Y esto es obligación del que escribe reconocerlo. A cada uno lo suyo.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO